EFECTOS DE LA ADORACIÓN
Conocimiento de la adoración
1. Reflexión
La palabra revelada nos recuerda que “nadie
conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co 2,11). Nadie
puede penetrar las realidades espirituales más que de la mano del Espíritu de
Dios. Esta verdad la debemos aplicar a todas las realidades espirituales que
escapan a las capacidades humanas, entre las que se encuentra la adoración.
¿Qué sucede realmente cuando los hombres adoramos? Sólo Dios lo sabe; los hombres
no podemos conocer más que aquello que él nos permite conocer. Pero también es
cierto que Dios no se complace en escondernos sistemáticamente las realidades
espirituales, antes bien nos permite a veces conocer ligeramente aquello que
está sucediendo en el reino del espíritu para que nos sirva de ánimo y estímulo
que fortalezca nuestra voluntad hacia lo que nos espera, y nos ayude a luchar
para defender los trabajos que nos ha encomendado. Cuando esto sucede, podemos
conocer de cerca y por vía espiritual ciertos resultados de la adoración, que
nos sorprenden. Hoy hemos querido dedicar nuestro espacio al conocimiento
espiritual de la adoración desde la aportación de un grupo de adoradores.
2, Palabra profética y testimonio
Visión durante la adoración: una nube hinchada como un globo
a punto de estallar. Palabra: Son las bendiciones que quiero derramar sobre
vosotros por medio de la adoración. La adoración arranca mis bendiciones. Quiero
que abráis vuestros corazones a ellas.
Cuando estáis en adoración los enemigos se alejan de
vosotros, porque no resisten la luz; ellos pertenecen a las tinieblas y, cuando
estáis en adoración, mi misericordia os cubre con un manto de luz. Por eso os
llamo a la adoración constantemente. Poned vuestros ojos en mí como yo los
pongo en vosotros. Mis ojos no se apartan de vosotros, y así quiero que los
vuestros permanezcan fijos en mí. Sólo así podréis resistir los ataques del
enemigo. Recordad: Yo he vencido al mundo. Si permanecéis en mí, nada tenéis
que temer.
Además de ser un lugar de transformación para vosotros, la
adoración es también un lugar de sosiego y descanso, una ocasión para
sumergiros en mi amor. Postraos a mis pies reconociendo vuestra miseria, dejad
que mis ángeles os introduzcan en el océano de mi amor. Dejad libre a mi
Espíritu y os llenará de mi paz y
sosiego.
Abridme las puertas de vuestros corazones y dejadme renovar
vuestras mentes. Quiero llenaros de mi misericordia, derramar en vosotros mi
Espíritu y empaparos de mi amor para que podáis adorar en Espíritu y en verdad,
como quiere el Padre que adoréis. Si dejáis que mi Espíritu os empape, veréis
la gloria de mi Padre, mis ángeles os llevarán
y os postrarán delante de mi Trono. Pero recordad: esto sólo es posible
si os dejáis envolver en mi amor. No busquéis el sabor ni el color de mi amor.
Simplemente: abridme el corazón.
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