Si en circunstancias
penosas, hombres de poder espiritual, apremiados más de lo que pueden soportar,
se desalientan y abaten; si a veces no ven nada deseable en la vida, esto no es
cosa extraña o nueva. Recuerden los tales que uno de los profetas más poderosos
huyó por su vida ante la ira de una mujer enfurecida. Fugitivo, cansado y
agobiado por el viaje, con el ánimo abatido por la cruel desilusión, solicitó
que se le dejase morir. Pero fue cuando su esperanza había desaparecido y la
obra de su vida se veía amenazada por la derrota, cuando aprendió una de las
lecciones más preciosas de su vida. En la hora de su mayor flaqueza conoció la
necesidad y la posibilidad de confiar en Dios en las circunstancias más
severas.
Los que, mientras
dedican las energías de su vida a una labor abnegada, se sienten tentados a
ceder al abatimiento y la desconfianza, pueden cobrar valor de lo que
experimentó Elías. El cuidado vigilante de Dios, su amor y su poder se
manifiestan en forma especial para favorecer a sus siervos cuyo celo no es
comprendido ni apreciado, cuyos consejos y reprensiones se desprecian y cuyos
esfuerzos por las reformas se retribuyen con odio y oposición.
Es en el momento de
mayor debilidad cuando Satanás asalta al alma con sus más fieras tentaciones.
Así fue como esperó prevalecer contra el Hijo de Dios; porque por este método
había obtenido muchas victorias sobre los hombres. Cuando la fuerza de voluntad
flaqueaba y faltaba la fe, entonces los que se habían destacado durante mucho
tiempo y con valor por el bien, cedían a la tentación. Moisés, cansado por
cuarenta años de peregrinación e incredulidad, perdió por un momento su
confianza en el Poder infinito. Fracasó precisamente en los lindes de la tierra
prometida. Así también fué con Elías. El que había mantenido su confianza en
Dios a través de los años de sequía y hambre; el que había estado
intrépidamente frente a Acab; el que durante el día de prueba había estado en el
Carmelo delante de toda la nación como único testigo del Dios verdadero, en un
momento de cansancio permitió que el temor de la muerte venciese su fe en Dios.
Y así sucede hoy...
Los que, destacándose
en el frente del conflicto, se ven impelidos por el Espíritu de Dios a hacer
una obra especial, experimentarán con frecuencia una reacción cuando cese la
presión. El abatimiento puede hacer vacilar la fe más heroica y debilitar la
voluntad más firme. Pero Dios comprende, y sigue manifestando compasión y amor.
Lee los motivos y los propósitos del corazón... El Cielo no los desamparará en
el día de su adversidad. No hay nada que parezca más impotente que el alma que
siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay
nada que sea más invencible.
No hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible.
Fue cuando su esperanza había desaparecido y la obra de su vida se veía amenazada por la derrota, cuando aprendió una de las lecciones más preciosas de su vida. En la hora de su mayor flaqueza conoció la necesidad y la posibilidad de confiar en Dios en las circunstancias más severas.
No hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible.
ResponderEliminarFue cuando su esperanza había desaparecido y la obra de su vida se veía amenazada por la derrota, cuando aprendió una de las lecciones más preciosas de su vida. En la hora de su mayor flaqueza conoció la necesidad y la posibilidad de confiar en Dios en las circunstancias más severas.
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