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domingo, 20 de enero de 2013

EL DON DE LA FE


 

La prueba produce esperanza

 

Quisiera compartir algo con ustedes que me pareció muy curioso. Bueno no curioso, es algo bien real pero hace tiempo que no tocó un mensaje en este tono. Pero fue alguien que me enseñó un video en YouTube.

 

Entonces como decimos en mi pueblo le puedes “dar ‘play’. En Romanos capítulo 5 hay un versiculo -bueno son muchos los versos que pueden hablar acerca de esta verdad- pero yo me voy a enfocar en este pasaje de Romanos capítulo 5 que dice: “Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo por quien también tenemos entrada por la fe a esa gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la Gloria de Dios”.

 

Y no sólo esto sino que también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia -déjame repetir eso otra vez: sabiendo que la tribulación produce paciencia- dígale a la persona de al lado suyo como en forma de pregunta: ‘Oye, ¿Tú sabías que la tribulación produce paciencia?’. ¡Oh! Y no se queda ahí, por si no lo sabían y la paciencia produce prueba.

 

¡Como si no fuera suficiente, ¿verdad?! La paciencia produce prueba y la prueba produce esperanza. Déjenme analizar unas cositas aquí, mis hermanos. Primero que nada la razón por la cual yo me enfoqué en ese video de hoy es porque muchas veces nosotros nos olvidamos de una de las cosas más importantes en nuestra vida cristiana, en nuestra vida de fe. Y como ustedes vieron ahí, esos ejemplos, que muchas veces la gente se cree que es como que “¡Ah! Pero yo hice esto bueno, una vez y ayudé a los sim techo”

 

“Yo le repartí comida a la gente” o como decía uno por ahí, “Yo fui a África y cavé pozos de agua para que la gente tuviera qué beber”. “Donaba sangre todos los meses”. Usted puede decir todo lo que usted quiera. Pero si la persona de Jesús no está presente, Y es una verdad, mis hermanos, podrá sonar bien simple pero es una verdad bien fuerte. Es una verdad que a mucha gente se le hace difícil lidiar con ella.

 

Hay veces que hasta los mismos teólogos que tratan de interpretar las Escrituras muchas veces luchan con esa verdad. Pero es una verdad que está ahí plasmada. Si la persona de Jesús no está ahí presente, si nosotros no somos justificados por esa fe que nosotros ponemos en el Señor Jesús, miren no importa. Podemos traer un archivo completo de cosas que hayamos hecho pero al fin y al cabo nada.

 

El mismo Pablo nos dice en Efesios capítulo 2 verso 8 dice: ‘Porque por Gracia somos salvos por medio de la fe’. Y esto no proviene de nosotros, esto es un regalo de Dios. No es por obras para que nadie se gloríe. Miren que cosa, mis hermanos, esto es algo que es bien importante. Hay veces que creemos que podemos, como quien dice, tratar de manipular a Dios. “¡Ah! Pero yo me voy a portar bien”. Yo voy a hacer las cosas bien para ganar puntos con Dios.

 

Pero esto no es cuestión de ganar puntos. Usted puede tratar de ganar puntos con su jefe, puede tratar de ganar puntos con su esposo, con su esposa. Puede tratar de ganar puntos con el Pastor y ser bien “lame ojos” como decimos en Puerto Rico, a veces. ¿Entiende lo que es lame ojos, verdad? Por si acaso. ¿Cómo se dice en Santo Domingo? Limpia sacos. Okay. ¿Cómo se dice en algún otro lugar? Por si acaso. Lambón, ese peor. ¿Hay alguno que se oiga “más mejor” por si acaso? Un yo-yo. Vamos a dejarlo ahí, sí.

 

¿Cómo se dice en España, Noemí? ¿No quiero saberlo? Pues bien, no quiero saberlo como se dice en España. No voy a ir para allá. Y ¿en Chile? ¿Cómo se dice en Chile y argentina? Un chupa medias. Para beneficio de los chilenos que nos ven por el Internet. ¡Guau! Estoy aprendiendo cosas nuevas. En otras palabras, mis hermanos, la cosa es que no podemos ganar esos méritos así por las obras que nosotros hagamos, mis hermanos. Ya Dios tenía un plan de antemano.

 

Y el plan que Dios tenía es que a través de la muerte de su hijo Jesús es que nosotros y nuestra fe puesta en ese acto, así es como nosotros obtenemos entrar. Ese oportunidad que abrió ahí al final lo único que decía es “este es un hijo de Dios”, este está marcado. Tiene el sello mío en su vida, está esa gotita de sangre que cayó sobre su corazón y que lo transformó o la transformó. Y eso es suficiente para entrar delante de Él.

 

Y ¿saben por qué a mi me pareció tan interesante cuando yo veo que Pablo empieza a hablar de todas estas cosas que dice de que “¡Ah! Pero no sólo esto sino que también nos gloriamos”? En otras palabras ¿nos alegramos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce paciencia y la paciencia produce prueba y la prueba esperanza? Miren, mis hermanos, este vocabulario yo lo veo bien conectado con todas estas cosas.

 

Porque hay veces que obviamente las tribulaciones que nosotros tenemos en nuestra vida nos van a hacer tirarnos por un lado o por otro. O me porto bien o me porto mal. O cedo a lo que las tribulaciones de este mundo me inclinan a hacer, si la tribulación de este mundo -como quien dice- flaquea mi carne para yo responder de una forma que no es dirigida por Dios o dejo que las tribulaciones de esta vida me formen o me moldeen de tal forma que entonces yo pueda proceder en la forma que Dios quiere para mi.

 

Y obviamente el yo ir por esa línea no significa que yo pues, me voy a comportar de esta forma para ganar méritos con Dios y como quien dice poder entrar al Cielo. Pero no se trata acerca de eso. No es cuestión de “Me voy a portar bien para tener entrada segura al Cielo”. No es eso, sino es más bien el mero hecho, mis hermanos, de que lo que nosotros hacemos lo hacemos por amor a Dios.

 

Porque hay un amor que nos ha dado a nosotros, o sea, piensen en eso, que aún cuando nosotros éramos pecadores, miren el verso 8 ahí mismo en Romanos: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que aún cuando nosotros éramos pecadores Cristo murió por nosotros”. O sea esto es una de las verdades más crazas de nuestra vida cristiana, de nuestra vida de fe. Que muchas veces nos pasa, así, por el frente y no le prestamos atención.

 

Más sin embargo eso es algo clave. Clave que aún ni cuando yo había escuchado de la palabra de Dios, ya Dios había pensado en mí. Ya Dios había pensado en ti. Y Él usa todas las cosas de la vida: lo bueno, lo malo, lo feo, lo lindo; Él usa todo para formar en ti el tipo de hombre, el tipo de mujer que Él quiere que tú seas. ¿Cuántos de ustedes le han dicho a alguien en algún momento “Mira cuando estés orando no pidas por paciencia porque te van a venir más pruebas”?

 

¿Verdad? Ustedes lo han dicho. Me da permiso para decir algo. No diga eso. No lo diga, porque si usted lo dice se está yendo en contra del patrón bíblico. Nos estamos yendo en contra del patrón bíblico. Tengo que reconocer que yo también he dicho eso. Mire si eso está aquí escrito sabiendo que la tribulación produce paciencia, produce como un sentido de resistencia en nosotros y obviamente esa resistencia se va a afinar aún más cuando nos encontramos con distintas pruebas en nuestra vida. Se va a afinar aún más.

 

Pero lo más bello de nosotros, mis hermanos, hay veces que cuando vemos la palabra “prueba” como que nuestra atención se queda ahí: prueba, prueba, prueba por aquí y prueba por allá y prueba esto. Y ¿a qué te sabe? ¿Te sabe a sherry? ¿A qué te sabe la prueba? Prueba, prueba, prueba. Pero miren el punto que nos está diciendo aquí, mis hermanos, es que esa prueba produce esperanza.

 

Miren esa palabra. Produce esperanza. Aquí es donde yo conecto esta palabra con ese video que yo les enseñé. Produce esperanza. ¿Sabes qué? Yo se que cuando uno deposita su fe en Cristo Jesús lo que enseña ese video, cuando llegue ese momento, yo estoy seguro que algo así va a ser. Tal vez no tan jocoso, va a ser algo tal vez un poco más serio, pero así va a ser. Donde nosotros vamos a llegar y nos van a presentar toda esta película de nuestra vida.

 

Y va a ser como que ¡uff! Ya van a enseñar todo en nuestra película. Dios va a tener un video ahí desde los días que yo estaba en el vientre de mi madre hasta el día que llegué a la tumba. Tener un video así, mis hermanos, donde como quien dice, usted va a tener esa persona que dice “Hiciste esto, hiciste aquello, hiciste lo otro” y te van a enseñar todo. Te van a enseñar lo bueno, lo malo que hiciste. ¡Guau!

 

Van a ver tu pedigree como quien dice. Pero al fin y al cabo cuando tú te trepes en ese scales y te toque ver cuanto pesas o no para entrar al Reino de los Cielos lo que va valer ahí es lo que Cristo Jesús ha hecho por nosotros. Y ahí en donde yo me enfoco en ese sentido de esperanza, mis hermanos. Porque aún yo mismo ahora hay veces que yo mismo me digo como que “¡Guau! Yo voy entrar mi cabeza baja no voy a entrar con mi cabeza en alto. Si usted me pregunta, mi hermano, mi hermana yo tengo que ser honesto.

 

Yo estoy seguro que yo me voy a acercar a ese momento delante de la presencia de Dios y lo más que yo voy a poder hacer es como que … No, mis hermanos, no nos riamos un momentito. Perdónenme. No nos riamos un momentito porque yo quiero que piensen en la seriedad de lo que estoy diciendo. No, no yo se, yo se. Los voy a hacer reír ahorita otra vez pero por ahora yo quiero que pensemos en la seriedad de esto.

 

O sea porque si yo me pongo a pensar ¡Guau! Yo que he entregado mi vida desde joven tratando de vivir por Cristo y aún así yo veo que tengo mis imperfecciones y cosas así. Y cuando llegue ese momento, o sea, el que tiene la palabra es Él. No voy a ser yo. Yo voy a ser como uno de esos que llegó ahí y ‘Mira, hice esto, hice aquello, hice lo otro. Traté de hablarle bien a esta persona. Traté de aconsejar a aquél. Llevé a este de un lugar a otro. Yo se que hice esto, hice aquello y eso no estuvo bien delante de Ti’.

 

Pero cuando llegue ese momento yo voy a estar como que esperando el veredicto final. Puede ser que yo hasta le diga “Pero Señor si yo oraba 2, 3, 4 horas corridas, ahí consagrado a Ti” y cosas así. “Y ayunaba y todo esto”. Pero cuando llega el momento de la verdad, mis hermanos, ahí es donde mi esperanza se va a probar. Ahí es donde después de todas esas pruebas que yo haya tenido en mi vida, pruebas que tal vez yo mismo haya ocasionado o pruebas que hayan venido hacia mí por cosas fuera de mi control.

 

Y como yo haya respondido a esas pruebas de acuerdo a la fe que yo haya cimentado en mi vida, que yo haya experimentado de parte de Dios y que yo haya procedido con eso. Hay una parte en mi que dice “Sí, pero si les soy honesto hay otra parte en mi que dice. Ahí es donde está nuestra esperanza, mis hermanos.

 

No quiero que se asusten, yo no estoy dudando, o sea sí hay  siempre está ese granito de duda por ahí. Pero yo en mi corazón, yo se en quien he puesto mi fe. Podrá sonar contradictorio mis hermanos, y ¿saben qué? La vida está llena de contradicciones también. Pero aquí y ahora mismo yo lo declaro delante de ustedes, lo declaro delante de Dios yo en mi tiempo personal cuando yo oro, yo digo “Señor yo se que mi vida está segura en Ti”.

 

Y ahí está mi esperanza, ahí está mi esperanza. Que a pesar de todas esas pruebas, mi esperanza no va a traer vergüenza a mi vida. Yo lo digo. Esa esperanza no va a traer vergüenza a mi vida a menos que yo intencionalmente haya traído vergüenza a Él, pues ya eso es otra cosa. ¿Verdad que me estoy metiendo en aguas bien profundas aquí? Pero yo quiero decir esto mis hermanos: va a llegar el momento sea a nivel de la eternidad o sea en esta vida aquí presente, porque yo creo, como quien dice, Dios nos mide, nos tasa y nos juzga aún aquí en este momento que estamos viviendo ahora.

 

Llegará el momento donde Dios va a traer una circunstancia a nuestras vidas, donde nuestras vidas van a ser pesadas y medidas y muchas veces estos son los mensajes que a muchas personas no les gusta escuchar pero los tenemos que escuchar. Porque estos son mensajes que nos ayudan a nosotros a mantenernos viviendo en la forma que Dios manda para cada uno de nosotros. De nuevo, yo no estoy diciendo “Miren, vivan bien para que ganen punto con el Señor”.

 

Yo no estoy diciendo eso. De acuerdo a nuestros fundamentos que recibimos de las Escrituras, mire, ¿usted declara con su boca, con toda fe de que el Señor es el Salvador, que Él murió por usted, que a través de Él nosotros somos reconciliados con el Padre y que a través de Él nosotros tenemos vida eterna? Mire si usted declara eso con todo su corazón y lo confiesa con su boca, eso se aplica a su vida. De ahí en adelante como vivimos obviamente, yo se que Dios mide cada uno de nuestros pasos.

 

En Abacú se dice ‘¡Ey! Meditad sobre vuestros caminos’. Es una frase que constantemente se menciona: meditad, meditad sobre vuestros caminos. El mismo salmista dice ‘¡Ey! Ved si hay en mi caminos de perversidad y guíame por el camino recto’. En otras palabras: examíname Señor. Si estoy yendo en un mal camino, muéstrame para venir de nuevo y caer donde tengo que caer.

 

Déjame terminar con esto. La prueba da esperanza y la esperanza no avergüenza. ¿Por qué? Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos fue dado. Ahí es donde está ese sello que yo digo que afirma mi esperanza aún más. Yo creo que el amor de Dios ha sido derramado sobre nuestras vidas. Yo creo que el amor de Dios ES derramado sobre nosotros constantemente. Cada día que uno se levanta el amor de Dios está ahí.

 

Si no fuera por esa gasolina que nos mantiene corriendo, ¡Uff! ¡Qué sería de nosotros! Si no fuera por esa gracia constante que está corriendo, que está fluyendo, ¡qué sería de nosotros! Si yo siguiera leyendo ¿qué es lo que dice el capítulo 6? El verso 1 del capítulo 6, ¿qué dice? El verso 6 de Romanos capítulo 6 miren lo que dice: ‘¡Oh! ¡qué pues le vamos a decir a estos! ¡Qué vamos a seguir pecando para que la gracia abunde?’.

 

¿Qué dice? Ahí mismo nos da la respuesta. No significa eso. Ya les di la punta para el próximo mensaje. Mis hermanos, hay un amor que ha sido derramado sobre nosotros y tenemos que vivir que vivir de acuerdo a lo que ese amor pide de nuestras vidas. A veces que yo pienso que el amor de Dios es incondicional. Sí, el amor de Dios es incondicional hasta cierto punto, después de eso hay condiciones bien interesantes con las cuales uno tiene que vivir. Eso es un secreto que se los comparto hoy y lo voy a elaborar más después.

 

Pero, déjenme atribularlos. Hay veces que salimos de aquí ‘¡Guau! ¡Qué chévere ese mensaje! Yo creo que esta noche es uno de esos mensajes que nos va a hacer pensar y meditar un poquito más. sabemos que somos salvos por esa Gracia del Señor Jesús, pero a la misma vez ¿cómo vivimos? ¿Cómo vivimos cada día? ¿Cómo vivimos con nuestro prójimo? ¿Cómo vivimos con nosotros mismos? ¿Cómo vivimos delante de Dios?

 

¿Cómo vivimos cuando estamos a solas? En todos los aspectos, ¿Cómo vivimos? ¿Vivimos en una forma digna del Reino de Dios? ¿ O no? Padre, en el nombre de Jesús yo te doy las gracias porque solamente a través de Ti y Tu sacrificio nosotros tenemos vida eterna y tenemos entrada al Señor. A ese Reino que Tú tienes preparado para cada uno de nosotros y aún muchos más alrededor del mundo entero.

 

Y Padre mi deseo es que estas palabras que yo he compartido en esta noche, Señor, mi deseo es que estas palabras infundan sobre nosotros esperanza. Estas palabras no están intencionadas para causar temor sino más bien para hacernos pensar, para reargüir nuestras mentes, nuestros corazones sobre como estamos viviendo delante de ti, Señor. Cuán en serio estamos tomando los principios de tu palabra, Señor y los implementamos, Señor a nuestro ser.

 

No por ganar mérito delante de ti sino por el mero hecho de hacerlo como una respuesta a ese amor que Tú has derramando sobre nuestras vidas a través de tu Espíritu. Señor yo te pido que en esta noche a medida que nos preparamos para salir de aquí y en este silencio así tan claro, mi oración es que cada uno de nosotros -incluyéndome a mi mismo, Señor- que podamos pensar y meditar en estas verdades que podrán sonar bien simples pero que son bien profundas.

 

Que estas verdades verdaderamente calen en nuestro corazón, rearguyan nuestra vida, rearguyan nuestra alma sobre como es que Tú quieres que nosotros vivamos hoy día, Señor. De nuevo, no por ganar méritos contigo sino vivir en una forma que demuestre nuestro amor hacia Ti, Señor. Que sea un amor recíproco de parte tuya a nosotros y de nosotros hacia ti.

 

Yo bendigo a mis hermanos y hermanas, Señor. Que esta noche Tú les concedas un sueño reparador, tranquilo y Señor si se cuela algún sueño medio nebuloso ¡ey! Danos sabiduría para saber discernir.

 

Porque hay veces que Tú nos hablas a través de los sueños, también. Que no nos llenemos de pánico, Señor, sino que podamos recibir de ti la sabiduría y el discernimiento para entender lo que Tú quieres para nosotros y saber como proceder en cada día, Señor. Bendigo a cada uno de mis hermanos y hermanas.

 
Y te pido que ellos puedan salir de aquí llenos de tu paz, llenos de tu amor y confiados en la esperanza de que solamente a través de ti y de tu amor tenemos acceso y entrada a una vida eterna contigo, ¡oh, Dios! Te damos las gracias por tu Hijo Jesús. Amén y amén.

 
«CREO»-«CREEMOS»
26 Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: "Creo" o "Creemos". Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los Mandamientos y en la oración, nos preguntamos qué significa "creer". La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida. Por ello consideramos primeramente esta búsqueda del hombre (capítulo primero), a continuación la Revelación divina, por la cual Dios viene al encuentro del hombre (capítulo segundo). y finalmente la respuesta de la fe (capítulo tercero).
27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:
La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).
28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:
El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).
29 Pero esta "unión íntima y vital con Dios" (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos (cf. GS 19-21): la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).
30 "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti (S. Agustín, conf. 1,1,1).
31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas "vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también "pruebas de la existencia de Dios", no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino en el sentido de "argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas.
Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana.
32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.
S.Pablo afirma refiriéndose a los paganos: "Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad" (Rom 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9).
Y S. Agustín: "Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo...interroga a todas estas realidades. Todas te responde: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión ("confessio"). Estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza ("Pulcher"), no sujeto a cambio?" (serm. 241,2).
33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La "semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia" (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios.
34 El mundo y el hombre atestiguan que no tienen en ellos mismos ni su primer principio ni su fin último, sino que participan de Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin. Así, por estas diversas "vías", el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo, "y que todos llaman Dios" (S. Tomás de A., s.th. 1,2,3).
35 Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación en la fe. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana.
36 "La santa Iglesia, nuestra madre, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas" (Cc. Vaticano I: DS 3004; cf. 3026; Cc. Vaticano II, DV 6). Sin esta capacidad, el hombre no podría acoger la revelación de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado "a imagen de Dios" (cf. Gn 1,26).
37 Sin embargo, en las condiciones históricas en que se encuentra, el hombre experimenta muchas dificultades para conocer a Dios con la sola luz de su razón:
A pesar de que la razón humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, así como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obstáculos que impiden a esta misma razón usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a sí mismo. El espíritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginación, así como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ahí procede que en semejantes materias los hombres se persuadan fácilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas (Pío XII, enc. "Humani Generis": DS 3875).
38 Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre "las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error" (ibid., DS 3876; cf. Cc Vaticano I: DS 3005; DV 6; S. Tomás de A., s.th. 1,1,1).
39 Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Esta convicción está en la base de su diálogo con las otras religiones, con la filosofía y las ciencias, y también con los no creyentes y los ateos.
40 Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y según nuestro modo humano limitado de conocer y de pensar.
41 Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las múltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfección infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, "pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb 13,5).
42 Dios transciende toda criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que tiene de limitado, de expresión por medio de imágenes, de imperfecto, para no confundir al Dios "inefable, incomprensible, invisible, inalcanzable" (Anáfora de la Liturgia de San Juan Crisóstomo) con nuestras representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre más acá del Misterio de Dios.
43 Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que "entre el Creador y la criatura no se puede señalar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no sea mayor todavía" (Cc. Letrán IV: DS 806), y que "nosotros no podemos captar de Dios lo que él es, sino solamente lo que no es y cómo los otros seres se sitúan con relación a él" (S. Tomás de A., s. gent. 1,30).
44 El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios.
45 El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha."Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mi penas ni pruebas, y viva, toda llena de ti, será plena" (S. Agustín, conf. 10,28,39).
46 Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar a certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo.
47 La Iglesia enseña que el Dios único y verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razón humana (cf. Cc.Vaticano I: DS 3026).
48 Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las múltiples perfecciones de las criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio.
49 "Sin el Creador la criatura se diluye" (GS 36). He aquí por qué los creyentes saben que son impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le conocen o le rechazan.

 
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5 comentarios:

  1. “Yo le repartí comida a la gente” o como decía uno por ahí, “Yo fui a África y cavé pozos de agua para que la gente tuviera qué beber”. “Donaba sangre todos los meses”. Usted puede decir todo lo que usted quiera. Pero si la persona de Jesús no está presente, Y es una verdad, mis hermanos, podrá sonar bien simple pero es una verdad bien fuerte. Es una verdad que a mucha gente se le hace difícil lidiar con ella.





    Hay veces que hasta los mismos teólogos que tratan de interpretar las Escrituras muchas veces luchan con esa verdad. Pero es una verdad que está ahí plasmada. Si la persona de Jesús no está ahí presente, si nosotros no somos justificados por esa fe que nosotros ponemos en el Señor Jesús, miren no importa. Podemos traer un archivo completo de cosas que hayamos hecho pero al fin y al cabo nada.

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  2. El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios.
    45 El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha."Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mi penas ni pruebas, y viva, toda llena de ti, será plena" (S. Agustín, conf. 10,28,39).

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  3. el hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre "las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error"

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  4. A pesar de que la razón humana, hablando simplemente, pueda verdaderamente por sus fuerzas y su luz naturales, llegar a un conocimiento verdadero y cierto de un Dios personal, que protege y gobierna el mundo por su providencia, así como de una ley natural puesta por el Creador en nuestras almas, sin embargo hay muchos obstáculos que impiden a esta misma razón usar eficazmente y con fruto su poder natural; porque las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que el hombre se entregue y renuncie a sí mismo. El espíritu humano, para adquirir semejantes verdades, padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginación, así como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ahí procede que en semejantes materias los hombres se persuadan fácilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas

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  5. El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).

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