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viernes, 17 de mayo de 2013

dispersó a los de corazón soberbio


 

EL ORGULLO

 

“Desplegó  la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio” (Lc 1,51)

 

1. Reflexión

 

     Si hay una actitud en el hombre, que lo excluya de la adoración, ésa es la soberbia, porque la criatura es indigna de permanecer en presencia de Dios y sólo la humildad le capacita para acercarse a él. El profeta Isaías, más que definirnos la soberbia, nos ofrece una reflexión de sus efectos a partir de las palabras atribuidas a Lucifer, que dice en su corazón: “Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono y me sentaré en el Monte de la Reunión en el extremo norte. Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo” (Is 14,13-14). Querer ser como Dios, ése es el afán supremo del primer pecador y de todos los pecadores. No tiene que sorprendernos que, al tentar a Jesús, el diablo pretendiera su adoración. La oferta de pagarle con todos los reinos de la tierra nos da a entender que para él la adoración está por encima de toda la gloria que puedan darle los hombres, y que busca en la adoración el honor máximo a que puede aspirar, porque recibir adoración es robarle a Dios lo que sólo a Dios pertenece, es un intento de sentarse de algún modo en el trono de Dios. Pero el final del soberbio es la caída: “Al seol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo” (Is 14,15).

    La soberbia incapacita para la adoración, porque produce siempre algún grado de enfrentamiento contra Dios. Quien se deja dominar por la soberbia lleva consigo una de las señales más claras de la reprobación, porque es como la raíz y madre de todos los desórdenes y de todos los pecados. La soberbia corta el acceso a las bendiciones de Dios, porque “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (1 P 5,5). 

     El soberbio es rechazado por Dios, ya que es imposible que esté en su presencia con tal actitud: Dice el Señor al ángel de la Iglesia de Laodicea: “Voy a vomitarte de mi boca. ‘Tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido; nada me falta’. Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de  compasión, pobre, ciego y desnudo” (Ap 3,15-17). El profeta anuncia la exaltación del Señor junto con la caída de los soberbios: “Los ojos altivos del hombre serán abajados, se humillará la altanería humana, y será exaltado el Señor solo en aquel día” (Is 2,11).

     La verdadera adoración a Dios exige al hombre rendirse ante él, reconocerse criatura, pecador e indigno de participar en el más alto de los cultos, sentirse agraciado por poder permanecer en los atrios de la casa del Señor mientras se une, por la súplica  del corazón, a la adoración de la creación en la tierra y en el cielo.

 

2. Palabra profética

 

¨       En adoración: “¿Creéis que estáis aquí porque habéis sido capaces de subir peldaños que otros no han podido subir y habéis llegado por vuestras fuerzas? ¿Creéis que habéis sabido luchar más que los demás y por eso ocupáis este lugar? Sólo mi misericordia os ha sacado de la oscuridad de abajo para traeros a la luz de mi presencia; sólo mi misericordia os ha traído hasta aquí. ¡Si vierais vuestra realidad como yo la veo! ¡Si vierais cómo cubro vuestra oscuridad con mi luz! ¡Si vierais cómo mi amor me empuja a traeros hasta mí para transformaros y santificaros! ¡Si vierais cuántas veces habéis estado al borde del precipicio y yo os he sostenido! ¡Si vierais cuántas veces habéis estado cubiertos de barro y yo os he lavado! Recordad que el poder es mío. que sólo yo puedo llevar a cabo las obras. En la medida en que permanezcáis en mí y seáis conscientes de vuestra realidad y de la mía. veréis mi poder. En la medida en que descubráis vuestra realidad. descubriréis también mi misericordia; pero que no se engría vuestro corazón".

 

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1 comentario:

  1. “¿Creéis que estáis aquí porque habéis sido capaces de subir peldaños que otros no han podido subir y habéis llegado por vuestras fuerzas? ¿Creéis que habéis sabido luchar más que los demás y por eso ocupáis este lugar? Sólo mi misericordia os ha sacado de la oscuridad de abajo para traeros a la luz de mi presencia; sólo mi misericordia os ha traído hasta aquí. ¡Si vierais vuestra realidad como yo la veo! ¡Si vierais cómo cubro vuestra oscuridad con mi luz! ¡Si vierais cómo mi amor me empuja a traeros hasta mí para transformaros y santificaros! ¡Si vierais cuántas veces habéis estado al borde del precipicio y yo os he sostenido! ¡Si vierais cuántas veces habéis estado cubiertos de barro y yo os he lavado! Recordad que el poder es mío. que sólo yo puedo llevar a cabo las obras. En la medida en que permanezcáis en mí y seáis conscientes de vuestra realidad y de la mía. veréis mi poder. En la medida en que descubráis vuestra realidad. descubriréis también mi misericordia; pero que no se engría vuestro corazón".



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