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sábado, 20 de abril de 2013

TE ADORAMOS JESUS EUCARISTIA

 
 


Retiro Eucarístico
13-4-13
La oración implica un hacer. Vamos a dejarnos guiar por una experta en el tema de la oración: santa Teresa de Jesús, mujer apasionante, absolutamente apasionada que se consideraba a ella misma ruin, pecadora y que a pesar de ser “mala”, permaneció al lado de Jesús.
El Dios de la vida es el mismo que el Dios de los corazones y del Dios del altar. No se pueden escindir. Nadie puede rezar bien si no tiene en orden el Dios de la vida y el Dios de los corazones. Si no encuentro al Dios de la vida entre las cacerolas, hay una contradicción. Hay otras personas a las que les pasa al revés, están siempre con el Dios de la vida pero son incapaces de arrodillarse.
Santa Teresa se aleja de las prácticas piadosas y privilegia el encuentro con la persona.
Hay tres tipos de oración:
·         Vocal - la palabra orar viene de oral, mover los labios. Jesús critica a algunos que mueven los labios pero su corazón está lejos del suyo. La oración vocal es necesaria y se convierte en una herramienta fundamental cuando estamos distraídos.
·         Mental – pensar en Dios, traer a la mente el recuerdo de Dios.
·         Contemplativa – la mirada ocupa un lugar de privilegio.
 
En la adoración eucarística confluyen las distintas formas de oración según las circunstancias: vocal (con el corazón), mental y contemplativa (ojos y mirada)
Santa Teresa se aleja del “quietismo” en sí mismo. Dice que la oración es un tratar (acción) de amistad con Aquel que sabemos que nos ama estando muchas veces (todas las que se puede) a solas con él. “El amor no se cura sino con la presencia y la figura”, como enseña san Juan de la Cruz. “Intimidad necesitan los amantes”
Si una persona dice: a Dios lo encuentro en todas partes, no necesito adorar es como si dijera: me encanta cocinarle a mi esposo, pero de vida íntima cero; u otro caso: tengo vida íntima pero después no le cocino. Ambos casos están mal.
Santa Teresa utiliza 5 imágenes a considerar para alcanzar la oración contemplativa y no hacer caso de la imaginación, que es “la loca de la casa”:
Maestro de oración Tratar con un maestro que me enseña a orar. Él es quien enseña, El es el maestro directo.
Tomar conciencia que camino hacia la fuente de Agua Viva. Historia de amistad.
Reconocer a la oración privilegiada: el Padrenuestro. Esta sola oración contiene todos los elementos necesarios, si se la reza con todo el corazón.
Recorrer el “castillo interior” con sus siete moradas (estados del alma) hasta llegar a la contemplación unitiva, la alcoba del Rey. Hay un mundo dentro de nuestra alma. En la adoración es necesario que uno se recoja y ingrese al castillo. El bautizado es el cuerpo de Cristo.
Organizar la vida como si fuera un campo de batalla o tablero de ajedrez Una vida desorganizada resultará en un mal orante. Se trata de arreglar la vida, de poner bien las piezas. Si digo: Me liberé de los chicos y de mi esposo y puedo tener un rato de tranquilidad, vamos mal. La oración no es huir de la vida, sino “meterse” con mayor profundidad en la vida.
 
1 Trato con el Maestro
Lc 10, 38-42 Mientras iba caminando Jesús entró en un pueblo y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Vemos que Jesús camina y se detiene en Betania entrando en la casa de Marta, María y Lázaro para descansar en el Espíritu con sus tres amigos. María, a sus pies escuchaba,
Debo adorar en el medio de la vida, caminando; no aislándome de la vida. Jesús se detiene y entra en lo de Marta. Tenemos que pedirle a Jesús que entre. La casa de Betania era el lugar donde Jesús podía descansar.
María estaba sentada a los pies del Señor. Uno tiene que entrar para sentarse, para relajarse, para descansar. María escuchaba su palabra. Sentada para escuchar, no para hablar. La adoración no es el lugar para rezar el Rosario. Entro al lugar para sentarme y descansar.
Los pasos son tres: entrar, sentarse y escuchar, dejando de lado las inquietudes y angustias que nos perturban.
Marta estaba ocupada con los quehaceres de la casa. Mientras estamos rezando viene una voz que dice: ¡con todo lo que tenés que hacer estás acá sentado! ¿Qué hago, pido o callo? ¿Intercedo por esa gente o callo?
¿Qué le dice Jesús?: Marta, Marta te inquietas y te agitas por muchas cosas.
Hay gente que no puede quedarse quieta, dejar todo a un lado. Es decirle a Dios: vos te ocupas de mis problemas. Uno puede haberse calmado, pero seguir interiormente agitado.
Pocas cosas son importantes: esposa, hijos, tener salud. Que funcione bien el auto no lo es.
Atender a tu casa, a tu marido, a los chicos, venir a adorar y que esté todo reluciente. Todo impecable… no es posible. Lo importante no es la hora que adoras sino cómo ésta ha sido preparada por la vida. Hay que ir ajustando las cosas de a poquito.
A algunos pacientes el Señor necesita dormirlos para operarlos. La oración es estar con Él. A la oración no se puede venir a dormir. Otra cosa es querer orar y quedarse dormido. El trato de amor necesita abrazo, quietud, caricia, afecto y no inquietud.
Es un trato entre dos personas. Es fundamental tomar conciencia de quién está allí. Que allí está Él. En el trato Él me va a ir enseñando verdades de la vida.
Marta quiere ser la dueña de casa. Manda, acomoda. Jesús y el Espíritu Santo son quienes gobiernan el momento de oración. ¿Señor hoy qué me queréis enseñar? María estaba a los pies de Jesús hambrienta de que el Señor le enseñara.
Es bueno escuchar la Palabra. Leer un poquitito de la Palabra. Apenas un trocito. Nada más. Este no es el momento para estudiar la Palabra. Tampoco es el momento para el Rosario. Cada cosa en su lugar. Se puede por momentos hablar: te amo, gracias por este momento, pero hay que ir tendiendo a que cada vez haya menos palabras y más miradas.
Algunos dicen “hasta que no me dejen tranquilo, no voy a poder orar”. Marta seguramente hacía mucho ruido y sin embargo María permanecía atenta. Puede haber ruido a mi alrededor y simplemente ignorarlo.
La Madre Teresa elegía sus monasterios en los lugares más ruidosos de Calcuta. No somos budistas ni yoguis. No venimos a relajarnos sino a encontrarnos con Él, a estar conectados con el que nos ama.
Debemos tomar conciencia de que pocas cosas son necesarias en la vida para crecer en el Amor. Lo importante es que Él está con nosotros y nos enseña las verdades de la vida porque somos sus discípulos. Como adoradores podríamos preguntarnos: Hoy ¿qué me quiere enseñar Jesús? El nos habla a través de su presencia eucarística, del silencio, también de la Palabra, bien breve, dejando tiempo de escucha en soledad con menos palabras y más miradas s Jesús Sacramentado.
Camino hacia la fuente.
¿Cuáles son las condiciones del orante? Se trata de orar en la ciudad, caminando hacia la Fuente. Podemos meditar en  Jn 4, 5-22 el encuentro de Jesús con la samaritana en el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sienta junto al pozo.
Jesús está fatigado del camino, de que nadie entre en trato con Él, de que nadie lo comprenda. Entro en oración para comprenderlo a Él. Por eso le dice a la mujer: Dame de beber.
Pero también le dice: Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: “Dame de beber” tú misma se lo hubieras pedido y él te habría dado agua viva. Del cuerpo sacramentado de Cristo y del corazón pacificado brota agua viva. Amor que pacifica. Espíritu Santo. La gente busca la tranquilidad en cualquier lado menos en su corazón.
El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed. Pero el que beba del agua que yo le daré nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna. El agua que sacamos con nuestro esfuerzo no nos sacia. Nos preocupamos por nuestros hijos pero muchas veces los resultados no son los esperados. Hay esfuerzos que no te van a dar lo que necesitas. Hay cosas que no sacian. Mantienen la sed.
Señor dame de esa agua para que no tenga más sed y no tenga que venir a buscarla. Jesús le respondió: Ve, llama a tu marido y vuelve aquí. Voy a hablar de la vida con Él. La verdad. Voy a Jesús para que me diga la verdad. Voy a reconocer mi necesidad, mi sed. Las cosas que andan mal y que tengo que arreglar.
Entramos en la oración para encontrarlo a Él y le decimos: “Dame de beber” para aquietar nuestros corazones y calmar la sed en la fuente de Agua Viva que fluye del manantial que nos purifica.
Hay que ir e ir e ir al pozo por mucho tiempo. Se trata de sacar el agua con nuestro esfuerzo, sabiendo que hay esfuerzos vanos que no calman nuestra sed espiritual. El orante va al pozo todos los días con “determinada determinación” para buscar el Agua Viva. Por mucho tiempo la vida espiritual es caminar con un balde hasta que un día vas a sentir que la casa se te construyó en el medio del pozo y ya no necesitamos más esfuerzo alguno, el Agua Viva calma nuestra sed para siempre. Un día Jesús te regala la oración de quietud y empieza a brotar una experiencia de su amor.
Jesús quiere hablarnos de la vida, para lo cual tendremos que transitar de la distracción a la oración. Vamos a Jesús para que nos diga la verdad.
Santa Teresa pasó 14 años yendo a orar como un zapato, pero no se distraía del objetivo. La Samaritana era su gran amiga porque pertenecía a la banda de los pecadores. A Sta. Teresa le gustaba quedar bien con la gente. Le chupaba las medias a todo el mundo. Y Jesús se lo reprochó. Quedaba bien con todo el mundo menos con Él.
Condiciones necesarias del adorador:
·         Amor mutuo.
·         Desasimiento de todo lo creado.
·         Verdadera humildad = humilde verdad.
La oración de amistad hace que yo me termine pareciendo a mi Amigo.
El problema es que somos:
·         Egocéntricos. Esto lo sana el amor mutuo. Si decimos: me siento bien cuando la iglesia está vacía, sonamos. Es un amor sensual: todo para mí. Hay gente que reza con amor sensual, que quiere sentir. No tolera la sequedad del alma. La oración es muy sobria, no es un amor del cual yo tenga que sentir. Cuando hay amistades particulares, discordias, envidias en las comunidades, se arman líos. El amor sensual esclaviza profundamente. Empiezo a orar bien cuando comienzo a orar con el hermano que más me cuesta. El amor sensual utiliza a Jesús, lo quiere para sí. Lo convierto en defensor mío y acusador de los hermanos.

Debemos pasar de las sensaciones exteriores a lo profundo del corazón. Poner los ojos en Jesús. Darse cuenta a quién estoy amando. El esfuerzo que hacemos para que nos quieran es ceguera para la oración. Una persona que vive ofendida porque no la quieren está inhabilitada para orar. En el amor espiritual yo quiero consolar a Jesús, en el sensual quiero que Jesús me consuele.
 
Por lo tanto digamos “no” al amor sensual, porque la oración no pasa por sentir (como es el caso de los celos, la envidia y tantos otros sentimientos negativos que nos invaden al orar y que nos esclavizan). El peligro es “utilizar” a Jesús según nuestras propias inclinaciones, como es el caso del “hermano difícil” a quien debemos tratar con especial caridad, sobre la base de estar en una comunidad y no en una secta y fundamentalmente por Amor.
 
El amor espiritual va desde los sentidos a lo profundo del corazón y de la inteligencia. Nuestro propósito ha de ser poner los ojos en Jesús. Hay una ceguera, o sea el esfuerzo para que Él nos comprenda y nos guíe. Luego viene la búsqueda de dar consuelo al mismo Jesús.
 
·         Posesivos con las personas y con las cosas. El amor de desasimiento es estar libre de todas las cosas para en la oración amarlo a Él. Hay que soltar los problemas. No te preocupes, nos dice Jesús. Vos ocúpate de estar conmigo y yo me ocupo de tus cosas. Debemos ser personas de un único amor: cuando amo a mi hijo, amo a Jesús en mi hijo, cuando amo a mi trabajo, amo a Jesús en mi trabajo.

El desasimiento consiste en liberarse de todas las cosas para amar a Jesús en la oración. Debemos estar junto a nuestros familiares y hermanos, pero no atados; rechazando las esclavitudes. Somos personas de un  “único Amor”, desasidos de todo, especialmente de las preocupaciones familiares, del propio yo (de preocuparse constantemente por la salud y la estética), aprender a vivir con dolores, desasirnos de la honra.

Señor Jesús, dame la gracia de desprenderme interiormente de mí mismo, de las cosas y de las personas que me atan.
 
·         Soberbios. El fundamento es la verdadera humildad;  es saber exactamente quien soy delante de Él. No macanearme a mí mismo.
 
Surge la duda de cómo saber cuál es nuestro grado de humildad. Aquí tendremos que examinarnos sobre nuestra actitud cuando alguien nos dice algo. Tenemos tendencia a defendernos ante las críticas o las actitudes del prójimo. Sobre la base de nuestra reacción interior, sabremos hasta dónde somos o no somos humildes.  La verdad es lo que ocurre, no lo que lo causa.
La otra parte es saber bien quién es Él. Dejarlo a Él que conduzca el camino de oración, cederle el lugar al Amigo. Entro al lugar de oración diciendo
hace conmigo lo que quieras. No busco lo que vos me vas a dar, busco lo que vos quieras hacer conmigo.

La verdadera oración tiene que ser una oración en la vida. La perfecta imagen de la oración es Cristo que está vuelto al seno del Padre y el orante que está vuelto al seno de Cristo.

Orar no consiste en pensar muchas cosas espirituales sino en amar mucho, luchando para erradicar el pecado mortal, el venial y las mismas imperfecciones y defectos de personalidad.
Preguntas:
¿Esto tiene que ver con mi vida de oración?
¿Puedo detectar dónde están mis tornillos flojos? Uno tiene que detectar lo que tiene aflojado, pero es Cristo quien tiene el destornillador.
Santa Teresa aspiraba a la unión, pero le importaba más amarlo que tener experiencias místicas. Éstas no pertenecen al centro de la oración. Le descomponían los melancólicos, los que siempre se están quejando.
Cuando Dios está en mi vida, me convierto en una persona de mucha gratitud y de muy buen humor.
La vida del orante es seria, profunda y modifica su modo de ser. Voy al corazón de Cristo y luego voy a mi corazón y de allí voy al corazón del mundo, al corazón de lo que viven los hombres.
La adoración eucarística es el monasterio del laico. El demonio te ataca en el mundo con los acontecimientos y en el monasterio con los pensamientos. Tengo que buscar la tranquilidad para estar con Él, para encontrarme con Él. Tengo que aprender a vivir lo que Él vivió, a correr la misma suerte que Él, a aceptar perder batallas. ¿Si Él quiso la Cruz, por qué nosotros queremos honores?
 
En la adoración no hay técnica, relajación, respiración sino trato con aquel que sabemos que nos ama.
Acto de orar – consejos
Cuando ores entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que ve en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.
El amor a la soledad y al silencio es fundamental. Nace de la necesidad del amor, de la intimidad. Debemos aprender a andar solos por la vida. El director espiritual de Santa Teresa, el p. Gracián, los últimos años la hizo sufrir. Teresa sacaba provecho de toda experiencia: Jesús me quiere más para él. Los que nos aman no nos comprenden. Quien verdaderamente comprende nuestra alma es el Señor.

El silencio es fundamental en la vida espiritual. Debemos entrar en el silencio porque las palabras agitan el corazón y nunca vamos a poder escuchar. Silencio que nace del deseo de escuchar la voz del Amado. No hay forma de orar sin silencio porque sólo así podemos escuchar su voz.
Es el silencio de los pensamientos, sabiendo que orar es más mirar que discurrir o pensar. Es no quitar los ojos de aquel que tan ansiosamente nos está aguardando. Jesús la pasa bien con nosotros. Está feliz que yo esté con Él. Me está esperando. Ha creado a las creaturas para que estemos con Él. No quitar los ojos de Aquel que nos está aguardando.

Orar es volver a la Fuente del Amor que nos creó por un desbordamiento de su Amor. Cuando adoramos, estamos yendo al lugar hacia dónde vamos, no es un lugar extraño. Hago todo para despejar la zona. La oración de quietud es el primer estadio místico de la vida de oración de Santa Teresa. Salmo 130 Acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre. El objetivo de la oración implica oración de quietud, acallando y moderando los deseos como un niño pequeño, o sea mirando hacia adentro.
Se suspende la inteligencia y la voluntad. Punto focal es el descansar y gozar de Dios en total sencillez y pobreza. Brota del mirar.
 
Problemas en la oración: la distracción.
·         Cuando estamos hechos una batidora: leer algo, preferentemente la Palabra de Dios. Tratar de entrar, sentarnos, aquietarnos, mirar. Leer muy poquito para poder unificar mi corazón en un pensamiento. No hay que meditar sino saborear la Palabra. Orar no consiste en pensar sino en amar.
·         Mirar al que me está mirando. No sólo mirar que está ahí, sino mirar que me está mirando. Está enamorado de mí.
·         Pequeñas jaculatorias personales. Poquito. (ej.: Jesús, en vos confío, Ven Espíritu Santo o simplemente el nombre de Jesús) Lo fundamental es ver en fe sabiendo que Él está allí mirándome. Lazo de amor que se produce. Mirarlo a Él. En algún momento hay que pasar a la oración del corazón, cerrar los ojos. El cuerpo eucarístico está unido a mi propio cuerpo.
Si la adoración fue fuente, me lleva a la actividad con una profunda quietud.
La fuente que entra y sale y renueva.
·         No quitar los ojos de Aquel que nos está aguardando y que quiere holgarse (que quiere divertirse, compartir sus cosas) con nosotros. Cuando nos sentimos amados por Él, amamos bien a los demás.
·         Dejar a Cristo por Cristo. En la Eucaristía Cristo es muy pobre. Dios se ha hecho hombre y ha entrado en la realidad concretísima de la vida.
Ver como Dios mira la realidad cambia el modo de mirar mi propia vida y la vida de los demás. No tiene sentido que adoremos al Señor y que luego volvamos a la vida cotidiana como si nada hubiera ocurrido.
·         Santa Teresa sacaba provecho de todo. Tengo quien me ama incondicionalmente. El amor incondicional nos hace volvernos incondicionales con los demás. El sacramento de la incondicionalidad.
·         Se privilegia el abrazo y el beso, y no la charla. Es un diálogo de miradas que incluye muchas veces aburrirse. Si me distraigo, leo algo en función de recoger las potencias. Centro mi mirada en el Señor.
·         Hacer presente su Sacratísimo Cuerpo. Darme cuenta que Él está ahí. Esfuerzo del amor.
·         Los verdaderos orantes son gente muy sufrida. Es condición de amistad. Ir con este amigo a dónde nos lleve. El corazón para el orante es el instrumento. A Jesús le basta la actitud de perdonar. Una profunda actitud de perdón.
·         Esto es un camino parecido a una batalla. Que nadie se desanime. La adoración pasa por soltar. Cuanto más libres estamos, más lo dejamos hacer a Él.
Yo por la gracia, porque llevo al Espíritu Santo de Cristo que ora en mí puedo llegar a ser un excelente contemplativo.
 
 


1 comentario:

  1. El silencio es fundamental en la vida espiritual. Debemos entrar en el silencio porque las palabras agitan el corazón y nunca vamos a poder escuchar. Silencio que nace del deseo de escuchar la voz del Amado. No hay forma de orar sin silencio porque sólo así podemos escuchar su voz.



    Es el silencio de los pensamientos, sabiendo que orar es más mirar que discurrir o pensar. Es no quitar los ojos de aquel que tan ansiosamente nos está aguardando. Jesús la pasa bien con nosotros. Está feliz que yo esté con Él. Me está esperando. Ha creado a las creaturas para que estemos con Él. No quitar los ojos de Aquel que nos está aguardando

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