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lunes, 10 de junio de 2013

La adoración es camino para un encuentro profundo con el Altísimo, deseable en sí mismo, pero al mismo tiempo difícil para el hombre que, a causa de su naturaleza pecadora, ve las dificultades y las experimenta en toda su crudeza.



 
 
PROBLEMA DE RELACIÓN

 

"A ti acude todo mortal agobiado por el peso de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas" (Sal 65,3-4.

 

1. Reflexión

 

     La adoración es camino para un encuentro profundo con el Altísimo, deseable en sí mismo, pero al mismo tiempo difícil para el hombre que, a causa de su naturaleza pecadora, ve las dificultades y las experimenta en toda su crudeza. Parece lógico pensar que, cuando nos relacionamos con Dios, no deberíamos tener problemas, ya que no cabe esperar ningún impedimento por parte de él, que sólo es fuente de bien y sólo el bien puede proceder de él. Sin embargo, no es así. ¿Qué le sucede al hombre para caer en semejante error? La dificultad con que se encuentra consiste en que no puede controlar la situación ni puede tratar a Dios al mismo nivel que a los hombres, de tú a tú, como sucede entre seres de la misma especie:

 

¨       Por una parte, Dios es para el hombre el inalcanzable y todopoderoso, "el que mira  a la tierra y ella tiembla" (Sal 104,32).

¨       Como si esto no fuera suficiente, se añade el hecho de que al ser Dios espíritu, "a Dios nadie le ha visto jamás" (Jn 1,18), y escapa a las capacidades cognoscitivas normales del hombre, al que no le sirven los medios normales de comunicación; más aún, no tiene otros medios de comunicación con él que aquellos que Dios pone a su alcance.

¨       Además, el camino normal de encuentro que Dios ha dispuesto para el hombre pasa por la fe, pues "el que se acerca a Dios ha de creer que existe" (Hb 11,6), un método que tampoco está bajo su control y ante el cual solemos oponer resistencia.

 

     El hombre está herido por el pecado. La presencia del pecado en nuestra naturaleza humana ha desestabilizado la primera creación del hombre y su relación clara con la verdad. La nueva situación, salpicada de tantas limitaciones, se ha convertido en fuente de problemas, bien porque no admitimos esta realidad superior en la que Dios es y está por encima de todo, bien porque el orgullo nos empuja a resistir ante la realidad que reconocemos, intentando dominarla como si de la naturaleza física se tratara. Por una parte, vemos en los demás y experimentamos en nosotros mismos que "toda carne es hierba y todo su esplendor como flor de campo" (Is 40,6), aunque nos resistimos a admitir esta verdad; por otra parte, Dios viene en nuestra ayuda y nos recuerda lo que necesitamos oír:  "¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre el Señor, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable?" (Is 40,28).

 

2. Palabra profética

 

¨       "Yo, vuestro Dios, conozco la disposición de vuestros corazones; yo, vuestro Dios, conozco también vuestras dificultades. Y os digo que os pongáis en pie, os digo que os pongáis en marcha, yo me ocupo de vuestras cosas. Dejaos llenar por mi Espíritu. Grandes cosas vais a ver, pero recordad: toda la gloria es mía. Abandonaos a mí. Confiad en mí".

¨       "Hijos míos, mis amados, conozco vuestro peregrinar por la vida, las polvaredas que se han levantado a lo largo de vuestro camino, el dolor que han producido los pinchos que se han clavado en vuestros pies, pero nada ha pasado sin mi permiso, todo era necesario. El polvo que ha cegado vuestros ojos os ha enseñado a caminar en fe; el dolor de las heridas que se han abierto en vuestros pies y en vuestro corazón os han empujado a venir a la cruz conmigo; pero ahora os pido más, ahora os pido entrega total, ahora vais a trabajar también para mi Reino como yo he dispuesto para vosotros. No podéis venir a mí con bagajes; tenéis que venir a mí libres, vacíos, ligeros. Yo os daré lo que necesitáis; no os entretengáis en naderías, y que vuestra mirada esté fija en la mía".


1 comentario:

  1. "Hijos míos, mis amados, conozco vuestro peregrinar por la vida, las polvaredas que se han levantado a lo largo de vuestro camino, el dolor que han producido los pinchos que se han clavado en vuestros pies, pero nada ha pasado sin mi permiso, todo era necesario. El polvo que ha cegado vuestros ojos os ha enseñado a caminar en fe; el dolor de las heridas que se han abierto en vuestros pies y en vuestro corazón os han empujado a venir a la cruz conmigo; pero ahora os pido más, ahora os pido entrega total, ahora vais a trabajar también para mi Reino como yo he dispuesto para vosotros. No podéis venir a mí con bagajes; tenéis que venir a mí libres, vacíos, ligeros. Yo os daré lo que necesitáis; no os entretengáis en naderías, y que vuestra mirada esté fija en la mía".

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