Jesús y el amor al
prójimo
Iniciamos esta nueva sección "Jesús de Nazareth"
para estudiar a profundidad su personalidad, palabras, y acciones.
Muy por el contrario de las afirmaciones de algunos ateos
fanáticos, es evidente que el Antiguo Testamento contiene enseñanzas morales
muy superiores a lo común establecido en aquella época.
Levítico 19
v.9-18 "Cuando hagáis la recolección de vuestra tierra,
no segarás hasta el límite extremo de tu campo, ni recogerás las espigas caídas
ni harás el rebusco de tus viñas y olivares, ni recogerás la fruta caída de los
frutales, lo dejarás para el pobre y el extranjero. Yo Yavé, tu Dios"
v.11 "No os hurtaréis ni os haréis engaño y mentira
unos a otros"
v.13 "no oprimas a tu prójimo ni le despojes
violentamente. No quede en tu mano hasta el siguiente día el salario del
jornalero"
v.33-37 "Si viene un extranjero para habitar en vuestra
tierra, no le oprimáis; tratad al extranjero que habita en medio de vosotros;
ámale como a ti mismo, porque extranjero fuisteis vosotros en la tierra de
Egipto. Yo Yavé, vuestro Dios"
El capítulo 19 del Levítico además enseña: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo" (v.18), pero en los labios de Jesús el amor al
prójimo resultó algo totalmente nuevo.
Para entender mejor en qué consistió el mensaje
revolucionario de Jesucristo hay que conocer el contexto histórico: la Toráh
son los cinco primeros libros de la Biblia (que los cristianos llamamos
Pentateuco) y que suele denominársela ley mosaica o ley de Moisés. Los judíos
lo llaman simplemente "la ley". Igualmente es necesario conocer los
613 preceptos que emanan de la Toráh.
Por ejemplo, el precepto del amor al *prójimo* ellos lo
interpretan amor a un israelita:
El precepto del afecto por un semejante israelita (Levítico
19, 18)
Según la ley de Moisés no se puede maldecir a un israelita:
La prohibición de maldecir a un israelita, sea hombre o
mujer (Levítico 19, 14)
Sin embargo el versículo 14 dice lo siguiente: "No
profieras maldición contra el sordo ni pongas ante el ciego tropiezos para
hacerle caer". No se menciona israelita por ningún lado.... Lo que sucede
es que el versículo anterior (v.13) sí menciona el término *prójimo*: "No
oprimas a tu prójimo ni le despojes violentamente. No quede en tu mano hasta el
siguiente día el salario del jornalero".
¿Para el israelita quién era su *prójimo*?
Otro israelita, un connacional, sólo gente de su misma raza
o colectividad.
Luego, la prohibición de maldecir sólo se aplica a los
israelitas y no a los extranjeros (a menos que habite en medio de Israel y haya
aceptado el cumplimiento de la ley).
En el A.T. al prójimo se le llamaba ah, hermano; re a,
compatriota; hombre de la misma familia o de la misma tribu; qarobh, pariente,
vecino; amith, compatriota; y sólo los israelitas, la gente de la misma raza,
todos ellos por muchos que fueran y sólo ellos, entraban mediante la
circuncisión o rito equivalente, a formar parte de la colectividad, según el
principio de la solidaridad entonces vigente..
Así encontramos a veces en el precepto del amor al prójimo,
el gher o extranjero (Lev. 19, 34; Dt 10, 19) que habita en medio de Israel y
ha aceptado la pesada carga de la Ley. Pero todos los otros son excluidos del
precepto, en tal sentido la literatura rabínica comenta uniformemente las leyes
que atañen al prójimo, precisando siempre si se trata sólo del israelita y “no
del samaritano, del extranjero o del prosélito” (Mekiltá, Ex. 21, 14, 35) F.
Spadafora, Diccionario Bíblico, Edit. Litúrgica Española, S.A.
¿Quién es mi prójimo? le preguntó un doctor de la ley a
Jesús (Lc10,29-37)
Y Él respondió con la parábola del samaritano:
"Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder
de ladrones, que le desnudaron, le cargaron de azotes y se fueron, dejándole
medio muerto. Por casualidad bajó un sacerdote por el mismo camino, y,
viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, le vio
también, y pasó delante. Pero un samaritano que iba de camino llegó a él, y,
viéndole, se movió a compasión; acercóse, le vendó las heridas, derramando en
ellas aceite y vino; le hizo montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al
mesón y cuidó de él. A la mañana, sacando dos denarios, se los dio al mesonero
y dijo: Cuida de él, y lo que gastares, a la vuelta te lo pagaré."
Entonces Jesús le preguntó al doctor de la ley: ¿Quién de
estos tres te parece haber sido *prójimo* de aquel que cayó en poder de
ladrones?
el doctor de la ley sabiamente contestó: "el que hizo
con él misericordia".
Tome nota que los judíos despreciaban a los samaritanos. Los
despreciaban porque aunque los samaritanos reconocían la Toráh se trataba de un
grupo de descendientes de judíos que habían mezclado su sangre con la sangre de
extranjeros, además de existir entre ellos diferencias religiosas. Por todo
esto judíos y samaritanos no se trataban (Jn 4,9). Intencionalmente Jesús pone
a un samaritano como ejemplo de misericordia. Procuró hacerles entender que
*prójimo* no es únicamente un israelita.
Jesús dio al término *prójimo* su verdadero valor: el
prójimo es cualquier hombre, todos los hombres, el samaritano (Lc 10, 25-37),
el gentil lo mismo que el judío; el publicano, el pecador, la mujer de mala
vida lo mismo que el justo fariseo; el enemigo lo mismo que el amigo. Nuestra
caridad ha de ser universal, como lo es la misericordia de nuestro Padre
celestial. Todos los hombres sin distinción de raza o de religión, son nuestro
prójimo, y tienen tanto derecho a nuestra asistencia, y también, si se da el
caso, a nuestro perdón. F. Spadafora, Diccionario Bíblico, Edit. Litúrgica
Española, S.A.
Otro doctor de la ley le preguntó: "¿Cuál es el primero
de todos los mandamientos? y Él le respondió: el primero es: Escucha Israel: el
Señor, tu Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, etc."
Y a continuación le dice: "el segundo es éste:
"Amarás a tu *prójimo* como a ti mismo. Mayor que éstos no hay mandamiento
alguno" (Mc 12, 28-34; Mt 22, 34-40)
Haciéndose fiel eco de la doctrina de Jesús, San Pablo
afirma que en el amor al prójimo está la plenitud de la Ley. Cuando hubiereis
cumplido todos vuestros deberes de sumisión para con las autoridades, y los de
justicia para con los demás, os queda siempre una deuda, la del amor mutuo,
porque se debe amar al prójimo por Dios, con quien siempre estamos en deuda.
Y la prueba de que jamás está uno dispensado de amar al
prójimo, sin exceptuar a nadie, está en que de esa forma no sólo se practica la
caridad, sino que además se cumple la ley divina perfeccionada en Jesús (Mt 15,
17).
Y ¿quién osará jactarse de haberla cumplido íntegramente
como para no sentirse obligado a más? "No estéis en deuda con nadie, sino
amaos los unos a los otros, porque quien ama al prójimo ha cumplido la Ley.
Pues "no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás" y
cualquier otro precepto, en esta sentencia se resume: "Amarás al prójimo
como a ti mismo".
El amor no obra el mal del prójimo, pues el amor es el
cumplimiento de la Ley (Rom 13, 8).
El que ama procura hacer al prójimo todo el bien que puede;
por tanto la caridad resume y compendia todos los otros preceptos.
San Juan, el apóstol de la caridad, autorizándose siempre
con las palabras de Jesús, pondera la conexión íntima que existe entre el amor
de Dios y el del prójimo, que viene a resumirse en un solo precepto:
"Debemos amar a Dios porque El nos amó primero. Si alguno dijere: Amo a
Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano a
quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve. Y nosotros tenemos de
nuestro Señor Jesucristo este precepto, que quien ama a Dios ame también a su
hermano, sin excepción alguna. F. Spadafora, Diccionario Bíblico, Edit.
Litúrgica Española, S.A.
Jesús *perfeccionó* el amor al *prójimo* aplicando este
precepto universalmente para TODOS: judíos y gentiles, amigos y enemigos,
buenos y malos, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, esclavos
y libres.
Por eso dijo que no vino a anular la ley, ni una letra, ni
una tilde, pero que si había venido para *perfeccionar* su cumplimiento.
Mt. 5:17"No piensen que he venido a anular la ley o los
profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. 18Les aseguro
que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley
desaparecerán hasta que todo se haya cumplido
Según la ley de Moisés no se puede amar ni dejar de odiar al
incitador del mal:
No amar al incitador
al malm No dejar de odiar al que incita al mal
En cambio Jesús enseña que debemos amar, bendecir, y hacer
el bien a quienes nos odian y persiguen, a los que nos ofenden y aborrecen, a
los que incitan al mal contra nosotros. Nos dice que no nos diferenciamos de
los pecadores (Lc 6,27-35) si amamos y hacemos el bien sólo a nuestros
*amigos*.
Quien ama a Dios hace el bien a todos -sin excepción- y no
hace daño a nadie. Cumple con los preceptos aun sin conocerlos. Esa es la ley
que Jesús quiere que tengamos grabado en nuestros corazones.
Los doctores de la ley no lo entendieron. Continuaron
enseñando que *prójimo* son sus connacionales y sólo los extranjeros que
habitan en medio de Israel y han aceptado la ley.
Ni una tilde, ni una letra se cambió "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo", lo que se perfeccionó fue su interpretación.
Los católicos que escondieron a judíos para librarlos de la
persecución nazi -a veces a costa de su propia vida- obraron así con ellos no
porque los consideraban unos *desconocidos* con quienes practicar misericordia,
lo hicieron porque consideraban a esos judíos como su *prójimo*. Esos
cristianos cumplieron fielmente la enseñanza del Levítico de "amar al
prójimo como a uno mismo" *perfeccionada* por Jesucristo.
Lamentablemente a lo largo de la historia de la Iglesia
algunos -o muchos- cristianos se han alejado de las enseñanzas de nuestro Señor
Jesucristo y no han amado al prójimo como es debido.
El precepto del amor al prójimo cristiano resultó ser un
mensaje totalmente nuevo, algo nunca visto en ninguna otra religión y que revolucionó
el mundo hasta el día de hoy. ¿Amar a tu enemigo? ¿Amar a quien te ofende?
¿Amar a quien te calumnia? ¿Amar a quien te persigue y conspira contra ti? Y no
sólo eso...¿hacerle un bien a quien me odia, me ofende, y me persigue? En otra
religión se enseña la pasividad, la no-respuesta, el quietismo ante la
violencia.... El precepto del amor al prójimo en cambio es POSITIVO, no sólo no
hay que devolver el mal a quien nos hace daño sino que tenemos que amar al
enemigo y, como si fuera poco, practicar el bien con él, ayudarlo si lo
necesita. Esta es una de las características que muestra LA ORIGINALIDAD DEL
CRISTIANISMO.
El precepto del amor al prójimo cristiano resultó ser un mensaje totalmente nuevo, algo nunca visto en ninguna otra religión y que revolucionó el mundo hasta el día de hoy. ¿Amar a tu enemigo? ¿Amar a quien te ofende? ¿Amar a quien te calumnia? ¿Amar a quien te persigue y conspira contra ti? Y no sólo eso...¿hacerle un bien a quien me odia, me ofende, y me persigue? En otra religión se enseña la pasividad, la no-respuesta, el quietismo ante la violencia.... El precepto del amor al prójimo en cambio es POSITIVO, no sólo no hay que devolver el mal a quien nos hace daño sino que tenemos que amar al enemigo y, como si fuera poco, practicar el bien con él, ayudarlo si lo necesita. Esta es una de las características que muestra LA ORIGINALIDAD DEL CRISTIANISMO.
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