En el primer viaje de su pontificado a la isla de Lampedusa,
puerto de arribo de miles de africanos que buscan un futuro mejor y que mueren
en el intento, al sur de Sicilia, el papa Francisco condenó hoy con fuerza la
"globalización de la indiferencia". Además, le pidió a Dios que
perdone a "aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas
que abren el camino a dramas como éste" y a "aquellos que con sus
decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos
dramas".
"La cultura del bienestar nos ha hecho insensibles a
los gritos de los de los otros. Somos una sociedad que ha olvidado la
experiencia del llanto, la globalización de la indiferencia nos sacó la
capacidad de llorar", clamó Francisco, que explicó que había realizado
este primer viaje entre los últimos para "despertar conciencias" y
para que no se repitan tragedias y naufragios como lo que han ido sucediendo
durante años en la isla de Lampedusa, puerto de ingreso a Europa para cientos
de miles de extracomunitarios.
"Muchos de nosotros, y me incluyo, estamos
desorientados, ya no estamos atentos al mundo en el que vivimos, no curamos, no
custodiamos lo que Dios ha creado para todos y tampoco somos capaces de
custodiarnos los unos a los otros", dijo Francisco al celebrar una misa
penitencial en el estadio del campo deportivo, al lado de un sitio emblemático
de esta isla, el cementerio de barcos que naufragaron en el Mediterráneo.
"Cuando esta desorientación asume las dimensiones del
mundo, llegamos a tragedias como la que hemos visto", agregó, en
referencia a un enésimo naufragio, hace menos de un mes, que para el Papa
representó "una espina en el corazón" y que lo empujó a hacer esta
visita relámpago.
Pidamos un corazón que acoja a los inmigrantes. Dios nos
juzgará según hayamos tratado a los más necesitados.
En una homilía que representó un mensaje fuerte a políticos
de todo el mundo y especialmente de la Unión Europea, una fortaleza inaccesible
para muchos, con políticas migratorias restrictivas, el Papa sin vueltas abordó
el drama de los cientos de miles de inmigrantes extracomunitarios que se
embarcan en carretas del mar, huyendo de hambre y guerra, para alcanzar un
futuro mejor. Se estima que en los últimos 25 años, han muerto unas 20.000
personas en el mar alrededor de Lampedusa, isla de 6000 almas que queda al sur
de Sicilia, más cerca de África que de Italia.
Responsabilidad
fraterna
"Estos, nuestros hermanos y hermanas, buscaban salir de
situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz", dijo
el Papa. "Buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero
encontraron la muerte. ¡Cuántas veces aquellos que buscan esto no encuentran
comprensión, acogida, solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios!",
subrayó.
Al evocar el pasaje de la Biblia en el que Dios le pregunta
a Caín "¿dónde está tu hermano?", Francisco se preguntó: "¿Quién
es el responsable de esta sangre?". Acto seguido, citó un clásico de la
literatura española, Fuente Ovejuna, para destacar que nadie se hace
responsable de este drama. "¿Quién es el responsable de la sangre de estos
hermanas y hermanos? ¡Nadie! (...) Hoy nadie se siente responsable de esto,
hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna", clamó.
"La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en
nosotros mismos, nos hace insensibles a los gritos de los otros, nos hace vivir
en pompas de jabón, que son lindas, pero no son nada, son una ilusión fútil,
del provisorio, que lleva hacia la indiferencia hacia los otros, es más, lleva
a la globalización de la indiferencia. Nos hemos acostumbrado al sufrimiento
del otro, ¡no nos atañe, no nos interesa, no es asunto nuestro!",
cuestionó.
Francisco también citó a Alessandro Manzoni y la figura del
"Innombrable" de su obra maestra, "Los novios". "La
globalización de la indiferencia nos hace todos 'innombrables', responsables
sin nombre y sin rostro", denunció.
El Papa también preguntó: "¿Quién de nosotros ha
llorado por la muerte de estos hermanas y hermanos? ¿Quién ha llorado por estas
personas que estaban en el barco, por las jóvenes madres que llevaban sus
niños, por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus familias?".
"Somos una sociedad que se ha olvidado de la experiencia del llanto, del
'sufrir con': la globalización de la indiferencia", insistió Francisco.
"Pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra
indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, y en aquellos
que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a
drama como éste", agregó, en un mensaje directo a los responsables
políticos de la Unión Europea.
Homenaje
Francisco terminó un sermón impactante, pidiendo perdón por
la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas. "Te pedimos perdón por
quien se acomodó, quien se encerró en su bienestar que lleva a la anestesia del
corazón; te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial
han creado situaciones que conducen a estos dramas", dijo.
Hijo de inmigrantes italianos, lo primero que el ex
arzobispo de Buenos Aires, de 76 años, hizo al llegar por la mañana en avión
desde Roma, fue subirse a un barco patrullero -el mismo que suele rescatar a
diario centenares de desesperados- para rezar y lanzar al mar una corona de
flores amarillas y blancas, en recuerdo de las víctimas. Al llegar luego al
muelle de Favarolo, donde dos horas antes habían desembarcado 116 migrantes,
entre los cuales, 4 mujeres, en un enésimo viaje de la esperanza desde África,
saludó, uno por uno, a inmigrantes de un centro de acogida.
En un viaje marcado por la austeridad -Francisco no quiso la
presencia de altas autoridades o de pompa-, en un simple jeep Fiat prestado por
un habitante de la isla, se trasladó hasta el campo deportivo. En el trayecto,
fue aclamado por cientos de miles de personas. "Se ve, se siente,
Francisco está presente", clamaba la multitud, en la cual podían verse,
como siempre, algunas banderas argentinas.
Francisco terminó un sermón impactante, pidiendo perdón por la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas. "Te pedimos perdón por quien se acomodó, quien se encerró en su bienestar que lleva a la anestesia del corazón; te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas",
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ResponderEliminarEl Papa también preguntó: "¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanas y hermanos? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban en el barco, por las jóvenes madres que llevaban sus niños, por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus familias?". "Somos una sociedad que se ha olvidado de la experiencia del llanto, del 'sufrir con': la globalización de la indiferencia", insistió Francisco.