INTERCESORES
CON CRISTO
“Venga tu
reino”
(Mt 6,10).
Intercesión y Reino de Dios
Antes de
la aparición del pecado el hombre disfrutaba una situación de armonía en sus
relaciones con Dios, con la creación, con el prójimo, consigo mismo. Esos
primeros cielos y primera tierra ya pasaron (Ap 21,1), ya que el pecado
estropeó la armonía en cada una de esas relaciones; pero la obra de
restauración de Jesucristo es mucho más que volver a la situación anterior, ya
que lleva a que todo esté sometido a Dios y a sus planes. Para ello el Padre
pensó recapitular todas las cosas en Cristo, y “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y
lo que está en la tierra” (Ef 1,10), de forma que no haya lugar de nuevo
para el pecado, sino para el reinado
definitivo de Dios: ”Su imperio es un
imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás” (Dn
7,14).
El Reino
de Dios ya está aquí desde que Jesús vino a la tierra, pero todavía no ha
llegado aún a su plenitud. Cada hombre, al aceptar la salvación que le ofrece
Jesucristo, se presta a ser rescatado y permite que el Reino de Dios llegue a
su vida. Como dice Pablo, Dios “nos libró
del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en
quien tenemos la redención: el perdón de los pecados” (Col 1,13-14).
Al mismo
tiempo, esta venida del Reino de Dios significa derrota para el reino que
gobierna el “Príncipe de este mundo” (Jn 12,31), el diablo. Por eso Jesucristo
debe “reinar hasta que ponga a todos sus
enemigos bajo sus pies” (1 Co 15,25).
La
evangelización tiene por objetivo restaurar el Reino de Dios, que los hombres
lo reciban a través de la conversión. Es lo que predicó Jesucristo: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios
está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1,14).
El Señor
nos instó a que nuestro primer objetivo, el número uno en nuestro orden de
prioridades, fuese el Reino de Dios. Por eso mismo nuestros principales
esfuerzos deberían dirigirse a la búsqueda de este Reino: “Buscad primero su Reino y su justicia” (Mt 6,33). Pero no es sólo
a través de la evangelización como trabajamos por el Reino; también lo hacemos
con la oración en favor del Reino. De hecho, no va a producirse verdadera
evangelización sin oración que la anteceda, que la sostenga, que la revista del
poder de lo alto y la haga fructificar. La intercesión es un ministerio clave
para la restauración del Reino de Dios. Así lo enseñó el Señor: “Vosotros, pues, orad así: [...] venga tu
Reino” (Mt 6,9-10). Nuestra oración debe ir más allá de lo que nuestros
ojos contemplan, y profetizar que “la
tierra estará llena de conocimiento del Señor como cubren las aguas el mar”
(Is 11,9).
Pero
¿cuánto tiempo va a demorarse la llegada del Reino en plenitud? Pedro responde:
“No se retrasa el Señor en el
cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia
con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la
conversión” (2 P 3,9). Con nuestra intercesión podemos adelantar ese
momento asociado al regreso de Cristo “a
quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de
que Dios habló por boca de sus santos profetas” (Hch 3,21). Si tenemos
conciencia y voluntad de intercesores, clamaremos:“¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,20).
Respuestas a la Intercesión – Palabra
profética
Noticias de un grupo de adoradores e
intercesores:
v Visión durante al
adoración: una multitud de ángeles estaban construyendo un edificio. Palabra:
Por medio de la adoración se construye mi Reino. A vosotros os he llamado, como
adoradores, para que colaboréis en la restauración de mi Reino. Si tenéis los
brazos caídos, ¿quién lo construirá? Aquí se lleva a cabo la obra perfecta, que
no es una obra hecha por mano de hombres, sino por mis ángeles. Las obras que
se realizan por medio de la adoración, permanecen. Creed y, en su tiempo,
manifestaré mi gloria.
v Mientras se intercede por
la situación mundial, se ve en visión un corazón ensangrentado del que cae
sangre sin cesar. Palabra al corazón: No dejéis de interceder, no dejéis de
clamar, mi corazón está sangrando de dolor por el mundo.
v Palabra recibida mientras
se intercedía por la paz del mundo: El mundo me ha vuelto la espalda. El mundo
vive envuelto en llamas de condenación y muerte. Levantaos en intercesión por
él. Orad por su conversión.
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