DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS ORGANISMOS DE CARIDAD CATÓLICOS
QUE TRABAJAN EN EL CONTEXTO DE LA CRISIS EN SIRIA
Y EN LOS PAÍSES VECINOS
Queridos amigos
Os agradezco este encuentro y toda la actividad humanitaria
que realizáis en Siria y en los países vecinos, para ayudar a las poblaciones
que son víctimas del conflicto actual. Personalmente he animado al Pontificio
Consejo Cor Unum para que promoviera esta reunión de coordinación de la
actividad que desarrollan en la región los organismos caritativos católicos.
Agradezco al cardenal Sarah sus palabras de saludo. Doy la bienvenida de modo
especial a los que vienen de Oriente Medio, en particular a los que representan
a la Iglesia en Siria.
Todos conocen la preocupación de la Santa Sede por la crisis
siria y de modo concreto por la población, que con frecuencia sufre de manera
inerme las consecuencias del conflicto. Benedicto XVI pidió varias veces que
callasen las armas y se encontrase una solución a través del diálogo, para
alcanzar una profunda reconciliación entre las partes. ¡Que callen las armas!
Además, en noviembre pasado, quiso expresar su cercanía personal enviando a
aquella zona al cardenal Sarah, al mismo tiempo que acompañó ese gesto con la
petición de «no ahorrar ningún esfuerzo en la búsqueda de la paz», y
manifestando su concreta y paterna solicitud con un don, al que contribuyeron
también los padres sinodales en octubre pasado.
De modo personal, también a mí me preocupa la suerte de la
población siria. El día de Pascua pedí la paz «sobre todo para la amada Siria,
para su población herida por el conflicto, y para los numerosos prófugos que
esperan una ayuda y un consuelo. ¡Cuánta sangre se ha derramado! ¿Y cuántos
sufrimientos habrá que soportar todavía antes de que se encuentre una solución
política a la crisis?» (Mensaje Urbi et Orbi, 31 marzo 2013).
Frente a la continuación de la violencia y los atropellos
renuevo con fuerza mi llamamiento a la paz. En las últimas semanas la comunidad
internacional ha reafirmado su intención de promover iniciativas concretas para
poner en marcha un diálogo provechoso, con el fin de acabar con la guerra. Son
intentos que hay que apoyar y de los que se espera el acercamiento de la paz.
La Iglesia se siente llamada a dar el testimonio humilde, pero concreto y
eficaz, de la caridad que ha aprendido de Cristo, Buen Samaritano. Sabemos que
allí donde alguien sufre, Cristo está presente. No podemos echarnos atrás, especialmente
ante las situaciones de mayor dolor. Vuestra presencia en la reunión de
coordinación manifiesta la voluntad de continuar con fidelidad la maravillosa
obra de asistencia humanitaria, en Siria y en los países vecinos, que
generosamente acogen a los que huyen de la guerra. Que vuestra actividad sea
puntual y coordinada, expresión de la comunión que, como ha sugerido el
reciente Sínodo sobre Oriente Medio, es en sí misma testimonio. Pido a la
Comunidad internacional, junto a la búsqueda de una solución negociada del
conflicto, favorecer la ayuda humanitaria para los prófugos y refugiados
sirios, mirando en primer lugar el bien de la persona y la tutela de su
dignidad. Para la Santa Sede, la actividad de las Agencias de caridad católicas
es extremadamente significativa: ayudar a la población siria, más allá de las
diferencias étnicas o religiosas, es el modo más directo de contribuir a la
pacificación y edificación de una sociedad abierta a todos sus componentes.
También hacia esto tiende el esfuerzo de la Santa Sede: construir un futuro de
paz para Siria, en el que todos puedan vivir libremente y expresarse según su
peculiaridad.
El pensamiento del Papa se dirige también en este momento a
las comunidades cristianas que viven en Siria y en todo el Oriente Medio. La
Iglesia sostiene a sus miembros que hoy pasan por un momento de particular
dificultad. Ellos tienen la gran tarea de seguir haciendo presente el
cristianismo en la región en que ha nacido. Y nuestro compromiso consistirá en
favorecer la permanencia de este testimonio. La participación de toda la
comunidad cristiana en esta gran obra de asistencia y ayuda es actualmente un
imperativo. Y todos pensamos, todos pensamos en Siria. Cuánto sufrimiento,
cuánta pobreza, cuándo dolor de Jesús que sufre, que es pobre, que es arrojado
de su Patria. ¡Es Jesús! Esto es un misterio, pero es nuestro misterio
cristiano. Veamos a Jesús que sufre en los habitantes de la querida Siria.
Os agradezco una vez más esta iniciativa e invoco sobre cada
uno de vosotros la bendición divina. La extiendo de modo particular a los
queridos fieles que viven en Siria y a todos los sirios que actualmente se ven
obligados a dejar sus casas a causa de la guerra. Que a través de vosotros,
aquí presentes, el querido pueblo de Siria y del Oriente Medio sepa que el Papa
está cerca y los acompaña. La Iglesia no los abandona.
ResponderEliminarOs agradezco una vez más esta iniciativa e invoco sobre cada uno de vosotros la bendición divina. La extiendo de modo particular a los queridos fieles que viven en Siria y a todos los sirios que actualmente se ven obligados a dejar sus casas a causa de la guerra. Que a través de vosotros, aquí presentes, el querido pueblo de Siria y del Oriente Medio sepa que el Papa está cerca y los acompaña. La Iglesia no los abandona.