Gauchito Gil
Segunda entrega de
esta serie, que esta vez pone el foco en la historia de Antonio Gil, oriundo de
Mercedes, provincia de Corrientes. El culto popular a su figura, nacido hacia
fines del siglo XIX, dejó de ser en los últimos tiempos exclusivo del Litoral para
extenderse a toda la Argentina
El proceso de
canonización de una persona requiere de una gran variedad de engorrosos
procedimientos, tribunales de investigación, trámites administrativos por parte
de los funcionarios de la congregación que la postula, estudios y análisis de
expertos, disputas entre el promotor de la fe (el "abogado del
diablo") y el abogado de la causa (el patrocinante), pruebas de por lo
menos dos milagros realizados (salvo que el candidato, al no resignar su fe,
termine perdiendo la vida, como Tomás Moro, que fue decapitado, caso en el que
no son necesarios los milagros), testimonios escritos y orales, además de lo
cual su tratamiento puede demorar varios siglos hasta que el Vaticano confirme
la santidad.
El proceso de
canonización popular, en cambio, elige una ruta más directa en la que las
dudas, disputas y comprobaciones tienen la misma consistencia que la nada.
Aunque se trate de lo
mismo, la fe, el hecho de creer sin cuestionar estalla como un jubileo. Por eso
existen, por un lado, los santos de los vitrales y las estampitas, y por el
otro, los santos populares, esos que los promeseros llevan tatuados en la piel
o a quienes rinden tributo –con respeto de misa– en austeros santuarios, cuando
no simples cruces erguidas como estacas de fe, levantados a la vera de las
rutas, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa o San La Muerte. Es que tanta es
la devoción que la gente les profesa y tan fuertes son estos símbolos, que
hasta lo inexplicable (para la Iglesia sólo se trata de superstición y leyenda)
tiene su lógica.
"La
globalización que implica el plan neoliberal conservador en el nivel
macroeconómico –dice el filósofo y teólogo argentino Rubén Dri– conlleva un
fraccionamiento al infinito de los sectores sociales y, en especial, de los que
se hallan más abajo en la escala social. Ello hace que, además de las penurias
económicas, que son de una gravedad inusitada, estos sectores sufran una
pérdida de identidad alarmante. Sin identidad no hay sujeto. Estos sectores
pasan a ser objetos manejados a voluntad. Cunde la sensación de desorientación
y desamparo. Para salir de este desamparo que provoca la falta de identidad,
los sectores populares recurren a las más diversas formas religiosas, en las que
se mezclan símbolos, fetiches, supersticiones, doctrinas exóticas. Pocas veces
en la historia se ha visto un pulular de creencias religiosas como en la
actualidad."
En ese pulular de
creencias, el Gauchito Gil, si no lleva la bandera, al menos debe de ser el
primer escolta. "La Iglesia Católica –dice Dri– ha sido muy inteligente en
esto. Asumió en general la religiosidad popular; por eso es que abundan los
santos. Ahora, hay determinados aspectos de la religiosidad popular que la
Iglesia no acepta. Por ejemplo, lo del Gauchito Gil o la Difunta Correa, aunque
me parece que hay ahora una especie de arrepentimiento en esto. Por lo menos en
algunos sectores de la Iglesia, porque se está observando como un acercamiento
al Gauchito Gil y a la Difunta Correa. La Iglesia ha cambiado muchísimo...
aunque hay determinados dogmas que los considera totalmente intangibles, pero
en la manera de interpretar fenómenos religiosos, ritos, efectivamente, ha
tenido muchas transformaciones."
Para Guillermo Marcó,
ex vocero de la arquidiócesis de Buenos Aires, "no puede ponerse todo en
una misma bolsa, porque en la Difunta Correa, por ejemplo, no hay aún
testimonio alguno de su vida. Es una leyenda, medio incomprobable, pero que
está en la tradición popular. Bastante distinto de los casos de Rodrigo o de
Gilda, que en definitiva no hicieron nada ejemplar; murieron en accidentes y
eran conocidos; nada más. Eso no resiste el paso del tiempo. En el caso del
Gauchito Gil, ahí está la diferencia entre la santidad y la superstición
porque, al igual que con la Difunta Correa, si uno no hace determinada cosa
ellos castigan. En la santidad, en cambio, el santo siempre ayuda."
El culto al Gauchito
Gil, nacido hacia fines del siglo XIX, dejó de ser en los últimos tiempos
exclusivo del pueblo correntino, y del Litoral en general, para extenderse
hacia todos los rincones del país.
La explosión de fe
popular en Antonio Mamerto Gil Núñez, un gaucho nacido en Paso de los Libres y
que algunas versiones indican que integró las tropas del general Madariaga,
está asociada al deterioro social de la Argentina iniciado en los primeros años
de la década de 1980, paradójicamente con el renacer de la libertad y la
esperanza.
En Símbolos y
fetiches religiosos en la construcción de la identidad popular –Ed. Biblos–,
Diego Bocconi y María Paula Etcheverry, autores del capítulo "Chamigo
Gil", señalan: "El género literario en el que se expresa el mito de
Antonio Gil es el de la saga, ya que se estructura en torno de narraciones
acerca de un pasado, con fundamento histórico, pero sobre cuyas afirmaciones no
existen documentos que las respalden. La riqueza contenida en la saga se
expresa en tanto se intente comprender el sentido que para sus devotos tienen
los símbolos que la componen".
Existen distintas
versiones acerca de la vida de Antonio Gil, cada una de ellas con su
simbología, y una significación concreta para quienes la hacen propia.
Una de las más
difundidas cuenta que una tal Estrella Díaz Miraflores no sólo era la heredera
de la estancia donde trabajaba Antonio, sino que también era la prometida del
comisario del pueblo, que no dudaría en usar su autoridad para sacar del medio
a otros pretendientes. Por esos años, ninguna familia de patrones iba a aceptar
un noviazgo entre un peón y una joven rica y, para peor, viuda.
Así las cosas,
Antonio Gil huyó de Paiubre (hoy Mercedes, Corrientes). Eran años de grandes
conflictos armados. Se alistó para combatir en la Guerra de la Triple Alianza,
luego intervino en la lucha entre celestes y colorados –correntinos contra
correntinos–, hasta que en un sueño que tuvo se le apareció Ñandeyara, el dios
guaraní dueño de los hombres, que le ordenó "no derramar sangre de tus
hermanos". Al salir del sueño, Antonio se hizo desertor. Vagó por montes y
esteros, robándoles a los ricos para repartir el botín entre los pobres. Ya por
entonces su fama era tanta que la gente decía que con las mismas manos que
robaba a los ricos también podía curar a los enfermos.
Hasta que un mal día
lo atraparon. Un contingente policial debía llevarlo a lo que hoy es Mercedes,
pero el sargento que comandaba la partida decidió, sin una mueca de vacilación,
fusilarlo en el camino. Cuando iban a dispararle, se dieron cuenta de que tenía
grabado en el pecho la figura de San La Muerte –eso lo hacía inmune a las
balas–, del que era devoto. La solución llegó rápida como el paso de una
estrella fugaz: lo colgaron de un árbol, cabeza abajo, y le cortaron la yugular
con su propio cuchillo.
La versión dice que
sus últimas palabras fueron para el sargento, su verdugo: "Vos me estás
por degollar, pero cuando llegues esta noche a Mercedes, junto con la orden de
mi perdón te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad.
Como vas a derramar sangre inocente, invocame para que interceda ante Dios
Nuestro Señor por la vida de tu hijo, porque la sangre del inocente suele
servir para hacer milagros".
Poco después, cuando
el Gauchito ya estaba muerto, llegó la noticia del indulto. El sargento volvió
a su casa y se encontró con su hijo moribundo. Cargó sobre sus hombros una cruz
de espinillo y fue hasta el campo donde yacía el cuerpo de Gil. Después de
enterrarlo, le pidió perdón y también que intercediera para curar a su hijo. El
verdugo se convirtió, así, en el primer devoto del Gauchito Gil.
La otra versión
sostiene que, en realidad, era su verdugo el que estaba enfermo y que, tiempo
después de darle muerte, le pidió al Gauchito Gil que lo curara. Haya sido una
u otra, lo cierto –si es que fue cierto– es que ése fue el primer milagro
atribuido a Antonio Gil.
"Los arquetipos
–sostienen Bocconi y Etcheverry– encarnan valores, acciones e ideas ejemplares
que otorgan sentido al momento presente y, al mismo tiempo, contienen un plus
de significado que se proyecta hacia adelante, que permite al sujeto trascender
los límites y soñar un futuro que le vaya marcando el camino. Como tantos otros
cultos populares, con sus contradicciones, el Gauchito Gil resguarda la utopía
de los sectores históricamente más golpeados, humillados y derrotados, de
quienes aprendieron a tragarse los sueños pero nunca dejaron de soñar."
Por eso, al Gauchito
Gil lo llaman el santo de los derrotados.
"Todos tenemos
necesidad de creer en algo –acepta el padre Marcó–; lo que pasa es que así como
yo también tengo la necesidad de comprar productos, también debería averiguar
cómo son esos productos para no ser estafado, cosa de no depositar mi esperanza
en algo que en realidad no es cierto. Englobar todo en una misma categoría es
un error grave, porque una cosa es el culto a un santo, y otra cosa es la
superstición, que no tiene absolutamente nada que ver."
ResponderEliminarEl proceso de canonización de una persona requiere de una gran variedad de engorrosos procedimientos, tribunales de investigación, trámites administrativos por parte de los funcionarios de la congregación que la postula, estudios y análisis de expertos, disputas entre el promotor de la fe (el "abogado del diablo") y el abogado de la causa (el patrocinante), pruebas de por lo menos dos milagros realizados (salvo que el candidato, al no resignar su fe, termine perdiendo la vida, como Tomás Moro, que fue decapitado, caso en el que no son necesarios los milagros), testimonios escritos y orales, además de lo cual su tratamiento puede demorar varios siglos hasta que el Vaticano confirme la santidad.
El proceso de canonización popular, en cambio, elige una ruta más directa en la que las dudas, disputas y comprobaciones tienen la misma consistencia que la nada.
"Los arquetipos –sostienen Bocconi y Etcheverry– encarnan valores, acciones e ideas ejemplares que otorgan sentido al momento presente y, al mismo tiempo, contienen un plus de significado que se proyecta hacia adelante, que permite al sujeto trascender los límites y soñar un futuro que le vaya marcando el camino. Como tantos otros cultos populares, con sus contradicciones, el Gauchito Gil resguarda la utopía de los sectores históricamente más golpeados, humillados y derrotados, de quienes aprendieron a tragarse los sueños pero nunca dejaron de soñar."
ResponderEliminarPor eso, al Gauchito Gil lo llaman el santo de los derrotados.
"Todos tenemos necesidad de creer en algo –acepta el padre Marcó–; lo que pasa es que así como yo también tengo la necesidad de comprar productos, también debería averiguar cómo son esos productos para no ser estafado, cosa de no depositar mi esperanza en algo que en realidad no es cierto. Englobar todo en una misma categoría es un error grave, porque una cosa es el culto a un santo, y otra cosa es la superstición, que no tiene absolutamente nada que ver."
Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto!"
ResponderEliminarAmarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt 6, 5)
* Quien ama a Dios cree en El, espera en El.
Pecados contra la fe:
INCREDULIDAD: rechazo voluntario
HEREJÍA "La negación pertinaz, después del bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre si misma"
APOSTASÍA "El rechazo total a la fe cristiana"
CISMA "Es el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos"
DUDA VOLUNTARIA: Descuido o rechazo contra lo que Dios ha revelado a su Iglesia.
FLOJERA ante los ataques.
ANSIEDAD POR LA OSCURIDAD DE LA FE.
Pecados contra el amor de Dios.
* INDIFERENCIA: desprecia el amor
* INGRATITUD: no reconoce el amor divino ni responde a Su amor.
* TIBIEZA: es vacilación o negligencia en responder al amor divino.
* ACEDÍA: pereza espiritual. Llega a rechazar el gozo que viene de Dios.
* ODIO A DIOS: tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios porque condena el pecado.
"A EL SOLO DARAS CULTO"
Adoración: es el primer acto de la virtud de la Religión
Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador, Salvador y Señor de todo.
Jesús dice al demonio "Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto" (Mt 4, 10). El demonio es un ángel caído porque rehúsa adorar a Dios.
"NO HABRÁ PARA TI OTROS DIOSES DELANTE DE MI"
* Superstición: es la desviación del sentimiento y del culto religioso que debemos al verdadero Dios. Conduce a la idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia.
* Idolatría: La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios.
Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc.
"No podéis servir a Dios y al dinero", dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a "la Bestia", negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina.
Es idolatría poner una persona, cosa o deseo por encima de Dios....
Cuando se adora a mas de uno, es politeísmo
"Idolos, oro y plata, obra de las manos de los hombres", que "tienen boca y no hablan, ojos y no ven..." Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: "Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza" (Sal 115, 4-5.8). Dios, por el contrario, es el "Dios vivo" (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e interviene en la historia.
* Adivinación: querer "desvelar" el porvenir recurriendo a espíritus (que en realidad son demonios), la evocación de muertos, y otras prácticas.
Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de responsabilidad.
* Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo.