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viernes, 8 de marzo de 2013

LA MUJER.

 
 
 

 

Día internacional de la mujer.

No podría ser más apropiado el lema de la Naciones Unidas (ONU) para la edición 2013 del Día Internacional de la Mujer que se conmemora hoy, viernes 8 de marzo: “Una promesa es una promesa: momento de pasar a la acción para acabar con la violencia contra las mujeres”. Porque más allá de los coloridos anuncios publicitarios en la vía pública, los eslóganes creativos del momento y el aprovechamiento comercial de la fecha, millones de mujeres –en pleno siglo XXI– continúan sufriendo diversos hechos de violencia. Cada día, a cada hora, en todo lugar.

 

 

 

Fui testigo de ello hace poco, al leer el periódico local en una determinada compañía de aviación latinoamericana. En la página tres se encontraba un artículo muy bien escrito en el que se trataba dicho flagelo mediante una serie de preguntas retóricas, entre ellas: “¿No es también violencia contra la mujer utilizarla como un objeto sexual para vender toda clase de productos? ¿No es violencia que una madre se vea forzada por su condición económica a abandonar a sus hijos al cuidado de una vecina o un pariente para pasarse todo el día cuidando a los hijos ajenos? ¿No es violencia que miles de mujeres tengan salarios menores que los que perciben los hombres aunque realicen tareas idénticas? ¿No es violencia que en los programas de televisión se perpetúen estereotipos denigrantes?”

 

 

 

Pero la alegría de leer algo así se empañó al dar vuelta la página y encontrar, prácticamente en el resto del periódico, noticias y publicidades con un mensaje diametralmente opuesto a lo planteado por quien escribió aquella excelente nota de opinión. Como si se tratara de una ironía mordaz de nuestro tiempo. 

 

 

 

De regreso al lema de la ONU para este año, me inquieto al pensar en las muchas palabras que decimos y en los pocos hechos que realizamos. A un inmenso número de personas nos sale muy bien aquello de tener solución y opinión para todo, pero bastante difícil reunir las fuerzas (y, en ocasiones, la valentía) para proceder con los cambios necesarios para hacer posible esa realidad que anhelamos. Pero llegó el momento de tomar el asunto con la seriedad que merece y decirle basta a la violencia.

 

 

 

Hombres y mujeres podemos hacer algo para construir un mundo de mayor igualdad, respeto y solidaridad. Un mundo en el que la violencia de género sea recordada como un pasado horrendo que nos recuerde lo que no deseamos para nosotros ni para las generaciones futuras. Y para ello es necesario que demos pasos concretos, reales, de implementación práctica. ¿Qué podemos hacer? Dando por sentado que comparto estas líneas con gente que concuerda en que todos los seres humanos hemos sido creados iguales, comparto algunas ideas que pueden servir como comienzo de acciones hacia el cambio: 

 



 

 

- Aprender a ser ciudadanos: conocer nuestros derechos y obligaciones, votar en forma responsable, exigir el cumplimiento de las leyes para todos y todas.

 

 

 

- Denunciar todo hecho de discriminación, desigualdad, segregación. Sean desvergonzadamente notorios o apenas sutiles, nos afecten a nosotros o personas que no conocemos.

 

 

 

- Desterrar de nuestro vocabulario palabras y frases que fomentan la violencia. ¡Ay esa pésima costumbre de reírnos a expensas de que otra persona resulte denigrada! ¡Ay esos insultos desbocados que revelan inseguridades, odio y menosprecio por el otro!

 

 

 

- Ser consumidores responsables: dejar de comprar productos cuyos fabricantes utilicen a la mujer como un objeto, lo mismo aplica para los medios de comunicación y las redes sociales. A la par, comunicar el por qué de nuestra decisión. Y denunciar lo que haya que denunciar.

 

 

 

- Comprometernos –ser parte activa– con organizaciones y entidades que trabajen por la promoción y el cumplimiento de los Derechos Humanos, brindando a su vez asistencia integral –contención– a quienes padecen la carencia de ellos. Porque no es un problema individual sino colectivo.

 

 

 

 

 

Que este nuevo Día Internacional de la Mujer nos lleve a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y nos impulse a pensar en acciones prácticas para lograr los cambios que sean necesarios

 

 

María una mujer “llena de gracia…”
 

 

El punto fundamental de nuestra espiritualidad que me han invitado a presentar este año - es uno de los puntos de nuestra espiritualidad, pero es mucho más que un punto de la espiritualidad, es María.

No me dispongo, pues, a hablar de María como tendría que hacerse de la creatura más excelsa del mundo: ésta es una tarea tan extensa y que exige un empeño tal, que sólo la Iglesia la puede llevar a cabo a través de los siglos.

Por mi parte, sólo expondré brevemente cuanto, con el espíritu del Movimiento, comprendimos sobre María, sobre aquellas riquezas suyas que se han puesto más en evidencia durante nuestra historia.

Consideraré, por lo tanto, el tema: "María en la experiencia del Movimiento de los Focolares".

María estuvo presente desde los albores del Movimiento e incluso antes de que iniciase a existir oficialmente.

Muchos de ustedes saben que la primera intuición de lo que iba a nacer - era en el lejano 1939 - se tuvo en la casa de la Virgen, en Loreto, Italia. Fue allí donde comprendí que el Señor había preparado un camino nuevo - que nosotros hemos llamado "cuarto camino" - para una nueva familia espiritual en la Iglesia: los focolarinos. Fue en aquel lugar donde intuí que una multitud de vírgenes seguiría este camino.

Si, María, ya en Loreto, con su silenciosa presencia, estaba esperando a todos aquellos que la seguirían en su Obra.

Pero, antes que comenzáramos a comprender - gracias al carisma del Movimiento - algo nuevo sobre las verdades de nuestra fe con respecto a María, para nosotros, en general, la Madre de Jesús era vista como una devoción, un hermoso afecto, la posibilidad de obtener protección; la Virgen, que se veneraba sobre todo en el mes de mayo. Significaba una invocación; incluso una figura que fascinó y sigue fascinando a los artistas de todos los siglos y de todo tipo.

Más tarde, esta nueva espiritualidad hizo más profundo el precedente concepto, limitado, que teníamos sobre María (que se podría comparar a una hermosa, pura, viva estatua que adornaba y suavizaba también nuestra existencia cristiana) y esta espiritualidad, más tarde, nos dio una visión de María más de acuerdo a como Dios la concibe.

Cuando estaba naciendo el Movimiento - y esto es bastante conocido - personalmente, recuerdo haber percibido, de manera nueva, algo referente a María bajo un terrible bombardeo, que podía ser fatal para nosotras.

Cubierta de polvo, que llenaba todo el refugio, levantándome del suelo casi milagrosamente, en

medio de los gritos de los presentes, dije a mis compañeras: "Ahora he experimentado un gran dolor en mi alma, mientras estábamos en peligro: el de no poder ya recitar, aquí en la tierra (si hubiera muerto), el Ave María".

En aquel entonces no podía aferrar el sentido de aquellas palabras y de aquel sufrimiento. Quizás era expresar inconscientemente que, permaneciendo vivas, con la gracia de Dios, podríamos dar gloria a María, decir un Ave María tangible, dar gloria a María con la Obra que estaba por nacer.

Mientras tanto, María velaba a la puerta del primer focolar. "Porque estás abandonado", decíamos al despertar, para expresar el por qué de nuestra vida. "Porque estás desolada", concluíamos, sin comprender todavía el insondable misterio encerrado en estas palabras.

Después, no faltaron las referencias a María - sobre todo bajo la advocación de Inmaculada -cuando las primeras focolarinas, destacándose del grupo del Movimiento por su vocación particular, formaron la que entonces se llamó "la escuadra blanca". La consagración total a Dios se formulaba a través del corazón materno de María.

Después, por algunos años, de María en realidad no se habló mucho. Dios grababa, una a una, en nuestras almas, con caracteres de fuego, aquellas verdades nuevas (si bien eran antiguas) que ocupaban toda nuestra mente, corazón y fuerzas, que después llegaron a ser los puntos de la espiritualidad: Dios-Amor, la voluntad de Dios, el Mandamiento Nuevo, Jesús abandonado, Jesús en medio, la Palabra de Vida, la unidad...

A alguien que en 1947 nos preguntó por qué no se hablaba de María, respondimos que María es la puerta que nos lleva a Dios. "Ave, puerta del augusto misterio", canta el himno Acatisto.

Una puerta no es puerta si no se abre para dejar pasar. Una puerta siempre cerrada es un muro.

Quien se detiene en la puerta no llega a Dios. La puerta es para llegar a Jesús.

La Virgen es el vacío de sí misma, desaparece, se olvida de sí: es la creatura que sabe que lo es, aún cuando está llena de Dios.

El ideal de la unidad miraba al fin y por eso contenía el medio. El medio debe desaparecer frente al fin. Pero sólo quien verdaderamente alcanza el fin, bendice el medio.

Estábamos convencidos de que quien vive la unidad (y es así otro Jesús) es quien real,

auténticamente, ama a María.

Prácticamente María usó con nuestro Movimiento la misma táctica que había usado con la Iglesia: permanecer en la sombra para dar todo el relieve a quien debía tenerlo: a su Hijo, que es Dios.

Pero, cuando llegó el momento de su ingreso, por así decir, oficial en nuestro Movimiento, ella se mostró - o mejor todavía, Dios nos la reveló - de una grandeza proporcionada a cuanto había sabido desaparecer.

Fue en el '49 cuando María nos reveló verdaderamente algo de sí misma. Aquel fue un año de gracias particulares, quizás un periodo "iluminativo" de nuestra historia.

Se comprendió que María era toda ella Palabra de Dios, estaba revestida completamente de la Palabra de Dios.

Y si el Verbo, la Palabra, es la belleza del Padre, María, toda ella Palabra de Dios, era de una belleza incomparable.

Tan fuerte fue nuestra impresión frente a esta intuición, que incluso hoy no la podemos olvidar, es mas, comprendimos por qué entonces nos pareciese que sólo los ángeles hubieran podido balbucear algo acerca de ella, de María.

Esta fue la primera clarificación sobre María que el Señor nos quiso hacer. María: Palabra de Dios.

Por otra parte, que la Virgen era toda ella Palabra de Dios lo dice el Magníficat, por ejemplo, cuya originalidad está justamente en el hecho de ser una síntesis de frases de las Escrituras.

Esto nos hace comprender que la Virgen se había nutrido hasta tal punto de las Escrituras que, hablando, estaba habituada a usar sus mismas expresiones.

Dice Laurentin: "(En el) cántico (del Magníficat) cada elemento de la frase es el eco de algún pasaje de la Biblia... Nosotros vemos a María tan llena de la Palabra de Dios, que es su eco sonoro. Por eso, no nos debe maravillar que Dios (en la Anunciación) le responda (a través del Ángel) del mismo modo. A la Virgen, nutrida de las Escrituras, el mensajero divino le habla en el lenguaje de las Escrituras"
 
 

La originalidad de María es - si bien en su caso en modo perfecto - la misma que tendría que poseer cada cristiano: ser otro Jesús, la Verdad, la Palabra, con la personalidad que Dios le ha dado.

El ver a María como Palabra de Dios, siempre nos pareció que comportaría muchas consecuencias y consideraciones. Baste pensar en el diálogo ecuménico.

Verla así, , con el alma, nos atrajo y nació un amor nuevo hacia ella. A este amor ella,

evangélicamente, respondió manifestándose con más claridad a nuestra alma por lo que era; ya sabíamos quien era, pero nos manifestó más claramente quien era: MADRE DE DIOS, Teotokos.

Entonces, no sólo la jovencita de Nazaret, la más hermosa creatura del mundo, el corazón que contiene y supera todos los amores de las madres del mundo, sino: la Madre de Dios.

Nos bastó una mínima intuición de este misterio, para enmudecer, adorando y dando gracias a Dios por haber obrado tanto en una creatura.

María nos reveló - no sin una gracia de Dios -una dimensión suya, que hasta aquel momento nos era completamente desconocida.

Si, porque antes veíamos a María frente a Cristo y a los santos - para hacer una comparación -como en el cielo se ve la luna (María) frente al sol (Cristo) y las estrellas (los santos). Ahora no: la Madre de Dios abrazaba, como un enorme cielo azul, al mismo sol, al mismo Dios.

Nos quedamos atónitas ante la grandeza de María, como si la conociésemos por primera vez.De hecho María es Madre de Dios porque es madre de la naturaleza humana de la única Persona del Verbo, que es Dios, el cual ha querido hacerse hombre. Pero el Verbo no se puede pensar separado del Padre y del Espíritu Santo. El mismo Jesús, hijo de María, dice a Felipe cuando le pide que le muestre al Padre: "Quien me ha visto ha visto al Padre... Yo estoy en el Padre y el Padre esta en mí" (Jn 14, 9-10).

María, que se contemplaba contenida en la Trinidad, se nos presentaba ahora como quien

contenía, de una manera que le es propia, a causa del Hijo, a la Trinidad

Dios, en su amor ilimitado hacia esta creatura privilegiada, en cierto modo se había

"empequeñecido" frente a ella.

Por otra parte, san Pablo, hablando de Jesús que es Dios, dice que "se anonadó a sí mismo" (Flp 2,7) y esto tuvo inicio en el seno de María.

Y ante esta comprensión de la grandeza de María, nuestra alma hubiese querido gritar: ¡solo ahora hemos conocido a María!

La segunda clarificación que tuvimos sobre María fue, pues, verla como Madre de Dios, y, como tal, hecha por Dios capaz de contener en cierto modo a la Trinidad.

Si María es Palabra de Dios viva, ella no es un "obstáculo" en nuestra relación con Cristo, como algunos podrían pensar.
Ella está al frente de los muchos discípulos de Cristo, en cuanto fue la primera discípula.


 
 
 


2 comentarios:

  1. María, que se contemplaba contenida en la Trinidad, se nos presentaba ahora como quien


    contenía, de una manera que le es propia, a causa del Hijo, a la Trinidad


    Dios, en su amor ilimitado hacia esta creatura privilegiada, en cierto modo se había


    "empequeñecido" frente a ella.


    Por otra parte, san Pablo, hablando de Jesús que es Dios, dice que "se anonadó a sí mismo" (Flp 2,7) y esto tuvo inicio en el seno de María.


    Y ante esta comprensión de la grandeza de María, nuestra alma hubiese querido gritar: ¡solo ahora hemos conocido a María!


    La segunda clarificación que tuvimos sobre María fue, pues, verla como Madre de Dios, y, como tal, hecha por Dios capaz de contener en cierto modo a la Trinidad.


    Si María es Palabra de Dios viva, ella no es un "obstáculo" en nuestra relación con Cristo, como algunos podrían pensar.
    Ella está al frente de los muchos discípulos de Cristo, en cuanto fue la primera discípula.

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  2. Que este nuevo Día Internacional de la Mujer nos lleve a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y nos impulse a pensar en acciones prácticas para lograr los cambios que sean necesarios

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