EL DESCANSO EN EL ESPÍRITU
Con alguna frecuencia se viene dando en retiros de sanación
con oraciones de intercesión y de liberación, tras la unción de los enfermos
con aceite bendecido, o tras la imposición de manos sobre aquellos por quienes
se ora, el fenómeno llamado por algunos “descanso en el Espíritu”.
Otros prefieren llamarlo fulminación en el Espíritu,
“dormición en el Espíritu” o “quedar abrumado por el amor y la presencia de
Dios”, o “tener silencio en el Espíritu y reposo en El”.
(A) El verdadero descanso del Espíritu es un
don carismático, otorgado a uno o a varios para trasmitir a otros una cierta
protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la
inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la practica de la vida
cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias mas o menos conscientes a la
acción del Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento
ante Dios que conlleva la perdida pasajera del equilibrio corporal,
deslizándose suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una
cesación pasajera del movimiento corporal y local.
Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría
dudas, equivocaciones y hasta errores en torno a este fenómeno del descanso del
Espíritu, puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al
respecto.
(B) El descanso pertenece al carisma de
sanación, es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la
memoria, con una “llenumbre” de la presencia de Dios, de su amor y de su paz,
de modo que a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un
tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.
Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por
sentirse asustado ante el, pero entonces no suelen continuar en el que se ha
resistido los frutos de paz y de oración mas recogida, y pueden quedar en él
rastros nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este
don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia
el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente
inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser
pasajero y breve.
(C) El aspecto
principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios
viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción
fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo
renovado. El que Dios llene la memoria y la imaginación de su presencia, de su
amor de su sanación no presenta dificultades en la renovación Carismática ni
fuera de ella.
(D) El punto controvertido y discutible en el
descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del amor de Dios
con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia
adelante, hasta que el don se haya pasado.
Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del
cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y
de una nueva aceptación del amor y la voluntad de Dios sin resistencias.
En el descanso en el Espíritu la persona sigue teniendo
control pleno de su entendimiento y de su voluntad. El entendimiento sigue
libre para orar con la atención mas concentrada en Dios. Otros efectos, como la
extinción de traumas, de bloqueos o cargas interiores, la iluminación
espiritual o la sanación, dependen de las necesidades individuales del que
recibe este don.
(F) El verdadero
descanso en el Espíritu:
(1) facilita la
oración en tanto cuanto toca los sentidos internos dispersos y los unifica;
(2) facilita el sentido profundo de la presencia y del amor
de Dios.
(G) Estos dos efectos internos pueden darse
sin el hecho exterior concomitante de la caída al suelo de la caída al suelo
por el impulso poderoso y abrumador del amor de Dios.
(H) Hay personas que creen erróneamente que
caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos. De
hecho es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente los
obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales.
(I) El poder de descansar en el Espíritu. Es
el problema más vidrioso de este don, que el Señor concede a algunos en los
grupos de intercesión.
(J)
(1) El don parece en si valido por sus efectos buenos: paz,
presencia de Dios, más facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias
a Dios, liberación de opresiones.
(2) El descanso en el Espíritu no es expresamente una
oración de quietud, con su experiencia directa del amor de Dios, sino que aquí
se experimenta el amor sanador más directamente que como don de oración
contemplativa.
(3) Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis,
donde la voluntad queda casi totalmente suspendida y sometida al hipnotizador,
donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en
hipnosis se pierde al volver en si. A veces esta alienación transitoria de la
voluntad transitoria de la voluntad del hipnotizado resulta seriamente peligrosa.
Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu: la voluntad y el
entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie más que
a Dios.
(4) Tampoco se ha de confundirse el descanso en el Espíritu
con un posible influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y
obscurece, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a
buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su
oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran
turbación, depresiones y falta de paz en el que lo ha recibido.
(5) Ha habido abusos por parte de personas que por su
debilidad psicológica o por ganas de atraer hacia ellas la atención simularon
el descanso en el Espíritu. Los efectos posteriores de tristeza, depresión,
angustia, oscuridad espiritual, insatisfacción y falta de paz, declararon la
falsificación de un don carismático.
(6) Se necesita, por
tanto, enseñanza sana, discernimiento y guía espiritual recta durante este
ministerio de sanación por el descanso en el Espíritu y después de el. No
conviene despertar al que esta; en el descanso en el Espíritu, no se le turbe
tras el con preguntas agobiantes e indiscretas; no se le obligue a dar paseos
para despejarse, etc.; al que tuvo el descanso déjesele tranquilo por un rato
largo para que el don de Dios produzca sus efectos buenos sin interferencias
humanas. En el falso descanso, despiértese al paciente.
(7) No se haga del descanso en el Espíritu el don central
del ministerio de sanación. La sanación viene de la presencia de Jesús sanador
y Salvador y del poder de su Espíritu aceptado desde la fe.
(8) Tampoco se caiga en el otro extremo de denunciar este
don como algo ajeno a la Renovación Carismática y como una novedad de la
Iglesia. Se trata de un fenómeno conocido en la historia de la Iglesia.
En el proceso de canonización de Santa Clara, Sor Bienvenida
de Perusa declara bajo juramento una sanación en la que el Señor utiliza a
Santa Clara y aparece el descanso en el Espíritu. Declaro; también la testigo
que, habiendo caído en demencia un fraile de la Orden de los Menores, que se
llamaba Fray Esteban, San Francisco le mando al Monasterio de San Damián, para
que la Santa hiciera sobre el la señal de la Cruz. Hecho esto, el fraile quedo
adormecido un poco de tiempo en el lugar donde la Santa Madre solía hacer la
oración, y cuando se despertó, tomo alimento y se marcho curado. (Cf.
OMAECHEVERRIA, Ignacio: Escritos de Santa Clara y documentos contemporáneos.
Madrid, BAC, 1970, Pág. 70.).
(9) En el descanso en el Espíritu la mente esta mas clara
para acoger a Dios; no es por tanto un desmayo donde la inteligencia se nubla o
se pierde temporalmente. El descanso en el Espíritu (fenómeno de sanación) nada
tiene que ver con la caída al suelo en una crisis epiléptica (enfermedad con
pérdida de sentido, espumarajos, estremecimientos, (cf. Mc. 9. 18): lo derriba
al suelo le hace echar espumarajos y rechinar los dientes). Este mismo niño del
Evangelio de San Marcos, cuando recibe la curación fisiológica de su epilepsia,
la psicológica de sus desmayos y la espiritual, liberado de aquel Espíritu malo
que le arrastraba hacia el fuego o hacia el agua para destruirlo, queda en una
especie de descanso en el Espíritu (Mc. 9. 26: el muchacho quedo curado como
muerto), pero enseguida Cristo lo levanto y estaba sano.
(10) El descanso en el Espíritu es diferente del éxtasis
sobrenatural, donde la mente queda absorbida en Dios y elevada para conocer sus
misterios, con cesación del ejercicio de los sentidos exteriores. San Pablo nos
recuerda este don de oración mas propio de almas perfectas, cuando nos dice que
subió arrebatado hasta el tercer cielo en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo
se, y oyó palabras arcanas que el hombre no puede pronunciar. (2 Cor.12, 24).
El mismo San Pablo cuando se convierte a Cristo, recibe una especie de descanso
en el Espíritu, como don de principiantes; y cae en tierra de su caballo sin
hacerse daño (Hc. 9. 4; Pablo cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo,
Saulo, ¿por que me persigues?). El descanso en el Espíritu es un don más propio
de principiantes.
Conclusión.
Estemos abiertos para acoger los dones de Dios y aceptemos la invitación de
Dios a entrar en su descanso para reposar de los trabajos (Hb. 4. 10), sin
esperar solo el descanso definitivo y celestial. También en su vida mortal,
Jesús invito a sus discípulos a un lugar retirado a descansar por un rato (Mc.
6. 30). Hoy también sigue haciéndolo con nosotros.
En el proceso de canonización de Santa Clara, Sor Bienvenida de Perusa declara bajo juramento una sanación en la que el Señor utiliza a Santa Clara y aparece el descanso en el Espíritu. Declaro; también la testigo que, habiendo caído en demencia un fraile de la Orden de los Menores, que se llamaba Fray Esteban, San Francisco le mando al Monasterio de San Damián, para que la Santa hiciera sobre el la señal de la Cruz. Hecho esto, el fraile quedo adormecido un poco de tiempo en el lugar donde la Santa Madre solía hacer la oración, y cuando se despertó, tomo alimento y se marcho curado. (Cf. OMAECHEVERRIA, Ignacio: Escritos de Santa Clara y documentos contemporáneos. Madrid, BAC, 1970, Pág. 70.).
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