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viernes, 29 de noviembre de 2013

DESAFIOS PASTORALES DE LA FAMILIA



 

S Y N O D U S E P I S C O P O R U M

 

III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

LOS DESAFÍOS PASTORALES SOBRE LA FAMILIA

EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN

DOCUMENTO PREPARATORIO

 

Ciudad del Vaticano

2013

 

I – EL SÍNODO:FAMILIA Y EVANGELIZACIÓN

 

La misión de predicar el Evangelio a toda la humanidad ha sido confiada

directamente por el Señor a sus discípulos y es la  Iglesia quien lleva adelante tal

misión en la historia. En el tiempo que estamos viviendo, la evidente crisis social y

espiritual llega a ser un desafío pastoral, que interpela la misión evangelizadora de la

Iglesia para la familia, núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. La

propuesta del Evangelio sobre la familia en este contexto resulta particularmente

urgente y necesaria. La importancia del tema surge  del hecho que el Santo Padre ha

decidido establecer para el Sínodo de los Obispos un itinerario de trabajo en dos

etapas: la primera, la Asamblea General Extraordinaria del 2014, ordenada a delinear

el “status quaestionis” y a recoger testimonios y propuestas de los Obispos para

anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de  la familia; la segunda, la

Asamblea General Ordinaria del 2015, para buscar líneas operativas para la pastoral

de la persona humana y de la familia.

Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la

difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la

idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo

es consentida la adopción de hijos. Entre las numerosas nuevas situaciones, que

exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los

matrimonios mixtos o inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia,

difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la

consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la

mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la

presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia;

fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista

en la concepción del matrimonio; influencia de los  medios de comunicación sobre la

cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida

familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en  la propuestas legislativas que

desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto  matrimonial; la difusión del

fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de

los derechos humanos. Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la

debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder

terapéutico de la penitencia sacramental.

A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado

mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos desafíos. Por ejemplo, si sólo

se piensa que en el actual contexto muchos niños y  jóvenes nacidos de matrimonios

irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se

comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por

otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.

Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que

está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la

ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales:

 

las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la

familia son muchas. Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos

temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la

caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino

también frente a toda la familia humana.

 

II- LA IGLESIA Y EL EVANGELIO SOBRE LA FAMILIA

 

La buena noticia del amor divino ha de ser proclamada a cuantos viven esta

fundamental experiencia humana personal, de vida matrimonial y de comunión

abierta al don de los hijos, que es la comunidad familiar. La doctrina de la fe sobre el

matrimonio ha de ser presentada de manera comunicativa y eficaz, para que sea capaz

de alcanzar los corazones y de transformarlos según la voluntad de Dios manifestada

en Jesucristo.

En relación a la citación de las fuentes bíblicas sobre el matrimonio y la familia,

se indican en el presente texto sólo las referencias esenciales. Así también para los

documentos del Magisterio parece oportuno limitar sea los documentos del

Magisterio universal de la Iglesia, integrándolos con algunos textos del Pontificio

Consejo de la Familia e invitando a los Obispos que participan en el Sínodo a

referirse a los documentos de sus respectivos organismos episcopales.

Desde siempre y en las más diversas culturas no ha faltado nunca la enseñanza

clara de los pastores ni el testimonio concreto de  los creyentes, hombres y mujeres,

que en circunstancias muy diferentes han vivido el  Evangelio sobre la familia como

un don inconmensurable para la vida de ellos y de sus hijos. El compromiso del

próximo Sínodo Extraordinario es impulsado y sostenido por el deseo de comunicar a

todos, más incisivamente este mensaje esperando que, de este modo, «el tesoro de la

revelación encomendado a la Iglesia vaya llenando los corazones de los hombres»

(DV 26).

El proyecto de Dios Creador y Redentor

La belleza del mensaje bíblico sobre la familia tiene su fundamento en la

creación del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn

1,24-31; 2, 4b-25). Unidos por un vínculo sacramental indisoluble, los esposos viven

la belleza del amor, de la paternidad, de la maternidad y de la dignidad suprema de

participar así en la obra creadora de Dios.

En el don del fruto de la propia unión asumen la responsabilidad del

crecimiento y de la educación de otras personas para el futuro del género humano. A

través de la procreación, el hombre y la mujer cumplen en la fe la vocación de ser

colaboradores de Dios en la custodia de la creación y en el crecimiento de la familia

humana.

 

El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la  Familiaris Consortio:

«Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza (cf.  Gn1,26s): llamándolo a la

existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo  al amor. Dios es amor (1Jn4,8)

y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su

imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del

hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la

responsabilidad del amor y de la comunión (cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por

tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (FC, n. 11).

Este proyecto de Dios creador, que el pecado original ha trastornado (cf,  Gn

3,1-24), se ha manifestado en la historia a través de las vicisitudes del pueblo elegido

hasta la plenitud de los tiempos, cuando, con la encarnación del Hijo de Dios no sólo

quedó confirmada la voluntad divina de salvación, sino también, con la redención,

fue ofrecida la gracia para obedecer a esa misma voluntad.

El Hijo de Dios, el Verbo hecho carne (cf.  Jn1,14) en el vientre de la Virgen

Madre, vivió y creció en la familia de Nazaret y participó en las bodas de Caná

enriqueciendo la fiesta con el primero de sus “signos” (cf. Jn2,1-11). Él ha aceptado

con alegría la hospitalidad familiar de sus primeros discípulos (cf.  Mc1,29-31; 2,13-17) y ha
 
consolado el luto de la familia de sus amigos de Betania (cf. Lc 10,38-42; Jn

11,1-44).

Jesucristo ha restablecido la belleza del matrimonio proponiendo nuevamente

el proyecto unitario de Dios, que había sido abandonado por la dureza del corazón

humano, aún en la tradición del pueblo de Israel (cf. Mt5,31-32; 19,3-12; Mc10,1-12;

Lc16,18). Volviendo al origen, Jesús ha enseñado la  unidad y la fidelidad entre los

esposos, reprobando el repudio y el adulterio.

Precisamente a través de la extraordinaria belleza  del amor humano – ya

celebrada con matices inspirados en el  Cantar de los Cantares y prefigurada en el

vínculo esponsalicio exigido y defendido por Profetas como Oseas (Os1,2-3,3) y

Malaquías (Ml2,13-16) – Jesús ha confirmado la dignidad originaria del amor

conyugal del hombre y de la mujer.

La enseñanza de la Iglesia sobre la familia

También en la comunidad cristiana primitiva la familia aparece como «Iglesia

doméstica» (cf.  CCC  1655). En los llamados “códigos familiares” de las  Epístolas

Apostólicas neo testamentarías, la grande familia del mundo antiguo es considerada

como lugar de la solidaridad más profunda entre mujeres y maridos, entre padres e

hijos, entre ricos y pobres (cf.  Ef  5,21-6,9;  Col3,18-4,1;  1Tm2,8-15;  Tt2,1-10;  1P

2,13-3,7; cf. además la Epístola a Filemón). En particular, la Epístola a los Efesios ha

visto en el amor nupcial entre el hombre y la mujer “el gran misterio», que hace

presente en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef5,31-32).

En el curso de los siglos, sobre todo en la época moderna hasta nuestros días, la

Iglesia no ha hecho faltar su constante y creciente enseñanza sobre la familia y sobre

el matrimonio que la fundamenta. Una de las expresiones más altas ha sido propuesta

por el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral  Gaudium et Spes,

la cual, refiriéndose a los problemas más urgentes, dedica un capítulo entero a la

promoción de la dignidad del matrimonio y de la familia, como aparece en la

descripción de su valor para la constitución de la sociedad: «Así, la familia, en la que

distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor

sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la

vida social, constituye el fundamento de la sociedad» (GS52). De especial intensidad

es el llamado a una espiritualidad Cristocéntrica para los esposos creyentes: «los

propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el

verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo cariño, modo de pensar

idéntico y mutua santidad, para que habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en

los gozos y sacrificios de su vocación, por medio de su fiel amor, sean testigos de

aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo»

(GS52).

También los Sucesores de Pedro, después del Concilio Vaticano II, han

enriquecido con su Magisterio la doctrina sobre el  matrimonio y sobre la familia, en

particular Pablo VI con la Encíclica  Humanae vitae, que ofrece específicas

enseñanzas sobre los principios y sobre la praxis.  Sucesivamente el Papa Juan Pablo

II en la Exhortación Apostólica  Familiaris consortioha querido insistir en este

aspecto, al proponer el designio divino sobre la verdad originaria del amor de los

esposos y de la familia, en estos términos: «El único “lugar” que hace posible esta

donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección

consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de

vida y amor, querida por Dios mismo (cf.  Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta

luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una

ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de

una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma

públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al

designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la

defiende contra el subjetivismo y relativismo, y lahace partícipe de la Sabiduría

creadora» (FC 11).

El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estos datos fundamentales: «La

alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima

comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el

Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien delos cónyuges así como a la

generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado

por Cristo Señor a la dignidad de sacramento [cf. GS48,1; CICcan. 1055, §1]» (CCC

1660).

La doctrina expuesta en el Catecismo se refiere tanto a los principios teológicos

como al comportamiento moral, tratados en dos títulos distintos:  El sacramento del

matrimonio(nn. 1601-1658) y  El sexto mandamiento(nn.2331-2391). La atenta

lectura de estas partes del Catecismo ayuda a la comprensión actualizada de la

doctrina de la fe, que ha de sostener la acción de  la Iglesia ante los desafíos del

presente. Su pastoral se inspira en la verdad del matrimonio considerado en el

designio de Dios, que ha creado el hombre y la mujer y en la plenitud de los tiempos

ha revelado en Jesucristo también la plenitud del amor esponsalicio elevado a

sacramento. El matrimonio cristiano fundado sobre el consenso y también dotado de

efectos propios, como los bienes y las obligaciones de los esposos, sin embargo no ha

sido sustraído al régimen del pecado (cf.  Gn3, 1-24), que puede procurar heridas

profundas y también ofensas a la misma dignidad del sacramento.

La reciente Encíclica del Papa Francisco,  Lumen Fidei, habla de la familia en

su vínculo con la fe que revela «hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos

humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos» (LF50). «El primer

ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo

en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su amor,

signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad

de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf.

Gn2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del

Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y

mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y

que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando

se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos

permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada». «La fe no es un

refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran

llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la

pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte

que todas nuestras debilidades» (LF53).

 

III – CUESTIONARIO

 

Las siguientes preguntas permiten a las Iglesias particulares participar

activamente en la preparación del Sínodo Extraordinario, que tiene como objetivo

anunciar el Evangelio en los actuales desafíos pastorales en relación a la familia.

1 -  Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia en

relación a la familia

a) ¿Cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de la Biblia, de la Gaudium et

spes, de la  Familiaris consortio y de otros documentos del Magisterio post-conciliar sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cómo nuestros

fieles son formados en la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia?

b) Allí donde se conocen las enseñanzas de la Iglesia ¿son éstas integralmente

aceptadas? ¿se verifican dificultades para ponerlas en práctica? ¿Cuáles?

c) ¿Cómo se difunden las enseñanzas de la Iglesia en el contexto de los

programas pastorales a nivel nacional, diocesano y  parroquial? ¿Qué catequesis

se ofrece sobre la familia?

d) ¿En qué medida – y en particular en relación a qué aspectos – dichas

enseñanzas son realmente conocidas, aceptadas, rechazadas y/o criticadas en

ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales que obstaculizan

la plena recepción de las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia?

2 -  Sobre el matrimonio según la ley natural

a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto a nivel

institucional, educativo y académico, como a nivel  popular? ¿Qué visiones

antropológicas se dan por sobrentendidas en el debate sobre el fundamento

natural de la familia?

b) ¿Es comúnmente aceptado, en cuanto tal, el concepto de ley natural en

relación a la unión entre el hombre y la mujer, de  parte de los bautizados en

general?

c) ¿Cómo es contestada, en la práctica y en la teoría, la ley natural en lo que

respecta a la unión entre el hombre y la mujer en vista de la formación de una

familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y

eclesiales?

d) ¿Cómo se deberían afrontar los desafíos pastorales que surgen cuando

bautizados, no practicantes o que se declaran no creyentes, piden la celebración

del matrimonio?

3 –  La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización

a)  ¿Qué experiencias han sido maduradas en las últimas décadas en orden a la

preparación al matrimonio? ¿Cómo se ha tratado de estimular la tarea de

evangelización de los esposos y de la familia? ¿En  qué modo se puede

promover la conciencia de la familia como “Iglesia doméstica”?

b)  ¿Se ha logrado proponer estilos de oración en familia, que sean capaces de

resistir ante la complejidad de la vida y de la cultura actual?

c)  ¿En qué modo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación

de trasmitir la fe en la actual situación de crisis entre las generaciones?

d)  ¿De que manera las Iglesias locales y los movimientos de espiritualidad

familiar ha sabido crear caminos ejemplares?

e)  ¿Qué aporte específico han logrado dar los matrimonios y las familias, en

orden a la difusión de una visión integral del matrimonio y de la familia

cristiana, que sea creíble hoy?

f)  ¿Qué atención pastoral ha demostrado la Iglesia para sostener el camino de

los matrimonios en formación y de aquellos que atraviesan por una crisis?

4 – Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles

a) ¿Es una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular la convivencia  ad

experimentum? ¿Es posible estimar numéricamente un porcentaje?

b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconocimiento religioso ni civil? ¿Hay

datos estadísticos confiables?

c) ¿Son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular los que están

separados y los divorciados casados de nuevo? ¿Cuáles el porcentaje

numéricamente estimable? ¿Cómo se enfrenta esta realidad a través de

programas pastorales adecuados?

d) En estos casos: ¿Cómo viven los bautizados su irregularidad? ¿Son

concientes de ella? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten

marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?

e) ¿Qué piden las personas divorciadas y casadas de nuevo a la Iglesia a

propósito de los sacramentos de la Eucaristía y de  la Reconciliación? Entre las

personas que se encuentran en estas situaciones ¿cuántas piden dichos

sacramentos?

f) ¿Podría ofrecer realmente un aporte positivo a la solución de las

problemáticas de las personas implicadas la agilización de la praxis canónica en

orden al reconocimiento de la declaración de nulidad del vínculo matrimonial?

Si la respuesta es afirmativa ¿en qué forma?

g) ¿Existe una pastoral orientada a la atención de  estos casos? ¿Cómo se

desarrolla esa actividad pastoral? ¿Existen al respecto programas a nivel

nacional y diocesano? ¿Cómo es anunciada a los separados y a los divorciados

casados de nuevo la misericordia de Dios? ¿Cómo se  pone en práctica el apoyo

de la Iglesia en el camino de fe de estas personas?

5 -  Sobre las uniones de personas del mismo sexo

a) ¿Existe en el país una ley civil de reconocimiento de las uniones de personas

del mismo sexo equiparadas, de algún modo, al matrimonio?

b) ¿Qué actitud asumen las Iglesias particulares y  locales ante el Estado civil,

promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, y también ante las

mismas personas implicadas en este tipo de uniones?

c) ¿Qué atención pastoral es posible desarrollar en relación a las personas que

han elegido vivir según este tipo de uniones?

d) ¿Cómo habría que comportarse pastoralmente, en el caso de uniones de

personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, en vista de la transmisión

de la fe?

6 -  Sobre la educación de los hijos en las situaciones matrimoniales irregulares

a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes, en

relación a los niños nacidos y educados en familias regularmente constituidas?

b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Iglesia? ¿Qué piden? ¿Sólo los

sacramentos o también la catequesis?

c) ¿Cómo las Iglesias particulares intentan responder a la necesidad de los

padres de estos niños de ofrecer una educación cristiana para sus hijos?

d) ¿Cómo se desarrolla la praxis sacramental en estos casos: la preparación, la

administración del sacramento y el acompañamiento?

7 -  Sobre la apertura de los cónyuges a la vida

a) ¿Tienen los cristianos un real conocimiento de la doctrina de la  Humanae

vitaesobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia se tiene del valor moral

de los diferentes métodos de control de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones

podrían ser sugeridas sobre esta materia desde el punto de vista pastoral?

b) ¿Es aceptada la mencionada doctrina moral? ¿Cuáles son los aspectos más

problemáticos que dificultan la aceptación en la gran mayoría de los

matrimonios?

c) ¿Qué métodos naturales son promovidos de parte de las Iglesias particulares

para ayudar a los cónyuges a aplicar la doctrina dela Humanae vitae?

d) ¿Cuál es la experiencia respecto a este tema en la praxis del sacramento de la

Penitencia y en la participación en la Eucaristía?

e) ¿Qué contrastes se detectan entre la doctrina dela Iglesia y la educación civil

en relación a esta temática?

f) ¿Cómo se puede promover una mentalidad más abierta a la natalidad? ¿Cómo

se puede favorecerse el aumento de los nacimientos?

8 -  Sobre la relación que existe entre la familia y la persona

a) Jesucristo revela el misterio y la vocación del  ser humano ¿La familia es

realmente un ambiente privilegiado para que esto tenga lugar?

b) ¿Qué situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir

un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo?

c) ¿En qué medida las crisis de fe que las personas pueden atravesar inciden en

la vida familiar?

9 -  Otros desafíos y propuestas

¿Existen otros desafíos y propuestas en relación a  los temas tratados en este

cuestionario que merezcan ser considerados como urgentes o útiles?

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