MENSAJE DE CUARESMA – 2013“Fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe” (Hb. 12,
2)
Hermanas y hermanos:
1. “Fijos los ojos en Jesús”En este Año de la Fe, “renovemos la alegría de nuestro Bautismo”, poniendo “fijos los ojos en Jesús”. Nos dice mucho esta referencia a los ojos. Bien podemos considerarlos como una auténtica “puerta de la fe”. Los ojos son los que permiten el juego de las miradas, cosa que nos transporta al mundo de la poesía y, como admirablemente lo dice Antonio Machado, “el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”.
Por eso, “fijos los ojos en Jesús” significa: creer en su amor. Dice san Pablo: “me amó y se entregó por mí” (Gal. 2, 20). La fe es la respuesta al amor de Dios. También el apóstol Juan dirá: “hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (Jn. 8, 27). Al mirar a Jesús contemplamos todo el amor de Dios a cada uno de nosotros. Es el primer paso de nuestra conversión. Su amor nos atrae. El mismo Jesús nos dice: “Cuando sea levantado en alto atraeré a todos hacia mí” (Jn. 8, 27). El nos atrae para mostrarnos el amor del Padre. “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14, 9).
Nos dice el Papa Benedicto este año en su Mensaje de Cuaresma: “El cristiano es una persona conquistada por
el amor de Cristo y movido por este amor está abierto de modo profundo y
concreto al amor al prójimo. Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que
el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de
los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al
amor de Dios”. Es lo que expresamos en la oración para la Misión diocesana:
“al contemplar tu vida entregada y
resucitada, abrís nuestros ojos al amor del Padre, y nuestros corazones a la
obra del Espíritu… y, poco a poco, se transforman nuestras
vidas”.
2. En la diócesis de Quilmes estamos en estado de misiónQueremos renovar la alegría de nuestra fe. Con satisfacción he visto que, desde la convocatoria que hice en la Peregrinación diocesana a Luján, en todos los decanatos y parroquias se fueron preparando con entusiasmo para salir al encuentro de tantos hermanos para anunciar a Jesús, que es el que inicia y lleva a plenitud nuestra fe. En estos días en las distintas comunidades se están visitando los hogares llevando una carta de parte de la comunidad cristiana. Es un modo de vivir nuestro ser discípulos misioneros de Jesús. Renovar la alegría de nuestro Bautismo consiste en irradiar el amor del Padre Dios. Es ir al encuentro de los demás para manifestar que Dios nos ama a cada uno. La Cuaresma es un tiempo maravilloso para hundirnos en el amor misericordioso de Dios. Es momento para que experimentemos el abrazo del Padre que recibe al hijo que creía perdido o muerto, como cuenta la parábola (Lc. 15, 11 ss.). Llenos de esa alegría vayamos “al encuentro de cada hombre y mujer, atentos a sus inquietudes y esperanzas, disponibles para escuchar y comprender, cercanos para animar y acompañar” (Oración para la Misión).
3. Juntos celebremos nuestra feLa vida que el Señor nos regala es celebrada en la Liturgia. Cada domingo de Cuaresma, la Palabra de Dios nos ayudará a beber en las fuentes de nuestra fe. El Evangelio de cada domingo nos ayudará a renovar la alegría de nuestro Bautismo. También, como fruto de las visitas a los hogares, muchas hermanas y hermanos adultos, tendrán la oportunidad para completar su Iniciación cristiana, participando de los encuentros catequísticos para luego celebrar su Bautismo, su Primera Comunión o su Confirmación en las fiestas de Pascua y de Pentecostés.
4. Convertirnos al Dios de la misericordiaLa oración, el ayuno y la limosna son las recomendaciones del Señor en el sermón de la montaña. Al iniciar su Reino entre nosotros Jesús nos invita a disponernos a recibirlo con estas actitudes. El Padre ve en lo secreto de nuestro corazón. Mediante ello Él quiere regalarnos un corazón misericordioso como el suyo. “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc. 6, 36).
Cada cuaresma Caritas Diocesana organiza la Campaña de Fraternidad y la Colecta del Jueves Santo. El lema de este año es: “Frente al maltrato no podés lavarte las manos”. Terminar con la violencia de género y la trata de personas es responsabilidad de todos. Les pido a todos los agentes de pastoral que lean y difundan la carta que Caritas Diocesana nos ha enviado para iniciar esta Campaña de Fraternidad 2013, como así también utilizar el material que oportunamente será enviado para sensibilizar a la sociedad sobre estas realidades dolorosas. Leemos en esa carta: “la Campaña y la Colecta es una expresión solidaria de la Iglesia diocesana, es testimonio de nuestro compromiso por una sociedad más justa y humana. Tendrá éxito en la medida que su difusión y gestos concretos sea un compromiso de toda la comunidad y de sus pastores”. La mitad de la colecta queda en cada Caritas parroquial; de la otra mitad Caritas diocesana destinará una parte para apoyar al Hogar de Tránsito Ntra. Sra. del Milagro para mujeres víctimas de la violencia, y otra parte para dar respuesta a situaciones urgentes de esta temática que surjan en el año.
La Cuaresma nos invita a fijar los ojos en el Dios de la misericordia que se nos revela en Jesús. Jesús introduce en nuestra historia un principio decisivo de acción: “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc. 6, 36). La misericordia es la fuerza que puede mover la historia hacia un futuro más humano. La misericordia activa y solidaria es la gran ley del Reino. La que nos hace reaccionar ante el clamor de los que sufren y movilizarnos para construir un mundo más justo y fraterno. Es la gran herencia de Jesús que los cristianos tenemos que recuperar y brindar hoy.
5. Cristo resucitado, nuestra esperanzaTenemos fijos los ojos en un Jesús vivo. Hoy nos mira. Hoy lo miramos. El es nuestra esperanza. El Padre lo ha resucitado. El es el que inicia nuestra fe y es el que la lleva a su plenitud, a la vida plena. Una vida plena para toda la creación; una vida liberada para siempre del mal y de la muerte; el reino de Dios hecho realidad. Estamos todavía en camino. Todo aún está mezclado y confuso: justicia e injusticia, muerte y vida, odio y amor, luz y tinieblas, trigo y cizaña. Pero la energía secreta del Resucitado está presente: “yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lc. 22, 27); “y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20). Esa energía del Resucitado es la que nos despierta de nuestra pasividad y mediocridad, para resucitar a un amor fuerte y generoso: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos” (1 Jn. 3, 14). Allí está la fuerza de la misión, de la evangelización. En eso consiste nuestro crecimiento. No es contar con más gente, tener más poder o mejor fama. Se trata de amor concreto y verdadero. Amor a la vida que Dios nos regala; amar y defender la vida de cada hombre y mujer. Hacer presente la vida donde hay muerte. Es así como nuestra fe se fortalece.
Hermanas y hermanos: Es mi deseo que este tiempo cuaresmal nos ayude a todos a crecer como discípulos misioneros del Reino de Jesús, unidos en este camino misionero diocesano, inspirados por las palabras de Benedicto XVI en su Carta “Puerta de la fe”: “hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer, y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe (PF 7).
La Virgen María, mujer de fe, nos acompañe en el camino.
Con mi afecto de padre y pastor los bendigo
1. “Fijos los ojos en Jesús”En este Año de la Fe, “renovemos la alegría de nuestro Bautismo”, poniendo “fijos los ojos en Jesús”. Nos dice mucho esta referencia a los ojos. Bien podemos considerarlos como una auténtica “puerta de la fe”. Los ojos son los que permiten el juego de las miradas, cosa que nos transporta al mundo de la poesía y, como admirablemente lo dice Antonio Machado, “el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”.
Por eso, “fijos los ojos en Jesús” significa: creer en su amor. Dice san Pablo: “me amó y se entregó por mí” (Gal. 2, 20). La fe es la respuesta al amor de Dios. También el apóstol Juan dirá: “hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (Jn. 8, 27). Al mirar a Jesús contemplamos todo el amor de Dios a cada uno de nosotros. Es el primer paso de nuestra conversión. Su amor nos atrae. El mismo Jesús nos dice: “Cuando sea levantado en alto atraeré a todos hacia mí” (Jn. 8, 27). El nos atrae para mostrarnos el amor del Padre. “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14, 9)
2. En la diócesis de Quilmes estamos en estado de misiónQueremos renovar la alegría de nuestra fe. Con satisfacción he visto que, desde la convocatoria que hice en la Peregrinación diocesana a Luján, en todos los decanatos y parroquias se fueron preparando con entusiasmo para salir al encuentro de tantos hermanos para anunciar a Jesús, que es el que inicia y lleva a plenitud nuestra fe. En estos días en las distintas comunidades se están visitando los hogares llevando una carta de parte de la comunidad cristiana. Es un modo de vivir nuestro ser discípulos misioneros de Jesús. Renovar la alegría de nuestro Bautismo consiste en irradiar el amor del Padre Dios. Es ir al encuentro de los demás para manifestar que Dios nos ama a cada uno. La Cuaresma es un tiempo maravilloso para hundirnos en el amor misericordioso de Dios. Es momento para que experimentemos el abrazo del Padre que recibe al hijo que creía perdido o muerto, como cuenta la parábola (Lc. 15, 11 ss.). Llenos de esa alegría vayamos “al encuentro de cada hombre y mujer, atentos a sus inquietudes y esperanzas, disponibles para escuchar y comprender, cercanos para animar y acompañar” (Oración para la Misión).
3. Juntos celebremos nuestra feLa vida que el Señor nos regala es celebrada en la Liturgia. Cada domingo de Cuaresma, la Palabra de Dios nos ayudará a beber en las fuentes de nuestra fe. El Evangelio de cada domingo nos ayudará a renovar la alegría de nuestro Bautismo. También, como fruto de las visitas a los hogares, muchas hermanas y hermanos adultos, tendrán la oportunidad para completar su Iniciación cristiana, participando de los encuentros catequísticos para luego celebrar su Bautismo, su Primera Comunión o su Confirmación en las fiestas de Pascua y de Pentecostés.
4. Convertirnos al Dios de la misericordiaLa oración, el ayuno y la limosna son las recomendaciones del Señor en el sermón de la montaña. Al iniciar su Reino entre nosotros Jesús nos invita a disponernos a recibirlo con estas actitudes. El Padre ve en lo secreto de nuestro corazón. Mediante ello Él quiere regalarnos un corazón misericordioso como el suyo. “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc. 6, 36).
Cada cuaresma Caritas Diocesana organiza la Campaña de Fraternidad y la Colecta del Jueves Santo. El lema de este año es: “Frente al maltrato no podés lavarte las manos”. Terminar con la violencia de género y la trata de personas es responsabilidad de todos. Les pido a todos los agentes de pastoral que lean y difundan la carta que Caritas Diocesana nos ha enviado para iniciar esta Campaña de Fraternidad 2013, como así también utilizar el material que oportunamente será enviado para sensibilizar a la sociedad sobre estas realidades dolorosas. Leemos en esa carta: “la Campaña y la Colecta es una expresión solidaria de la Iglesia diocesana, es testimonio de nuestro compromiso por una sociedad más justa y humana. Tendrá éxito en la medida que su difusión y gestos concretos sea un compromiso de toda la comunidad y de sus pastores”. La mitad de la colecta queda en cada Caritas parroquial; de la otra mitad Caritas diocesana destinará una parte para apoyar al Hogar de Tránsito Ntra. Sra. del Milagro para mujeres víctimas de la violencia, y otra parte para dar respuesta a situaciones urgentes de esta temática que surjan en el año.
La Cuaresma nos invita a fijar los ojos en el Dios de la misericordia que se nos revela en Jesús. Jesús introduce en nuestra historia un principio decisivo de acción: “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc. 6, 36). La misericordia es la fuerza que puede mover la historia hacia un futuro más humano. La misericordia activa y solidaria es la gran ley del Reino. La que nos hace reaccionar ante el clamor de los que sufren y movilizarnos para construir un mundo más justo y fraterno. Es la gran herencia de Jesús que los cristianos tenemos que recuperar y brindar hoy.
5. Cristo resucitado, nuestra esperanzaTenemos fijos los ojos en un Jesús vivo. Hoy nos mira. Hoy lo miramos. El es nuestra esperanza. El Padre lo ha resucitado. El es el que inicia nuestra fe y es el que la lleva a su plenitud, a la vida plena. Una vida plena para toda la creación; una vida liberada para siempre del mal y de la muerte; el reino de Dios hecho realidad. Estamos todavía en camino. Todo aún está mezclado y confuso: justicia e injusticia, muerte y vida, odio y amor, luz y tinieblas, trigo y cizaña. Pero la energía secreta del Resucitado está presente: “yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lc. 22, 27); “y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20). Esa energía del Resucitado es la que nos despierta de nuestra pasividad y mediocridad, para resucitar a un amor fuerte y generoso: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos” (1 Jn. 3, 14). Allí está la fuerza de la misión, de la evangelización. En eso consiste nuestro crecimiento. No es contar con más gente, tener más poder o mejor fama. Se trata de amor concreto y verdadero. Amor a la vida que Dios nos regala; amar y defender la vida de cada hombre y mujer. Hacer presente la vida donde hay muerte. Es así como nuestra fe se fortalece.
Hermanas y hermanos: Es mi deseo que este tiempo cuaresmal nos ayude a todos a crecer como discípulos misioneros del Reino de Jesús, unidos en este camino misionero diocesano, inspirados por las palabras de Benedicto XVI en su Carta “Puerta de la fe”: “hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer, y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe (PF 7).
La Virgen María, mujer de fe, nos acompañe en el camino.
Con mi afecto de padre y pastor los bendigo
+ Carlos José TisseraObispo de Quilmes
QUILMES, 10 de febrero de 2013
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