ADVIENTO Y NAVIDAD
Sagrada Familia
1) EL ADVIENTO
SIGNIFICADO Y CONTENIDO
Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara
para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo se realiza en un triple
plan:
PASADO: venida histórica a Palestina,
PRESENTE: venida sacramental, hoy,
FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo.
Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de
nosotros. Nos está haciendo concorpóreos suyos, solidarios de su persona y de
su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo
se graba en nosotros. Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los
tiempos no será otra cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en
nosotros. Hay continuidad real entre su venida actual y su venida gloriosa.
Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de
fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe
penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario
que el cristiano tenga mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y
presencia del Señor.
LOS GRANDES TESTIGOS DEL ADVIENTO
Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la
Virgen María.
Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude
la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de
corazón.
Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha
venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera.
María es la figura clave del adviento. En ella culmina
la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La
recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es
Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para
todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y
madre de la Iglesia.
LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO
1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está
desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de
unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento
nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de
felicidad.
2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de
ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los
hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a
Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La
infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia
e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo.
Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace
pobre.
3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros.
La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que
lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de
Dios... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la
historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de
nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.
4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra
todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una
victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.
5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo,
sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran
gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando
el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su
pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.
El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad
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