Saludo de monseñor Gustavo Oscar Zanchetta, Obispo de la
Nueva Orán, a los fieles de la diócesis de la Nueva Orán (24 de julio de 2013)
Queridos hermanos y hermanas:
Con las últimas luces de este día donde se ha hecho público
que el Santo Padre Francisco me ha designado Obispo de la Nueva Orán quiero
saludarlos haciendo mías las palabras del Apóstol: “Doy gracias a Dios sin
cesar por ustedes, a causa de la gracia de Dios que les ha sido otorgada en
Cristo Jesús, pues en él han sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en
todo conocimiento, en la medida en que se ha consolidado entre ustedes el
testimonio de Cristo” (1Co 1,4-6).
Les agradezco todos los saludos y brazos fraternos que me
han tendido a la distancia y que fueron llegando a lo largo de este día
intenso. Me siento muy pequeño frente a este nuevo llamado del Señor, pero
feliz y esperanzado, sobre todo porque una vez más el buen Jesús me regala
nuevos hermanos para seguir caminando.
La noticia se sintió fuerte especialmente en mi familia, mis
amigos y en las dos comunidades parroquiales que me fueron confiadas desde hace
varios años: San Francisco de Asís y Nuestra Señora del Puente en Berazategui.
Particularmente en las parroquias la sensación que percibo es una mezcla de
alegría y emoción pero también un dejo de nostalgia por los años compartidos y
el desafío de un cambio frente a mi próxima partida.
Sé que voy a extrañar a esta Diócesis de Quilmes que amo
entrañablemente, y en particular las comunidades a las que he servido en estos
años y que definitivamente forman parte de mi vida sacerdotal, de mis afectos,
de lo aprendido y de lo que he fallado. Así es el sacerdocio, un camino
apasionante para seguir a Cristo sabiendo que nada es propio, que todo es don
de Dios, que a El pertenecemos y que sólo en El tenemos vida.
Como discípulo misionero acepté libre y esperanzadamente, en
la obediencia de la fe, lo que el Papa Francisco ha decidido. Por eso quiero
insertarme en la Iglesia particular que se me confía como pastor asumiendo el
camino recorrido por ustedes, y que está muy bien plasmado en los objetivos y
los grandes causes pastorales del Plan Diocesano de Pastoral; el mundo juvenil,
la pastoral familiar, la pastoral social y del medio ambiente, la pastoral
aborigen y la pastoral vocacional.
Como bien ha señalado el querido Beato Juan Pablo II: “La
comunión eclesial vivida llevará al Obispo a un estilo pastoral cada vez más
abierto a la colaboración de todos” (Pastores gregis 44). Con esto
sencillamente quiero decirles que son ustedes, la comunidad diocesana, quienes
me harán conocer, descubrir, amar y asumir como propias las riquezas de la vida
pastoral que el Señor ha suscitado en la Diócesis de la Nueva Orán, donde cada
uno desde su carisma particular ha contribuido para conformar la identidad de
esta porción del Pueblo de Dios.
La vida eclesial no empieza ni termina con un cambio de
obispo. Más bien va transitando caminos buscando hacer presente en todo momento
a Jesucristo, el Señor de la historia. Y en mi caso particular tengo mucho que
agradecer por la entrega y lucidez de los obispos que me han precedido,
particularmente a mi hermano y amigo el Padre Obispo Marcelo Colombo, por haber
sabido interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, escuchando
y aprendiendo del sentir de la gente para poder orientar y animar la vida
eclesial de la Nueva Orán, tan rica en tradiciones y costumbres, tan desafiante
en los objetivos propuestos, tan pujante y entregada especialmente al servicio
de los pobres y los más débiles.
Por eso quiero expresarles, abriéndoles mi corazón, que yo
tengo que aprender a ser obispo, y sólo lo puedo hacer – como lo expresa San
Agustín - con ustedes, mis hermanos y hermanas en Cristo, a fin de ser para
ustedes el obispo que merecen y esperan.
Elegí como lema episcopal una frase del Evangelio con la que
me identifico porque así he querido vivir mi vida presbiteral, y así quiero
entregarme como padre y pastor en esta etapa que se inicia: “somos simples
servidores” (Lc 17,10). En el contexto del relato evangélico se expresa la
enseñanza concreta de Jesús a los discípulos para servir con humildad, sin
apetecer grandezas y ocupando el último lugar.
Comprendo que les resulte difícil despedirse del Padre
Obispo Marcelo. Como lo conozco bien puedo dar testimonio con ustedes de que es
un pastor según el corazón de Dios, y sé que ha dado lo mejor de sí para
apacentarlos y cuidarlos. También sé que este paso por la Nueva Orán ha dejado
en él huellas profundas que lo marcarán para toda su vida con el sello
imborrable del cariño sincero que el Santo Pueblo de Dios sabe prodigar en la
fe a los buenos pastores. Por eso creo que lo mejor que podemos regalarle es
sostenerlo con nuestra oración diaria, especialmente en la Eucaristía,
uniéndonos a los hermanos de la Diócesis de La Rioja que también lo esperan con
alegría y esperanza.
Hermanos y hermanas, desde que supe hace algunos días atrás
que el Santo Padre Francisco me eligió para ser su nuevo pastor empecé a
quererlos y a rezar por todos ustedes; por los sacerdotes, los diáconos, los
jóvenes seminaristas que son toda una promesa, la vida religiosa que con la
riqueza de carismas fortalece la vida eclesial, los laicos comprometidos, las
comunidades parroquiales, las comunidades aborígenes, los movimientos e
instituciones, los colegios, y todos los hombres y mujeres de buena voluntad
que conforman ese hermoso rincón de Salta hacia donde ya he partido como un
peregrino más.
En los próximos días les haré saber la fecha de mi
ordenación episcopal e inicio del ministerio pastoral. Sólo les pido que me
hagan un lugarcito en su corazón y recen por mí. Yo lo hago por todos,
especialmente por quienes hoy sufren cualquier situación de dolor en sus vidas,
rogando al Señor que los bendiga y fortalezca.
Grácias por recibirme como uno de ustedes!! Que la Virgen
del Carmen bella, Madre del Salvador, y San Ramón Nonato los cuiden y protejan
para caminar seguros hacia el encuentro con Jesús.
Mons. Gustavo Oscar Zanchetta, obispo electo de la Nueva
Orán
Sé que voy a extrañar a esta Diócesis de Quilmes que amo entrañablemente, y en particular las comunidades a las que he servido en estos años y que definitivamente forman parte de mi vida sacerdotal, de mis afectos, de lo aprendido y de lo que he fallado. Así es el sacerdocio, un camino apasionante para seguir a Cristo sabiendo que nada es propio, que todo es don de Dios, que a El pertenecemos y que sólo en El tenemos vida.
ResponderEliminarComo discípulo misionero acepté libre y esperanzadamente, en la obediencia de la fe, lo que el Papa Francisco ha decidido. Por eso quiero insertarme en la Iglesia particular que se me confía como pastor asumiendo el camino recorrido por ustedes, y que está muy bien plasmado en los objetivos y los grandes causes pastorales del Plan Diocesano de Pastoral; el mundo juvenil, la pastoral familiar, la pastoral social y del medio ambiente, la pastoral aborigen y la pastoral vocacional.