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martes, 9 de abril de 2013

UN ASESINATO...

 
 
La tragedia del crucero Belgrano
 
 
    “Era el orgullo de la Armada Argentina, un crucero de 130000 toneladas tripulado por 1000 hombres. Su nombre. Crucero General Belgrano. En abril de 1982, dejó el puerto y se hizo a la mar para luchar en una guerra que pocos anticiparon y nadie parecía desear. No sabían que del otro lado del mundo, un submarino viajaba hacia ellos; tripulado por otros jóvenes que también iban a cumplir con su deber. Ambos se encontrarían al final de la tarde del 2 de mayo de 1982, en las heladas aguas del Atlántico Sur. Lo que pasó luego, es historia”. Así, National Geographic Channel iniciaba el documental El hundimiento del Belgrano, a las 22 horas del domingo 8 de junio de 2003. Este auténtico hito televisivo es el testimonio de la fallida expedición patrocinada por esta conocida entidad cultural, que se llevó a cabo del 2 al 14 de marzo del corriente año, con el objetivo de hallar al malogrado crucero argentino hundido por el submarino nuclear británico Conqueror.
 
 
Un esfuerzo titánico
 
     Con un costo de medio millón de dólares, científicos de la NGS encararon una expedición que asumió 750 kilómetros cuadrados del Atlántico Sur, a bordo del buque Seacor Lenga, al mando del comandante Curt Newport y contando con el beneplácito y la asistencia de la Armada Argentina. Además, iban cuatro sobrevivientes de esta tragedia, una de las más grandes en la historia naval del siglo XX. Ellos eran los británicos Martin Brown y Kevin Nichols, y los argentinos Pedro Galassi y Carlos Castro Madero. No fueron elegidos al azar, pues Kevin Nichols tenía como misión ser el encargado del sonar que detectó al crucero, su compañero Martin Brown ayudó a cargar los dos torpedos que lo enviaron a 4200 metros de profundidad, Carlos Castro Madero era oficial de artillería y Pedro Galassi era el segundo de a bordo del Belgrano.
     Pero nada salió como se esperaba. Luego de soportar un clima terrible, más furiosas olas de 12 metros, el desilusionado Newport tuvo que admitir la derrota.
 Opinó que no se pudo hallar al Belgrano porque "la información" que proporcionaron la Armada Argentina y la de Gran Bretaña sobre el lugar donde se hundió el buque "no era tan precisa como pensábamos".
     "Me gustaría volver, pero yo no financio el proyecto", indicó Newport, quien no obstante dijo que con el material obtenido "se puede hacer un gran documental".
 "El buque 'General Belgrano' es patrimonio cultural de la Humanidad. Está en un lugar muy peligroso para trabajar. Los barcos pueden desaparecer cuando el clima se pone muy difícil en esa área", agregó el comandante del Seacor Lenga.
     No obstante, se realizó una ceremonia conmemorativa a bordo de los buques de la Armada Argentina Robinson y Puerto Deseado, en la cual se rindió tributo a los 352 muertos esa infausta tarde.
    
 
Algunas aristas polémicas
 
     Sin embargo, el excelente trabajo de la NGS contó con varios costados que invitan a la polémica. Las imágenes muestran “la alegría cercana al éxtasis” de la multitud congregada en Plaza de Mayo aquel viernes 2 de abril de 1982 y se intenta ofrecer una explicación al respecto: “Si el resto del mundo estaba asombrado por semejante derroche de alegría, esto se debe que no entendía que el pueblo de Argentina estaba celebrando el cumplimiento que tuvo por generaciones.” La pantalla muestra otra imagen, que es la del paisaje desolador de la costa malvinense: “Y este es el objetivo de su sueño, el premio que los argentinos codiciaron a través de su historia. Unas islas desoladas, situadas a 550 km de la costa de Argentina. Remotas lenguas de tierra en el confín del mundo, famosas por la vida silvestre y por sus ovejas y por nada más.” Esgrimir semejante argumento, para descalificar la “invasión” argentina a las islas, genera un pensamiento inmediato. Si no carecía absolutamente de importancia estratégica, no se explica como Margaret Tatcher envió a la Task Force –parte integrante de la armada de la OTAN-, con el fin de recuperarla por la fuerza. Seguramente, los británicos se enzarzaron en una contienda, breve pero feroz, no para preservar el normal desarrollo de la cría de ovejas o el hábitat de los pingüinos.
    “Los británicos colonizaron las islas en el siglo XIX, las llaman las Falklands y las reclaman como parte del Reino Unido”, -continúa el comentarista-, “aunque hasta 1982 apenas hicieron mella en la conciencia de la Nación. Los argentinos las llaman Islas Malvinas, y en lugar de ser una nota al pie en su historia, las Malvinas son un tema central para la identidad de su país. Casi todo el mundo cree que las islas son parte esencial de Argentina, que fue robada por Inglaterra. Y durante buena parte de dos siglos, los argentinos vienen soñando con recuperarlas”. Interesante visión, puesto que los británicos expulsaron a los colonos argentinos en enero de 1833 y recién ahí las nombraron Falklands. El documental ignora tanto la historia anterior al despojo, como los motivos del mismo, ya que en el momento de la usurpación las islas eran parte integrante de la Confederación Argentina, siendo administradas en nombre de Juan Manuel de Rosas por el gobernador Luis Vernet.
     “Reclamar las islas puede haber sido el sueño de todo escolar en Argentina. Pero este sueño tendía a ignorar a un hecho importante: las 1800 personas que vivían en las islas eran británicas, y querían seguir siéndolo. Eso presentaba un problema”, continúa el documental. Acá hay otra arista digna de mención, ya que presenta el argumento jurídico de la “autodeterminación de los pueblos”, una resolución de la ONU de la década del 60 que legitimaba los procesos de descolonización. Y no al revés, como lo presenta la gente del NGS, como una virtual legitimación del sistema colonial.
    Pero luego, sobreviene un análisis comparativo entre las razones argentinas y británicas para enfrentarse en esa guerra inaudita de 74 días. Tanto Galtieri como Tatcher utilizaron este acontecimiento para sobrevivir en el poder. Galtieri sabía que la inflación y el descontento social lo echarían tarde o temprano a patadas, entonces provocó el salto hacia delante del desembarco en Malvinas, pero cometiendo un grueso error de cálculo que sería fatal. No midió la reacción de su contrincante, la conservadora primera ministra Margaret Tatcher. Ella también tenía que lidiar con oleadas de impopularidad y con una fuerte recesión económica. Cuando su administración hacía agua por los cuatro costados, el borracho general argentino le regaló la oportunidad de su vida ese 2 de abril. La conclusión de este drama es conocida, Galtieri se tuvo que ir de la Casa Rosada un par de días de la rendición de l4 de junio y Tatcher fue reelegida al año siguiente, manteniéndose en el poder hasta 1990.
     Más allá de este costado debatible, es bueno ver en la TV argentina programas como este que además de invitar a la memoria, mantienen viva la agudeza de la investigación permanente
 
 
 


AHORA FRENTE A JESUS
COMO JUSTIFICARA SU ASESINATO.
 
DIOS TENGA MISERICORDIA DE ELLA


2 comentarios:





  1. “Los británicos colonizaron las islas en el siglo XIX, las llaman las Falklands y las reclaman como parte del Reino Unido”, -continúa el comentarista-, “aunque hasta 1982 apenas hicieron mella en la conciencia de la Nación. Los argentinos las llaman Islas Malvinas, y en lugar de ser una nota al pie en su historia, las Malvinas son un tema central para la identidad de su país. Casi todo el mundo cree que las islas son parte esencial de Argentina, que fue robada por Inglaterra. Y durante buena parte de dos siglos, los argentinos vienen soñando con recuperarlas”. Interesante visión, puesto que los británicos expulsaron a los colonos argentinos en enero de 1833 y recién ahí las nombraron Falklands. El documental ignora tanto la historia anterior al despojo, como los motivos del mismo, ya que en el momento de la usurpación las islas eran parte integrante de la Confederación Argentina, siendo administradas en nombre de Juan Manuel de Rosas por el gobernador Luis Vernet.

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  2. Con un costo de medio millón de dólares, científicos de la NGS encararon una expedición que asumió 750 kilómetros cuadrados del Atlántico Sur, a bordo del buque Seacor Lenga, al mando del comandante Curt Newport y contando con el beneplácito y la asistencia de la Armada Argentina. Además, iban cuatro sobrevivientes de esta tragedia, una de las más grandes en la historia naval del siglo XX. Ellos eran los británicos Martin Brown y Kevin Nichols, y los argentinos Pedro Galassi y Carlos Castro Madero. No fueron elegidos al azar, pues Kevin Nichols tenía como misión ser el encargado del sonar que detectó al crucero, su compañero Martin Brown ayudó a cargar los dos torpedos que lo enviaron a 4200 metros de profundidad, Carlos Castro Madero era oficial de artillería y Pedro Galassi era el segundo de a bordo del Belgrano.



    Pero nada salió como se esperaba. Luego de soportar un clima terrible, más furiosas olas de 12 metros, el desilusionado Newport tuvo que admitir la derrota.



    Opinó que no se pudo hallar al Belgrano porque "la información" que proporcionaron la Armada Argentina y la de Gran Bretaña sobre el lugar donde se hundió el buque "no era tan precisa como pensábamos".

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