Señor, que tu luz resplandezca sobre nuestros planes
Uno de mis salmos favoritos es el Salmo 90, los versos del
16 al 17, dice así: "Que aparezca en tus siervos tu obra y tu gloria sobre
sus hijos y sea la luz de Yave, nuestro Dios, sobre nosotros y la obra de
nuestras manos confirma sobre nosotros. Sí, la obra de nuestras manos
confirma..."
Este salmo para mí es muy particular, mis hermanos, porque
por un lado lo que presenta es la oración de una persona que está pidiéndole a
Dios que Dios traiga su favor sobre esos planes que se ha forjado en adelante.
Esos planes que esa persona ha trazado para su vida. En esta oración lo que
está pidiendo es que Dios traiga su bendición sobre cada uno de ellos. Verán,
siempre estamos acostumbrados a orar de una manera que se oye más bien como
esto, Señor, tráeme tu tus planes, que se haga lo que tu quieres en mi vida.
Y eso está bien, orar así está bien, pero hay momentos
también, mis hermanos, donde uno puede traer los planes que uno tiene, las
expectativas que uno tiene, los deseos que uno tiene y como que presentarlo al
Señor como una ofrenda y decir, “mira, Señor, aquí te estoy trayendo estos
planes, estos deseos que tengo. Yo no sé si estos deseos están totalmente bien
delante de ti pero yo espero que sí. En mi entendimiento, en la mente finita
que tengo, creo que estoy en línea con tu voluntad, así que estoy trayéndote
esto y quiero que tu lo bendigas, quiero que tu traigas favor sobre esto, que
tu luz sea sobre estos planes, que tu gracia, tu favor caiga sobre esto que me
estoy tramando, esto que estoy deseando hacer por los próximos 3, 6, 9 meses o el
próximo año. Yo quiero que tu luz aparezca sobre esto.”
Yo creo que esta es una oración muy pertinente que esta
temporada en la cual nos encontramos. Todavía sí ya empezó un nuevo año y ahí
vamos marchando. Cuántos tienen fe y expectativa de que algo bueno va a
suceder? Yo lo creo así. Y cuántos tienen la fe y la expectativa también de que
vendrán sus cosas no muy buenas también? Tengo que ser real, de que venga,
vendrá. No quiero que venga para de que venga, vendrá.
Cuántos ahora están pensando y orando de que Señor, si viene
algún trauma, si viene alguna situación, si viene alguna zancadilla de parte
del diablo o de otra persona, dame la fuerza, entonces para poderlo llevar a
cabo? Cuántos entonces pueden pensar de esa manera? Estamos todos en el mismo bote.
Yo quise meditar en lo siguiente, mis hermanos, esto es un
tiempo en el cual nosotros estamos pidiendo la bendición de Dios sobre nuestras
vidas, sobre nuestra familia, nuestros trabajos, nuestras amistades, todo lo
que hacemos. Pedimos que Dios siga cubriendo todas las cosas, o al menos yo
espero, como uno de sus pastores, que usted esté orando así.
Y de paso, hago un paréntesis, hoy les quiero hablar, sí
como su pastor, pero también les hablo como un hermano en Cristo, les hablo
como un amigo, como un colega de jornada con ustedes. Así que voy a abrir un
poquito mi corazón. Queremos que Dios bendiga esas nuevas jornadas de nuestra
vida, esas nuevas etapas a las cuales nos vamos a estar enfrentando, como todo
lo que ello pueda traer, con todo lo que pueda venir a nuestras vidas. No
importando las marcas con las cuales podamos salir de esta jornada, queremos
que la bendición de Dios sea sobre nosotros.
Para muchos, mis hermanos, yo tengo que reconocer esto, yo
estuve de vacaciones, llegué ahorita, como quien dice, al aeropuerto, fui a
casa, busqué al perro, hice compras, comí con los chicos, vine, llegué aquí, yo
venía en mi corazón, Señor, guau, son tantas las cosas que uno quisiera
compartir… y en mi corazón estuve meditando también porque durante esos días de
vacaciones siempre estuve pendiente a mi email y recibiendo distintas notas de
distintas personas, algunos me escribían con buenas noticias, otros me
escribían con noticias que no eran muy buenas, y uno como que… guau. Y yo tuve
que reconocer, Señor, este año para muchas personas está empezando con el pie
derecho, está empezando bien, pero hay otras personas que este año está
empezando un poquito duro, difícil, y yo no sé dónde usted se encuentra en este
punto. Puede que usted esté partido en dos, que por un lado su año empezó súper
bien y por otro lado el año está como que está en neutro todavía, patinando en
el hielo y no sabe cuándo se va a derretir para que usted pueda salir disparado
de alguna manera u otra.
Pero el asunto es, mis hermanos, que en este momento, aquí
en este punto, tan crucial, este es el punto donde nosotros podemos dejar que
sea Dios el que nos afirme a nosotros, que sea Dios el que esté dirigiendo cada
uno de nuestros pasos en todo lo que nosotros estemos haciendo o vayamos a
hacer. Por alguna razón esta mañana, miren lo que me pasó, me crucé con el
relato de Moisés, cuando se encontró con Dios y que Dios le empezó a hacer su
llamado, de que fuera a liberar a su pueblo, Israel, de Egipto.
Yo sé que todos nosotros conocemos esta historia y qué fue
lo que dijo Moisés cuando Dios le dice, “Yo quiero que vayas tu.” Moisés le
dice, “Ay, Señor, nunca he sido hombre de fácil palabra ni antes ni desde que
tu hablas a tu siervo.” Me cogió esa frase, me agarró, déjenme decirlo bien,
esa frase me dio una torcedura, porque Moisés no tan solamente se está
justificando de que él no sabía hablar antes de haber escuchado de Dios, aún en
el momento que él escuchó a Dios todavía en ese momento estaba diciendo, “ah,
todavía no, la zarza ardiendo no me ha cambiado la lengua, no puedo hablar
todavía.”
Eso era lo que él estaba diciendo. En otras palabras, Yo no
soy la persona que tu tienes que usar. Te equivocaste. Llama a otro, llama a
otra.” Más sin embargo en medio de eso Dios afirmó a este hombre. Dios afirmó a
este hombre y se lo dijo, “Ven acá, quién fue el que le dio la boca al hombre?
Quién puede hacer al hombre mudo o que pueda hablar? Quién puede hacer al
hombre ciego o que pueda ver? Quién puede hacer al hombre sordo o que pueda
oír? Y consta que no es que este pasaje está diciendo que Dios intencionalmente
hace a alguien mudo, pero que Dios puede intervenir en cualquiera de las dos
situaciones. Al mudo lo puede hacer hablar y al que habla lo puede hacer hablar
mejor o lo puede hacer mudo también cuando no habla lo que tiene que hablar, o
cuando habla más de la cuenta.
Así que ya saben, no hablen más de la cuenta. Una resolución
para este nuevo año: no hablen más de la cuenta. Hable, diga lo que tiene que decir,
al pan pan y al vino vino. Pero cuando lo diga, dígalo con cautela, no vaya a
decir cosas que hieran corazones, por favor. El asunto es que aquí está Dios
afirmando este hombre.
Y yo me puse a pensar, las distintas que tuvieron que haber
pasado por la cabeza de Moisés. Cómo yo voy a regresar a enfrentar a faraón,
que es como quien dice mi hermano, porque yo me crié con él en el palacio? Cómo
voy a entrar de nuevo a un lugar donde me están buscando a mí porque yo maté a
alguien? Cómo tu quieres que yo haga cosa igual? Sin embargo, ahí está la
afirmación de Dios sobre él, “Hey, no apures, yo soy el que está contigo. Yo
soy el que te va a ayudar a hablar. Yo soy el que te voy a enseñar lo que
tienes que decir. No eres tu, soy yo el que lo va a hacer a través de ti.”
No les suena familiar estas palabras cuando el mismo Jesús
les dijo a sus discípulos, “Hey, cuando los lleven delante de la sinagoga, de
las autoridades, no se preocupen por preparar su disertación antes de tiempo,
porque ahí en el momento el Espíritu les va a dejar saber qué es lo que tienen
que decir.”
Yo me puse a pensar en esto, mis hermanos, a la luz de esta
nueva visión que Dios ha inspirado a nuestro pastor, para este año en esta
iglesia, un año de evangelismo, mis hermanos. Yo les digo, evangelismo y yo sé
que es crucial para la vida de cualquier iglesia, pero cuando a mí me hablan de
evangelismo, no se sorprenda, a mí me da canillera, a mi me tiemblan las
rodillas, porque evangelismo no es el don más fuerte que yo tengo. Póngame a mí
a enseñar una clase, póngame a mí a predicar aquí, pero si me pone ahí afuera
en una calle a hacer algo, usted va a ver un pastor Omar que no había visto
antes. Pero consta, no es tan malo, me puedo defender, déjenme arreglar las
cosas, me puedo defender pero me cuesta. No soy como otras personas que en
cinco minutos tienen a alguien de rodillas en la esquina de la calle orando,
aceptando a Cristo.
Pero el asunto es, mis hermanos, que el reto está ahí. Cada
uno de nosotros, cada uno de nosotros, miren, lo estoy diciendo bien claro,
todos nosotros, tenemos ese reto de podernos convertir en personas que puedan
evangelizar, personas que puedan comunicar el amor de Dios en una manera nueva,
refrescante, relevante, al tiempo en el cual estamos viviendo.
Y para un tiempo como este yo creo que Dios nos está
diciendo las mismas cosas que le dijo a Moisés, “Yo soy el que pone palabras en
tu boca, no eres tu, tu tal vez, puedes pasar una hora antes de hablar con una
persona, pensando en qué le vas a decir, pero cuando llegas ahí se te va a
olvidar todo porque yo entonces soy el que te va a inspirar a poder hablar con
esa persona. Tal vez usaré alguna de las que tu cocinaste en tu cabeza, pero yo
soy el que te va a dar las palabras para tu verdaderamente llegar al corazón.”
¿Saben qué? Mis hermanos, yo quiero que sea así. Yo no me
quiero lanzar ahí afuera a evangelizar con palabras que yo cocine en mi cabeza,
porque si lo hago así no voy para ningún lado. Hoy día si nosotros queremos ver
vidas verdaderamente transformadas por el poder de la palabra de Dios,
necesitamos que sea Dios mismo el que llegue a esos corazones. Dios mismo es el
que tiene que penetrar esas mentes que ya han sido manipuladas por la
mentalidad, las ideologías, las filosofías de este mundo, que solo Dios con su
poder puede verdaderamente llegar directito a donde está la necesidad.
Es más que hay veces que nosotros sin tener que decir algo
que ya llegue, “Mira, necesito que tu hagas esto por mi, o que tu ores por
esto.” Ese compañero de trabajo por el cual tu has estado orando por mucho
tiempo, de repente así de la nada, va a salir, “Mira, Antonio, ora por mí, yo
sé que tu eres un hombre de Dios,” y eso ahí va a dejar a Antonio patidifuso.
Jamás pensé que este hombre me fuera a decir eso, pero ahí está, se da. Porque
es Dios el que está obrando.
Ese es el tipo de evangelismo que nosotros necesitamos ver
hoy día, mis hermanos, un evangelismo que sea dirigido directamente por Dios.
Sí, nosotros somos instrumentos como Moisés. Moisés era un instrumento, Moisés
tenía sus temores. Usted tiene sus temores, yo tengo mis temores, pero somos
vasos de barro en las manos del alfarero. El alfarero te va a usar como él te
quiera usar. La responsabilidad de nosotros es poder discernir cómo es que Dios
nos quiere usar a nosotros. Qué Dios va a hacer a través de ti, a través de mí?
Cómo? Cuándo? Dónde? Con quién? Para que su gracia y su amor se dé a notar en los
corazones de aquellos que así lo necesitan.
Con estas palabras yo te quiero animar, mis hermanos, porque
lo que estoy diciendo sí tiene que ver con cómo la bendición de Dios a través
de ti pueda alcanzar a otros. Pero no obstante no puedo obviar el hecho de que
esa misma bendición te va a llegar a ti también y que Dios te quiere afirmar a
ti también.
Cuántos de nosotros no luchamos con quién sabe muchas otras
cosas de las que Moisés estaba luchando, que nos vemos a nosotros mismos con
bajeza, pensamos en nosotros mismos y es como que te levantas por la mañana, te
ves en el espejo y dices, “Ay, bendito, yo soy… ten misericordia de mí, por
favor.” Yo no sé cuántos de ustedes son como Blanca nieves que miran al espejo
y le dicen, “Espejito, espejito, dime espejito…” Estaba en Disney, por eso es
que pensé en Blanca nieves.
Pero el asunto es, mis hermanos, es que cada vez que tu te
miras en ese espejo, y entra un pensamientos medio bajo de ti, por el otro lado
está Dios mirándote a ti diciendo, “Ah, ah, tu no eres eso, tu eres una persona
que vales mucho, tu eres una persona que tal vez otros están echando a un lado,
pero yo te estoy poniendo en el lado mío. Ese lado para donde te están
empujando la gente, ese lado, es donde yo estoy, y ahí es donde tu me vas a encontrar.”
Solamente Dios es capaz de hacer algo así y de empezar a
hablar a tu corazón y afirmarte. Donde otros tal vez han fallado en afirmarte a
ti, Dios viene y te afirma a ti. Dios se encarga de buscar la manera que a él
le plazca por dejarte saber cuánto tu vales para él. Aunque tus ojos estén
cegados con las experiencias de vida que tu has tenido, que estás teniendo o
que vayas a tener, en medio de todas esas cosas está Dios presente dejándote
saber lo importante que tu eres para él.
Ahora, no te pongas a pensar que porque Dios diga que tu
eres importante para él, que tu vas a terminar parado en una tarima
predicándole a miles de personas. No vayas a pensar eso. No te confundas porque
después te vas a frustrar. Porque quién sabe que lo único que Dios quiere que
tu hagas, es más, voy a compartir esta historia. No sé cuántos de ustedes
conocen al hermano Miguel Pérez, el yerno de nuestro pastor, que toca la
guitarra, el esposo de Abigail, el papá de Caleb, qué más puedo decir, amigo
mío, hermano mío del alma.
Él me llamó a hace unas semanas atrás y me contó de una
experiencia que le pasó, estando él en un restaurante, estaba desayunando con
su hijo y de repente cuando él fue a pagar, la mesera que lo atendió le dijo,
“No te apures, porque ya alguien pagó por ti.” Y él se quedó como que… quién
pagó por mi? El caballero que estaba sentado detrás de usted. Y cuando él se
dio cuenta que esa persona se había ido, se fue, lo encontró en el
estacionamiento y fue a darle las gracias, y el señor le dice, “No te apures,
hazlo tu por otro.” El día después, fue a comprarse un café y cuando fue a
comprar el café, que va a pedir, la persona en la caja le dice, “No te apures,
la persona que estaba antes de ti ya pagó por ti.” Y él se quedó como que… qué es
esto? Ya dos veces, un día detrás del otro.
Él me contó eso con una emoción tan y tan grande y yo me
quedé pensando, yo me decía, guau, qué manera tan bonita de verdaderamente
llegar al corazón de alguien. Usted se imagina o al menos yo me he imaginado hacer
esto, le voy a poner este escenario, porque esto es algo que yo tal vez no
haría, pero yo creo que sería un reto. Hay un Starbucks que queda aquí en la
Tremont en dirección a South End, no sé cuántos de ustedes lo han visto? Cerca
de tu casa, de Annie. Sabes cuál es, ¿verdad? me imagino que sí, ya tus pies
llegan allí directo.
En ese Starbucks obviamente muchos de nosotros sabemos que
ese Starbucks, ese sector ahí es la comunidad de nuestros hermanos homosexuales
y todo eso. Yo suelo ir mucho ahí con el hermano Elías y nos desayunamos un
café, hablamos, no ponemos al día, siempre que vamos vemos toda esta población
que entra y uno se siente medio raro, miran a uno, raro también, porque dos
varones con sus sortijas puestas y como que nos miran a veces “Oh, qué lindos
se ven.” Padre, Dios reprenda, por favor.
Pero el asunto es que mientras yo estaba hablando… es que
veo las caras de algunos de ustedes, me los puedo imaginar a ustedes también
imaginando lo que yo estoy imaginando. Pero el asunto es que la historia que mi
hermano Miguel compartió, me hizo pensar, Omar, qué tal si un día tu vas a ese
Starbucks y le pagas a dos personas que estén ahí. Lo primero que yo pensé
cuando me dije eso, “Me voy a meter en problemas, porque entonces se van a
creer que le estoy tirando algo, y yo no quiero buscarme esos problemas.
Después empiezo a levantar cosas que no tengo levantar.”
Pero el asunto fue qué manera de evangelizar en una
comunidad que nosotros como iglesia sabemos que es una comunidad que está en
contra de nosotros. Que nosotros podamos meternos en esa comunidad y empezar a
hacer actos de bondad con ellos y que ellos puedan que nosotros no somos sus
enemigos, sino que estamos aquí para servirles a ellos también.
Yo sé que ya nosotros hacemos cosas así, los sábados por la
mañana cuando van los hombres aquí a la calle Albany, están repartiendo comida
al homeless, en la calle. Yo sé que ya nos estamos acercando a personas que
usualmente no lo haríamos, pero porque el amor de Dios nos conmueve, nosotros
nos movemos y hacemos eso. Pero eso es una población bien particular, como
también este otro ejemplo del cual estoy hablando, es una población bien
particular, que necesita un tipo de acercamiento diferente para poder llegar al
corazón de ellos.
Asimismo usted puede pensar en los distintos contextos en
los que usted se mueve, de cómo Dios lo puede usar a usted para llegar al
corazón de cada una de esas personas a su alrededor. Cuál puede ser el acto de
bondad que usted puede hacer, que Dios puede usar para llegar al corazón de
alguien? Solo Dios sabe.
Y mi oración es que Dios les revele a usted cómo usted puede
llegar a ese corazón. Después hablaré cómo lo podemos hacer. Pero por ahora,
mis hermanos, yo los quiero dejar con esto: Dios quiere afirmar su vida, Dios
quiere afirmar tu corazón, Dios te quiere dejar saber que él cuenta contigo.
Dios te quiere dejar saber que los planes que tu tengas por delante, por más
lejos que puedan llegar esos planes, o por más cerca que puedan ser, Dios te
quiere dejar saber que él está contigo, que él se va a encargar de abrir
puertas a tu favor, pero asimismo como abre algunas, van a haber otras que te
las va a cerrar. Tu solamente tienes que estar pendiente a cuáles son esas
señales que el Señor te da para saber por dónde ir, saber escuchar, prestar
atención.
Nosotros no lo sabemos todo, necesitamos que él nos dirija
también. Así que yo los dejo con estas palabras, mis hermanos, por ahora.
Seguiremos reflexionando. Dios quiere afirmarte. Dios quiere afirmar tu
corazón. Dios quiere afirmar tu caminar. Así que no pienses de ti como que eres
poca cosa, que no sabes hablar, que no sabes pensar para nada, Dios sabe cómo
te va a equipar.
Así que vamos a
ponernos de pie, mis hermanos, y vamos a cerrar este tiempo. Amado Dios te
damos las gracias. Gracias Señor porque tu eres el Dios que nos mira con unos
ojos tan diferentes a los cuales nos puede mirar la gente. Tus ojos al
centrarse en nosotros nos dan una razón de ser, nos dan un sentido, nos dan un
propósito, nos dan un valor incomparable. Tus ojos cuando nos miran ponen
convicción en el corazón también, Señor. Y nos ayudan a alinearnos y ponernos
en frecuencia contigo, Señor.
Padre, yo te pido que
estas palabras sobre las cuales estamos reflexionando hoy y las que podamos
reflexionar en los días por venir, yo te pido, Señor, que en cada una de ellas
tu Espíritu Santo nos de a conocer las cosas que tu tienes en tu corazón, para
con nosotros, como seres individuales y también como miembros de esta familia
de fe.
Enséñanos, Señor, a
poder escucharte, a poder prestar atención, a esas cosas que tu quieres que
nosotros prestemos atención, a tener corazones abiertos para ti, sensibles a
ti, enseñables por ti, Señor. Danos un corazón enseñable. Yo te pido que en
este nuevo año 2013 nuestros corazones puedan hacerse más enseñables todavía,
Jesús. Tu eres ese amigo fiel que nos busca, que nos afirma, que nos consuela,
que nos redarguyes, y que nos inspiras a seguir adelante.
Así que yo te pido por
cada uno de mis hermanos y hermanas, los que están aquí, los que nos ven por el
internet, los que nos verán, Señor, en los días por venir, yo te pido, Señor,
que tu como el Dios que nos afirmas, sigas encaminándonos en esta nueva jornada
que el 2013 pueda traer a nuestras vidas. Como bien dice el salmo 90, Señor,
que tu luz resplandezca sobre nuestros planes, Señor, y que tu afirmes y
confirmes cada uno de aquellos, Señor, que nos hemos forjado a luz de tu
voluntad, Señor.
Pido tu bendición
sobre cada uno de mis hermanos y hermanas, desde los más jóvenes hasta los más
adultos, Señor, en cualquier lugar en la jornada de fe donde se puedan
encontrar, yo pido, Señor, que seas tu trayendo una palabra de bien, una
palabra de afirmación, una palabra de ánimo a cada uno de sus corazones. Sobre
cada hombre, sobre cada mujer, sobre cada joven, sobre cada familia aquí
representadas, Señor, declaramos tu bendición sobre cada uno de ellos, y sobre
esta familia de fe, León de Judá, donde tu nos has puesto a nosotros, Señor,
que ahora más que nunca, Señor, seas tu afirmando nuestra cabeza, nuestra
frente, Señor, para poder alcanzar a estas comunidades que tenemos alrededor
con todos sus constituyentes, Señor, sea quien sea la persona o el lugar donde
viva o estatus social, académico, sea quien sea, Señor, que tu nos ayudes a
poder alcanzar esos corazones para tu honra y tu gloria, Señor.
Gracias te damos por
esta noche, mi Dios, y recibe tu toda la exaltación, mi Dios, te lo debemos
todo a ti. Llévanos con bien hacia nuestros hogares, Señor, mantennos calientes
a lo largo del camino y que esta noche tu nos des un sueño profundo, reparador,
que puedas renovar nuestras energías, Señor, para que en el día de mañana, si
así tu lo permites, podamos echarle mano a todo lo que el día pueda traer.
Gracias te damos por
tu Hijo Jesús oramos, amén y amén. Hermanos y hermanas bendiciones, salúdense
unos a otros en el amor del Señor. Nos estaremos viendo el domingo.
Bendiciones.
Pido tu bendición sobre cada uno de mis hermanos y hermanas, desde los más jóvenes hasta los más adultos, Señor, en cualquier lugar en la jornada de fe donde se puedan encontrar, yo pido, Señor, que seas tu trayendo una palabra de bien, una palabra de afirmación, una palabra de ánimo a cada uno de sus corazones. Sobre cada hombre, sobre cada mujer, sobre cada joven, sobre cada familia aquí representadas, Señor, declaramos tu bendición sobre cada uno de ellos, y sobre esta familia de fe, León de Judá, donde tu nos has puesto a nosotros, Señor, que ahora más que nunca, Señor, seas tu afirmando nuestra cabeza, nuestra frente, Señor, para poder alcanzar a estas comunidades que tenemos alrededor con todos sus constituyentes, Señor, sea quien sea la persona o el lugar donde viva o estatus social, académico, sea quien sea, Señor, que tu nos ayudes a poder alcanzar esos corazones para tu honra y tu gloria, Señor.
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