Retiro Eucarístico
13-4-13
13-4-13
La oración implica un hacer.
Vamos a dejarnos guiar por una experta en el tema de la oración: santa Teresa
de Jesús, mujer apasionante, absolutamente apasionada que se consideraba a ella
misma ruin, pecadora y que a pesar de ser “mala”, permaneció al lado de Jesús.
El Dios de la vida es el mismo
que el Dios de los corazones y del Dios del altar. No se pueden escindir. Nadie
puede rezar bien si no tiene en orden el Dios de la vida y el Dios de los
corazones. Si no encuentro al Dios de la vida entre las cacerolas, hay una
contradicción. Hay otras personas a las que les pasa al revés, están siempre
con el Dios de la vida pero son incapaces de arrodillarse.
Santa Teresa se aleja de las
prácticas piadosas y privilegia el encuentro con la persona.
Hay tres tipos de oración:
·
Vocal - la
palabra orar viene de oral, mover los labios. Jesús critica a algunos que
mueven los labios pero su corazón está lejos del suyo. La oración vocal es
necesaria y se convierte en una herramienta fundamental cuando estamos
distraídos.
·
Mental –
pensar en Dios, traer a la mente el recuerdo de Dios.
·
Contemplativa
– la mirada ocupa un lugar de privilegio.
En la adoración eucarística confluyen las distintas formas
de oración según las circunstancias: vocal (con el corazón), mental y
contemplativa (ojos y mirada)
Santa Teresa se aleja del
“quietismo” en sí mismo. Dice que la oración es un tratar (acción) de amistad con Aquel que sabemos que nos ama estando muchas
veces (todas las que se puede) a solas con él. “El amor no se cura sino con la
presencia y la figura”, como enseña san Juan de la Cruz. “Intimidad necesitan
los amantes”
Si una persona dice: a Dios lo
encuentro en todas partes, no necesito adorar es como si dijera: me encanta
cocinarle a mi esposo, pero de vida íntima cero; u otro caso: tengo vida íntima
pero después no le cocino. Ambos casos están mal.
Santa Teresa utiliza 5 imágenes a
considerar para alcanzar la oración
contemplativa y no hacer caso de la imaginación, que es “la loca de la
casa”:
Maestro de oración Tratar con un maestro que me enseña a orar. Él
es quien enseña, El es el maestro directo.
Tomar conciencia que camino hacia la fuente de Agua Viva. Historia
de amistad.
Reconocer a la oración privilegiada: el Padrenuestro. Esta sola
oración contiene todos los elementos necesarios, si se la reza con todo el
corazón.
Recorrer el “castillo interior” con sus siete moradas (estados del
alma) hasta llegar a la contemplación unitiva, la alcoba del Rey. Hay un mundo
dentro de nuestra alma. En la adoración es necesario que uno se recoja y
ingrese al castillo. El bautizado es el cuerpo de Cristo.
Organizar la vida como si fuera un campo de batalla o tablero de
ajedrez Una vida desorganizada resultará en un mal orante. Se trata de
arreglar la vida, de poner bien las piezas. Si digo: Me liberé de los chicos y
de mi esposo y puedo tener un rato de tranquilidad, vamos mal. La oración no es
huir de la vida, sino “meterse” con mayor profundidad en la vida.
1 Trato con el Maestro
Lc 10, 38-42 Mientras iba caminando Jesús entró en un pueblo y una mujer llamada
Marta lo recibió en su casa.
Vemos que Jesús camina y se
detiene en Betania entrando en la casa de Marta, María y Lázaro para descansar
en el Espíritu con sus tres amigos. María, a sus pies escuchaba,
Debo adorar en el medio de la
vida, caminando; no aislándome de la vida. Jesús se detiene y entra en lo de
Marta. Tenemos que pedirle a Jesús
que entre. La casa de Betania era el
lugar donde Jesús podía descansar.
María estaba sentada a los pies del Señor. Uno tiene que entrar
para sentarse, para relajarse, para
descansar. María escuchaba su
palabra. Sentada para escuchar, no para hablar. La adoración no es el lugar
para rezar el Rosario. Entro al lugar para sentarme y descansar.
Los pasos son tres: entrar,
sentarse y escuchar, dejando de lado las inquietudes y angustias que nos
perturban.
Marta estaba ocupada con los quehaceres de la casa. Mientras
estamos rezando viene una voz que dice: ¡con todo lo que tenés que hacer estás
acá sentado! ¿Qué hago, pido o callo? ¿Intercedo por esa gente o callo?
¿Qué le dice Jesús?: Marta, Marta te inquietas y te agitas por
muchas cosas.
Hay gente que no puede quedarse
quieta, dejar todo a un lado. Es decirle a Dios: vos te ocupas de mis
problemas. Uno puede haberse calmado, pero seguir interiormente agitado.
Pocas cosas son importantes: esposa, hijos, tener salud. Que
funcione bien el auto no lo es.
Atender a tu casa, a tu marido, a
los chicos, venir a adorar y que esté todo reluciente. Todo impecable… no es
posible. Lo importante no es la hora que
adoras sino cómo ésta ha sido preparada por la vida. Hay que ir ajustando
las cosas de a poquito.
A algunos pacientes el Señor
necesita dormirlos para operarlos. La oración es estar con Él. A la oración no
se puede venir a dormir. Otra cosa es querer orar y quedarse dormido. El trato
de amor necesita abrazo, quietud, caricia, afecto y no inquietud.
Es un trato entre dos personas. Es fundamental tomar conciencia de quién
está allí. Que allí está Él. En el trato Él me va a ir enseñando verdades de la
vida.
Marta quiere ser la dueña de
casa. Manda, acomoda. Jesús y el
Espíritu Santo son quienes gobiernan el momento de oración. ¿Señor hoy qué
me queréis enseñar? María estaba a los pies de Jesús hambrienta de que el Señor
le enseñara.
Es bueno escuchar la Palabra. Leer un
poquitito de la
Palabra. Apenas un trocito. Nada más. Este no es el momento
para estudiar la
Palabra. Tampoco es el momento para el Rosario. Cada cosa en
su lugar. Se puede por momentos hablar: te amo, gracias por este momento, pero
hay que ir tendiendo a que cada vez haya menos palabras y más miradas.
Algunos dicen “hasta que no me
dejen tranquilo, no voy a poder orar”. Marta seguramente hacía mucho ruido y sin
embargo María permanecía atenta. Puede haber ruido a mi alrededor y simplemente
ignorarlo.
La Madre Teresa elegía sus
monasterios en los lugares más ruidosos de Calcuta. No somos budistas ni
yoguis. No venimos a relajarnos sino a encontrarnos con Él, a estar conectados
con el que nos ama.
Debemos tomar conciencia de que
pocas cosas son necesarias en la vida para crecer en el Amor. Lo importante es
que Él está con nosotros y nos enseña las verdades de la vida porque somos sus
discípulos. Como adoradores podríamos preguntarnos: Hoy ¿qué me quiere enseñar
Jesús? El nos habla a través de su presencia eucarística, del silencio, también
de la Palabra, bien breve, dejando tiempo de escucha en soledad con menos
palabras y más miradas s Jesús Sacramentado.
Camino hacia la fuente.
¿Cuáles son las condiciones del
orante? Se trata de orar en la ciudad, caminando hacia la Fuente. Podemos
meditar en Jn 4, 5-22 el encuentro de Jesús con la
samaritana en el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sienta junto al
pozo.
Jesús está fatigado del camino,
de que nadie entre en trato con Él, de que nadie lo comprenda. Entro en oración
para comprenderlo a Él. Por eso le dice a la mujer: Dame de beber.
Pero también le dice: Si conocieras el don de Dios y quien es el
que te dice: “Dame de beber” tú misma se lo hubieras pedido y él te habría dado
agua viva. Del cuerpo sacramentado de Cristo y del corazón pacificado brota
agua viva. Amor que pacifica. Espíritu Santo. La gente busca la tranquilidad en
cualquier lado menos en su corazón.
El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed. Pero el que beba del
agua que yo le daré nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se
convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna. El agua que
sacamos con nuestro esfuerzo no nos sacia. Nos preocupamos por nuestros hijos
pero muchas veces los resultados no son los esperados. Hay esfuerzos que no te
van a dar lo que necesitas. Hay cosas que no sacian. Mantienen la sed.
Señor dame de esa agua
para que no tenga más sed y no tenga que venir a buscarla. Jesús le
respondió: Ve, llama a tu marido y vuelve
aquí. Voy a hablar de la vida con Él. La verdad. Voy a Jesús para que me
diga la verdad. Voy a reconocer mi necesidad, mi sed. Las cosas que andan mal y
que tengo que arreglar.
Entramos en la oración para encontrarlo a Él y le decimos:
“Dame de beber” para aquietar nuestros corazones y calmar la sed en la fuente
de Agua Viva que fluye del manantial que nos purifica.
Hay que ir e ir e ir al pozo por
mucho tiempo. Se trata de sacar el agua con nuestro esfuerzo, sabiendo que hay
esfuerzos vanos que no calman nuestra sed espiritual. El orante va al pozo
todos los días con “determinada determinación” para buscar el Agua Viva. Por mucho tiempo la vida espiritual
es caminar con un balde hasta que un día vas a sentir que la casa se te
construyó en el medio del pozo y ya no necesitamos más esfuerzo alguno, el Agua
Viva calma nuestra sed para siempre. Un día Jesús te regala la oración de
quietud y empieza a brotar una experiencia de su amor.
Jesús quiere hablarnos de la
vida, para lo cual tendremos que transitar de la distracción a la oración.
Vamos a Jesús para que nos diga la verdad.
Santa Teresa pasó 14 años yendo a
orar como un zapato, pero no se distraía del objetivo. La Samaritana era su
gran amiga porque pertenecía a la banda de los pecadores. A Sta. Teresa le
gustaba quedar bien con la gente. Le chupaba las medias a todo el mundo. Y
Jesús se lo reprochó. Quedaba bien con todo el mundo menos con Él.
Condiciones
necesarias del adorador:
·
Amor mutuo.
·
Desasimiento de todo lo creado.
·
Verdadera humildad = humilde verdad.
La oración de amistad hace que yo me termine pareciendo a mi
Amigo.
El problema es que somos:
·
Egocéntricos. Esto lo sana el amor mutuo. Si
decimos: me siento bien cuando la iglesia está vacía, sonamos. Es un amor
sensual: todo para mí. Hay gente que reza con amor sensual, que quiere sentir.
No tolera la sequedad del alma. La oración es muy sobria, no es un amor del
cual yo tenga que sentir. Cuando hay amistades particulares, discordias,
envidias en las comunidades, se arman líos. El amor sensual esclaviza
profundamente. Empiezo a orar bien cuando comienzo a orar con el hermano que
más me cuesta. El amor sensual utiliza a Jesús, lo quiere para sí. Lo convierto
en defensor mío y acusador de los hermanos.
Debemos pasar de las sensaciones exteriores a lo profundo del corazón. Poner los ojos en Jesús. Darse cuenta a quién estoy amando. El esfuerzo que hacemos para que nos quieran es ceguera para la oración. Una persona que vive ofendida porque no la quieren está inhabilitada para orar. En el amor espiritual yo quiero consolar a Jesús, en el sensual quiero que Jesús me consuele.
Por lo tanto digamos “no” al amor sensual,
porque la oración no pasa por sentir (como es el caso de los celos, la envidia
y tantos otros sentimientos negativos que nos invaden al orar y que nos
esclavizan). El peligro es “utilizar” a Jesús según nuestras propias
inclinaciones, como es el caso del “hermano difícil” a quien debemos tratar con
especial caridad, sobre la base de estar en una comunidad y no en una secta y
fundamentalmente por Amor.
El amor espiritual va desde los sentidos a
lo profundo del corazón y de la inteligencia. Nuestro propósito ha de ser poner
los ojos en Jesús. Hay una ceguera, o sea el esfuerzo para que Él nos comprenda
y nos guíe. Luego viene la búsqueda de dar consuelo al mismo Jesús.
·
Posesivos con las personas y con las cosas. El
amor de desasimiento es estar libre de todas las cosas para en la oración
amarlo a Él. Hay que soltar los problemas. No te preocupes, nos dice Jesús. Vos
ocúpate de estar conmigo y yo me ocupo de tus cosas. Debemos ser personas de un
único amor: cuando amo a mi hijo, amo a Jesús en mi hijo, cuando amo a mi
trabajo, amo a Jesús en mi trabajo.
El desasimiento consiste en liberarse de todas las cosas para amar a Jesús en la oración. Debemos estar junto a nuestros familiares y hermanos, pero no atados; rechazando las esclavitudes. Somos personas de un “único Amor”, desasidos de todo, especialmente de las preocupaciones familiares, del propio yo (de preocuparse constantemente por la salud y la estética), aprender a vivir con dolores, desasirnos de la honra.
Señor Jesús, dame la gracia de desprenderme interiormente de mí mismo, de las cosas y de las personas que me atan.
El desasimiento consiste en liberarse de todas las cosas para amar a Jesús en la oración. Debemos estar junto a nuestros familiares y hermanos, pero no atados; rechazando las esclavitudes. Somos personas de un “único Amor”, desasidos de todo, especialmente de las preocupaciones familiares, del propio yo (de preocuparse constantemente por la salud y la estética), aprender a vivir con dolores, desasirnos de la honra.
Señor Jesús, dame la gracia de desprenderme interiormente de mí mismo, de las cosas y de las personas que me atan.
·
Soberbios. El fundamento es la verdadera
humildad; es saber exactamente quien soy
delante de Él. No macanearme a mí mismo.
Surge la duda de cómo saber cuál es nuestro
grado de humildad. Aquí tendremos que examinarnos sobre nuestra actitud cuando
alguien nos dice algo. Tenemos tendencia a defendernos ante las críticas o las
actitudes del prójimo. Sobre la base de nuestra reacción interior, sabremos
hasta dónde somos o no somos humildes.
La verdad es lo que ocurre, no lo que lo causa.
La otra parte es saber bien quién es Él. Dejarlo a Él que conduzca el camino de oración, cederle el lugar al Amigo. Entro al lugar de oración diciendo hace conmigo lo que quieras. No busco lo que vos me vas a dar, busco lo que vos quieras hacer conmigo.
La verdadera oración tiene que ser una oración en la vida. La perfecta imagen de la oración es Cristo que está vuelto al seno del Padre y el orante que está vuelto al seno de Cristo.
Orar no consiste en pensar muchas cosas espirituales sino en amar mucho, luchando para erradicar el pecado mortal, el venial y las mismas imperfecciones y defectos de personalidad.
La otra parte es saber bien quién es Él. Dejarlo a Él que conduzca el camino de oración, cederle el lugar al Amigo. Entro al lugar de oración diciendo hace conmigo lo que quieras. No busco lo que vos me vas a dar, busco lo que vos quieras hacer conmigo.
La verdadera oración tiene que ser una oración en la vida. La perfecta imagen de la oración es Cristo que está vuelto al seno del Padre y el orante que está vuelto al seno de Cristo.
Orar no consiste en pensar muchas cosas espirituales sino en amar mucho, luchando para erradicar el pecado mortal, el venial y las mismas imperfecciones y defectos de personalidad.
Preguntas:
¿Esto tiene que ver con mi vida de oración?
¿Puedo detectar dónde están mis tornillos flojos? Uno tiene
que detectar lo que tiene aflojado, pero es Cristo quien tiene el
destornillador.
Santa Teresa aspiraba a la unión, pero le importaba más
amarlo que tener experiencias místicas. Éstas no pertenecen al centro de la
oración. Le descomponían los melancólicos, los que siempre se están quejando.
Cuando Dios está en mi vida, me convierto en una persona de
mucha gratitud y de muy buen humor.
La vida del orante es seria, profunda y modifica su modo de
ser. Voy al corazón de Cristo y luego voy a mi corazón y de allí voy al corazón
del mundo, al corazón de lo que viven los hombres.
La adoración eucarística es el monasterio del laico. El
demonio te ataca en el mundo con los acontecimientos y en el monasterio con los
pensamientos. Tengo que buscar la tranquilidad para estar con Él, para
encontrarme con Él. Tengo que aprender a vivir lo que Él vivió, a correr la
misma suerte que Él, a aceptar perder batallas. ¿Si Él quiso la Cruz, por qué
nosotros queremos honores?
En la adoración no hay técnica, relajación, respiración sino
trato con aquel que sabemos que nos ama.
Acto de orar –
consejos
Cuando ores entra en
tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que ve en lo secreto, y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará.
El amor a la soledad y al silencio es fundamental. Nace de
la necesidad del amor, de la intimidad. Debemos aprender a andar solos por la
vida. El director espiritual de Santa Teresa, el p. Gracián, los últimos años
la hizo sufrir. Teresa sacaba provecho de toda experiencia: Jesús me quiere más
para él. Los que nos aman no nos comprenden. Quien verdaderamente comprende
nuestra alma es el Señor.
El silencio es fundamental en la vida espiritual. Debemos entrar en el silencio porque las palabras agitan el corazón y nunca vamos a poder escuchar. Silencio que nace del deseo de escuchar la voz del Amado. No hay forma de orar sin silencio porque sólo así podemos escuchar su voz.
El silencio es fundamental en la vida espiritual. Debemos entrar en el silencio porque las palabras agitan el corazón y nunca vamos a poder escuchar. Silencio que nace del deseo de escuchar la voz del Amado. No hay forma de orar sin silencio porque sólo así podemos escuchar su voz.
Es el silencio de los pensamientos, sabiendo que orar es más
mirar que discurrir o pensar. Es no quitar los ojos de aquel que tan
ansiosamente nos está aguardando. Jesús la pasa bien con nosotros. Está feliz
que yo esté con Él. Me está esperando. Ha creado a las creaturas para que
estemos con Él. No quitar los ojos de Aquel que nos está aguardando.
Orar es volver a la Fuente del Amor que nos creó por un desbordamiento de su Amor. Cuando adoramos, estamos yendo al lugar hacia dónde vamos, no es un lugar extraño. Hago todo para despejar la zona. La oración de quietud es el primer estadio místico de la vida de oración de Santa Teresa. Salmo 130 Acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre. El objetivo de la oración implica oración de quietud, acallando y moderando los deseos como un niño pequeño, o sea mirando hacia adentro.
Orar es volver a la Fuente del Amor que nos creó por un desbordamiento de su Amor. Cuando adoramos, estamos yendo al lugar hacia dónde vamos, no es un lugar extraño. Hago todo para despejar la zona. La oración de quietud es el primer estadio místico de la vida de oración de Santa Teresa. Salmo 130 Acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre. El objetivo de la oración implica oración de quietud, acallando y moderando los deseos como un niño pequeño, o sea mirando hacia adentro.
Se suspende la inteligencia y la voluntad. Punto focal es el
descansar y gozar de Dios en total sencillez y pobreza. Brota del mirar.
Problemas en la
oración: la distracción.
·
Cuando estamos hechos una batidora: leer algo,
preferentemente la Palabra de Dios. Tratar de entrar, sentarnos, aquietarnos,
mirar. Leer muy poquito para poder unificar mi corazón en un pensamiento. No
hay que meditar sino saborear la Palabra. Orar no consiste en pensar sino en
amar.
·
Mirar al que me está mirando. No sólo mirar que
está ahí, sino mirar que me está mirando. Está enamorado de mí.
·
Pequeñas jaculatorias personales. Poquito. (ej.:
Jesús, en vos confío, Ven Espíritu Santo o simplemente el nombre de Jesús) Lo
fundamental es ver en fe sabiendo que Él está allí mirándome. Lazo de amor que
se produce. Mirarlo a Él. En algún momento hay que pasar a la oración del corazón,
cerrar los ojos. El cuerpo eucarístico está unido a mi propio cuerpo.
Si la adoración fue fuente, me lleva a la actividad con una profunda quietud.
La fuente que entra y sale y renueva.
Si la adoración fue fuente, me lleva a la actividad con una profunda quietud.
La fuente que entra y sale y renueva.
·
No quitar los ojos de Aquel que nos está
aguardando y que quiere holgarse (que quiere divertirse, compartir sus cosas)
con nosotros. Cuando nos sentimos amados por Él, amamos bien a los demás.
·
Dejar a Cristo por Cristo. En la Eucaristía
Cristo es muy pobre. Dios se ha hecho hombre y ha entrado en la realidad
concretísima de la vida.
Ver como Dios mira la realidad cambia el modo de mirar mi propia vida y la vida de los demás. No tiene sentido que adoremos al Señor y que luego volvamos a la vida cotidiana como si nada hubiera ocurrido.
Ver como Dios mira la realidad cambia el modo de mirar mi propia vida y la vida de los demás. No tiene sentido que adoremos al Señor y que luego volvamos a la vida cotidiana como si nada hubiera ocurrido.
·
Santa Teresa sacaba provecho de todo. Tengo
quien me ama incondicionalmente. El amor incondicional nos hace volvernos
incondicionales con los demás. El sacramento de la incondicionalidad.
·
Se privilegia el abrazo y el beso, y no la
charla. Es un diálogo de miradas que incluye muchas veces aburrirse. Si me
distraigo, leo algo en función de recoger las potencias. Centro mi mirada en el
Señor.
·
Hacer presente su Sacratísimo Cuerpo. Darme
cuenta que Él está ahí. Esfuerzo del amor.
·
Los verdaderos orantes son gente muy sufrida. Es
condición de amistad. Ir con este amigo a dónde nos lleve. El corazón para el
orante es el instrumento. A Jesús le basta la actitud de perdonar. Una profunda
actitud de perdón.
·
Esto es un camino parecido a una batalla. Que
nadie se desanime. La adoración pasa por soltar. Cuanto más libres estamos, más
lo dejamos hacer a Él.
Yo por la gracia,
porque llevo al Espíritu Santo de Cristo que ora en mí puedo llegar a ser un
excelente contemplativo.
El silencio es fundamental en la vida espiritual. Debemos entrar en el silencio porque las palabras agitan el corazón y nunca vamos a poder escuchar. Silencio que nace del deseo de escuchar la voz del Amado. No hay forma de orar sin silencio porque sólo así podemos escuchar su voz.
ResponderEliminarEs el silencio de los pensamientos, sabiendo que orar es más mirar que discurrir o pensar. Es no quitar los ojos de aquel que tan ansiosamente nos está aguardando. Jesús la pasa bien con nosotros. Está feliz que yo esté con Él. Me está esperando. Ha creado a las creaturas para que estemos con Él. No quitar los ojos de Aquel que nos está aguardando